Los carnavales como bienes culturales intangibles. Espacio y tiempo para el ritual
Recibido: 14 julio 2009 | Aceptado: 5 noviembre 2009 | Publicado: 2009-12 |
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RESUMEN El texto aborda la significación social y simbólica de los rituales festivos, y especialmente los carnavales, como bienes culturales intangibles. Desde una perspectiva novedosa se abordan teóricamente y revisan críticamente algunos de los planteamientos más originales formulados por las ciencias sociales, especialmente por la antropología y la semiótica. La base empírico-etnográfica procede del trabajo de campo que dirigí y realicé, entre 1999 y 2001, en el marco del proyecto intitulado: El patrimonio festivo en Extremadura (Tiempo y espacio para el ritual). ABSTRACT The text approaches the social and symbolic significance of the festive rituals, and especially carnivals, as cultural intangible goods. From a new perspective they are approached theoretically, critically reviewing some of the most original proposals formulated by the social sciences, especially by the anthropology and semiotics. The empirical ethnographic base comes from the fieldwork that I directed and carried out, between 1999 and 2001, in the framework of the project entitled: “The Festive Heritage of Estremadura (time and space for the ritual)”. |
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La globalización, la modernidad y su lógica de la racionalidad y el mercado todavía no han ganado la batalla a la cultura popular. Transformado, reactivado o recuperado el carnaval de nuestros días resiste, como lo ha hecho durante siglos por otras razones, los embates de la urbanización, la secularización y las agresiones de las fuerzas que propalan la uniformidad cultural.
Lo que actualmente se está produciendo, como fenómeno simbólico de resistencia identitaria frente a los procesos de homogeneización, es una refuncionalización y resignificación de los rituales al objeto de preservar/continuar la tradición. Una de las características de los rituales festivos, siéndolo por definición el carnaval, es la polisemia y la capacidad para adaptarse, con flexibilidad, al cambio social,
Y otra, genérica para todos los ritos, es la de vincular el presente al pasado, y el individuo a la comunidad. La fiesta implica, pues, la continuidad de las generaciones y los grupos sociales locales; actualmente se debate, no obstante, entre los valores de uso (identidad) y los valores de cambio (turismo).1.
Significaciones de los rituales festivos como bienes culturales intangibles La noción de patrimonio cultural, como desde hace más de una década recoge en diversos programas y documentos la Unesco, se ha ampliado significativamente desde los Monumentos a los Bienes Culturales, desde los Objetos a las Ideas, de los Material a lo Intangible, desde los Histórico-Artístico a las formas de vida relevantes y significativas culturalmente.
Actualmente se considera el valor simbólico de los distintos referentes y elementos patrimoniales, el patrimonio como expresión de la identidad, y ésta como la asunción de la tradición y una continuidad generacional particular ( herencia cultural ). Es decir, se valora la significación por encima de la cosificación y la fetichización del objeto; la herencia intangible que caracteriza especialmente las manifestaciones culturales vivas, tales como los rituales y las fiestas; o sea, la cultura inmaterial como depositaria de la memoria colectiva de los pueblos,
Cada grupo social construye la diferencialidad cultural a partir de su propia experiencia histórica y en función de su tradición socialmente transmitida. El patrimonio, lo que cada grupo humano selecciona de su tradición, se expresa en la identidad. La conciencia de identidad para cada grupo social o comunidad cultural consiste en la internalización de una tradición transformada en patrimonio compartido.
El patrimonio son las formas de vida de los grupos humanos, y la identidad la toma de conciencia de que se poseen unas formas de vida específicas. La tradición implica una cierta selección de la realidad social, Es decir, no todo el pasado que sobrevive en el presente se convierte mecánicamente en tradición.
La tradición se reactualiza y transforma continuamente, no es inalterable e inmóvil, sino dinámica, cambiante y adaptativa. La tradición es el nexo de continuidad entre el pasado y el presente. El patrimonio son las formas de vida relevantes y significativas culturalmente para quienes las crearon y las usan.
De tal modo con lo que la gente se identifica (la tradición) eso es el patrimonio. El patrimonio, y en este caso el valor inmaterial de las formas que adaptan los carnavales, cumple una función identificadora, porque cuando hablamos de patrimonio y de bienes culturales nos referimos a representaciones y símbolos.
- Los rituales festivos, y los carnavales lo son especialmente, son tradiciones culturales vivas,
- Las fiestas son creaciones culturales que reflejan formas de vida y valores, expresan todo una cosmovisión de creencias y proyectan la identidad social de cada pueblo o grupo social.
- Son exponentes significativos de las formas de vida colectivas, de los pueblos y grupos sociales que los constituyen.
Su valor deriva de su significación como referentes identitarios para determinados colectivos. La fiesta y los carnavales específicamente, frente a otros tipos y modalidades patrimoniales de carácter material o monumental, son elementos vivos, dinámicos, y por ello en permanente proceso de cambio y transformación.
De aquí y derivado asimismo de los fenómenos de aculturación (homogeneización) y turistización (mercantilización) su vulnerabilidad por la fragilidad que representa lo intangible. Las fiestas reproducen simbólicamente la sociedad, o como en el caso de los carnavales la niegan o invierten ritualmente ; y son elementos estratégicos para la representación de las identidades colectivas,
Suponen formas de expresión y de identificación de la comunidad que las celebra y protagoniza. Crean en los individuos conciencia de pertenencia. Su dimensión temporal las dota de valores testimoniales, pues representan parte esencial de la memoria colectiva de los pueblos,
Las fiestas, y los carnavales entre ellas, son fuente esencial de identidad profundamente vinculadas al pasado, pero también al presente, manifestaciones tanto de perdurabilidad como de cambio temporal, nexo de transmisión cultural y de comunicación intergeneracional; porque las culturas y sus diversas formas de expresión están en continua evolución.
De tal manera creo que como otros aspectos relevantes y significativos del patrimonio inmaterial las fiestas debieran considerarse en el sistema educativo, dado que encarnan formas de vida vivas de la comunidad en las que se dan y generan un sentimiento vivo de continuidad.
- Son testimonios tanto del pasado (la continuidad) como del presente (la transformación).
- Una manera de preservar el patrimonio festivo intangible, en las culturas locales, es mediante su conocimiento, a través de la transmisión intergeneracional de sus formas manifiestas y los valores latentes, así como mediante su divulgación vía las organizaciones culturales y educativas.
La educación es un factor importante para la protección de los bienes culturales intangibles, Los programas de diversas materias de los currícula preuniversitarios debieran contemplar el estudio del patrimonio intangible en general y el de los rituales festivos en particular.
Ello, sin lugar a dudas, contribuiría a su preservación. Ahora bien, no hay que perder de vista el principio de que la cultura material e inmaterial es indisociable. Los elementos de nuestra cultura son tan materiales como semánticos. Todo lo material tiene un substrato inmaterial, Si no hay ningún elemento cultural sin materia, tampoco ningún elemento tiene vida en la cultura sin significado.
Como no existe patrimonio cultural inmaterial que no se apoye en elementos materiales, los rituales festivos comprenden diversas manifestaciones materiales: espacios culturales y escenarios sociales, imágenes y símbolos, cabalgatas, carrozas, disfraces, instrumentos musicales, etc.
- La fiesta como bien cultural intangible está relacionada con: 1.
- La memoria colectiva.2.
- La tradición.3.
- Los mecanismos de enculturación/socialización.4.
- La transmisión de valores culturales intangibles.5.
- La capacidad simbólica de representar la identidad social.6.
- La capacidad para generar autoestima, afectos y sentimientos compartidos.7.
La creatividad estética y las artes populares (artes rítmicas, artes plásticas, artes escénicas, artes kinésicas).2. Planteamientos y reflexiones antropológicas sobre los carnavales ¿Queda algo nuevo que decir sobre los carnavales? ¿Puede escribirse un texto original? ¿Existen ideas novedosas y planteamientos sugestivos? ¿Es un tema de investigación teórica, trascendiendo las realidades empíricas, agotado? Lo que parece evidente es que existe una amplísima pero desigual bibliografía producida desde las ciencias sociales, la historia, las artes plásticas y la semiótica.
El análisis y las reflexiones que se han hecho tienen que ver, lógicamente, con las formas de mirar que caracteriza a cada una de esas disciplinas. En cuanto a los orígenes hay quienes piensan que el carnaval fue introducido en Europa por los antiguos griegos y romanos. De manera que el cristianismo debió modificar las antiguas estructuras de los rituales de inversión celebrados en la antigüedad clásica (dionisias griegas, saturnales, lupercales y bacanales romanas).
Fiestas, todas ellas, que con ciertas cautelas podemos considerar con carácter similar o con cierto parentesco al carnaval cristiano. Para los defensores de estas tesis tal origen, transformado en cuanto a sus funciones y significados, persiste o se recupera en la cultura popular durante la Edad Media y el Renacimiento vinculado a la liturgia cristiana como el anverso de la cuaresma y en oposición a la cultura oficial (Bajtin 1941 y 1999).
- Argumenta el crítico ruso que el carnaval durante la Edad Media y el Renacimiento tiene por sí mismo una lógica; es una realidad separada del mundo de la jerarquía y de la autoridad.
- Es, en definitiva, una alternativa al mundo normal, una experiencia utópica,
- Es más, mientras la fiesta oficial servía para consagrar la estabilidad y perennidad de las reglas, con el fin de sancionar el orden social vigente, el carnaval, en cambio, era el triunfo de una especie de liberación transitoria, la eliminación provisional de las relaciones jerárquicas entre los individuos.
El carnaval de la antigüedad, aparte, ignoraba toda distinción entre actores y espectadores. Los espectadores no asistían al carnaval, sino que lo vivían, ya que el carnaval estaba hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval es la vida misma la que interpreta y durante cierto tiempo el juego se transforma en vida real (Bajtin 1999: 12-15).
- La idea de la superposición de los significados cristianos sobre los paganos, sin que estos elementos fueran totalmente eliminados en la vieja sociedad rural europea, permitía un tempus de permisibilidad ante la severa formalidad de la cuaresma (Burke 1991: 274).
- Julio Caro Baroja consideró que el carnaval tradicional, quiérase o no, era hijo del cristianismo, y que es imposible concebirlo sin la idea de la cuaresma (1965).
Aunque actualmente ha perdido su relación íntima con el período de ayuno y abstinencia cristiano, mantiene en cambio las fechas de celebración y la aparente subversión del orden y las jerarquías sociales. Algunos autores han querido ver en las fiestas de locos que florecieron en Europa durante la Edad Media un tiempo fuera del tiempo, el origen o evocaciones de las tradiciones que en la antigüedad romana estuvieron vinculadas a ritos paganos.
- Y consideran que los antecedentes del carnaval medieval están en las fiestas que entre principios de diciembre y mediados de enero celebraban los niños, el bajo clero, los diáconos y dependientes de los cabildos catedralicios en los templos e incluso en las calles.
- Las fiestas de locos surgieron en una época en la que la gente tenía una capacidad muy desarrollada para la fiesta y la fantasía; se invertía el ceremonial, se oficiaba de manera bufa y se creaba una antiliturgia (Gaignebet 1974).
Los niños del coro, los clerizones e incluso los canónigos elegían un obispo de locos y a veces también un papa de locos. Realizaban toda suerte de imitaciones e inversiones grotescas donde la jerarquía de los valores quedaba invertida: se transformaba el estatus de los grupos de edad, los niños profesaban de adultos, los tontos representaban el papel de reyes y los monaguillos ejercían de obispos.
- El falso prelado dirigía plegarias y pronunciaba sermones disparatados.
- Se bailaba en los claustros y por las calles; se celebraban procesiones y falsas misas, en las que los participantes se colocaban los hábitos al revés y cubrían los rostros con máscaras.
- Y en vez de bendecir a los feligreses los maldecían (Burke 1991: 279).
Se violaban las jerarquías, se abolían temporalmente los privilegios, las situaciones y los estatus de preeminencia. Se trataba de representar el mundo al revés, evocando la inversión que significó el nacimiento del Niño-Dios en un pesebre (Cox 1969).
Los rituales de inversión y los desordenes que presidían las fiestas de locos, ceremonias burlescas cristianas, están más vinculados a la celebración de la liturgia según las reglas de la iglesia que a los rituales de la antigüedad. Esta antigua y extraña tradición de danzas y representaciones jocosas, imitaciones paródicas e irreverentes, mascaradas y regocijos que atacaban y ridiculizaban la jerarquía eclesiástica y los poderes civiles, significó un tiempo de extravagancias, reproche a los privilegiados, revancha de los subalternos y negación/inversión de las posiciones sociales,
En suma, trastocamiento de las reglas, los valores y una sátira de las costumbres (Heers 1983). Los rituales públicos alientan y mantienen la cohesión de la comunidad; si bien son polifónicos y ambivalentes en sus funciones y significados. Los rituales de rebelión o la liberación cíclica de las presiones sociales permiten que los sujetos expresen su resentimiento contra la autoridad sin cambiar nada (Muir 1997).
La supresión de normas y tabúes, durante el ritual y la fiesta, y su corolario de libertades, protestas y caos, de crítica a la estructura social vigente, tentativas para que las cosas se transformen, etc., son en realidad expresiones encaminadas a preservar e incluso reforzar el orden social establecido,
Los conflictos e intereses antagónicos entre los grupos que configuran las sociedades estratificadas dificultan el equilibrio social. Una de las finalidades del ritual es la cohesión social; y aunque el carnaval en sus modalidades convencionales se presenta como un ritual de rebelión, en realidad opera como estrategia para reconducir a la gente, tras cierto estado de catarsis, a la situación anterior al paréntesis que significa la fiesta.
- Ello según la teoría del reequilibrio que explica que, tras el conflicto ritual, más aparente que real, la sociedad vuelve a su estado normal.
- Es decir, rituales que figuradamente expresan conflictos o protestas contra el orden social, como los carnavales clásicos, en realidad son contribuciones a su mantenimiento (Gluckman 1963, 1965 y 1978).
De manera que hay que ver el proceso ritual como mecanismo institucionalizado y regulador del control y el equilibrio sociales. Es decir, una función del carnaval sería la de reforzar los valores y las jerarquías, en suma, las desigualdades existentes dentro de las sociedades estamentales y estratificadas.
En otros tiempos la transgresión autorizada operaba a modo de “válvula de seguridad” que dejaba escapar las tensiones y así garantizaba a quienes ejercían la autoridad y el control social que lo mantuvieran e intensificaran el resto del año. Refiriéndose a la teoría de la transgresión, Umberto Eco ha escrito (1984) que la violación de una regla o norma necesita un marco social.
Sin una ley válida que se pueda romper es imposible el carnaval. De manera que el carnaval puede existir sólo como transgresión autorizada de un período de excesos, laxitud y permisibilidad. De lo que puede inferirse que el carnaval más que desestructurar el orden social contribuye a su reforzamiento; o sea, a vigorizar la ley en clave festiva.
- Profundicemos en estas ideas.
- Se ha definido el carnaval como una fiesta que expresa la inversión simbólica de la realidad social,
- Durante los carnavales se desestructura coyunturalmente el orden social.
- Sátira, disfraces, máscaras, liberación de tabúes, desembarazamiento de controles sociales, etc., convierten estas fiestas, por unos días y momentos, en la antiestructura.
Retomando la teoría de los ritos de paso de Arnold van Gennep, Víctor Turner (1969) se fija en los momentos liminares en los que se instaura la antiestructura, que episódicamente desorganiza las jerarquías. El carnaval puede considerarse como una fiesta caracterizada por la transgresión metafórica o ritual de las normas establecidas,
- Un gran número de ritos del carnaval incluyen una inversión de estatus, sexos, edades, rolesAhora bien, los ritos de inversión conducen a una “experiencia estática”, a una exaltación del sentido de comunidad – comunitas -, seguido de un regreso a la estructura social normal.
- De manera que la carga de contestación del carnaval demuestra en realidad la coherencia del orden social.
Lo que hace pensar que el coyuntural “mundo al revés” era permitido por el poder y los grupos dirigentes, como especie de válvula de escape de los grupos subalternos, quienes veían así compensadas ritualmente las frustraciones derivadas de la desigualdad en riqueza, poder y estatus.
- Burke 1991: 287).
- De tal manera el carnaval sirve, y a veces inconscientemente, para reforzar, en unos casos, y poner en tela de juicio en otros, el sistema de valores de la comunidad; pero también para afirmar, en términos simbólicos, la identidad social y la propia existencia diferenciada del grupo.
La fiesta juega un papel liberador de la cotidianidad, supone una parada en el monótono discurrir de las sociedades, sirve, como la fiesta por antonomasia, el carnaval, tiempo de inversión de roles rituales -donde por unos días, artificial y ficticiamente, todo cambia para que nada cambie en el transcurrir del año-, para que -parafraseando a Giuseppe Tomasi Lampedusa en el Gatopardo – todo permanezca igual, de válvula de escape de los instintos.
Hay que recordar la importancia terapéutica de la “transgresión consentida” de normas y reglas que presionan y reprimen el comportamiento instintivo, natural, de los miembros de la sociedad, explicitada con mayor intensidad bajo la impunidad que permite la careta, el disfraz, el antifaz o la máscara, o la propia inversión figurada de roles, tal como el travestismo.
La dramatización de un período de alegría que precede a la cuaresma cristiana, la escenografía de los carnavales y la producción de significados en los imaginarios colectivos, así como las representaciones culturales del tiempo y el espacio, las transformaciones demográficas y las alteraciones morfológicas que sufren las poblaciones durante el tiempo de carnaval son factores clave a la hora de analizarlo; porque crean espacios y tiempos, socializados, llenos de sentidos y significados.
- Las formas expresivas, la pluralidad de códigos discursivos y el carácter vivencial, pero efímero, de esta manifestación ritual genera comportamientos sociales singulares.
- De entrada llama la atención, por lo que tiene de aparente paradoja, el hecho de que las autoridades municipales y las instituciones políticas, otrora objeto de las críticas y los agravios, se hayan convertido hoy en su más directo impulsor.
El carnaval actualmente ha pasado de ser una fiesta postergada a ser una fiesta protegida, incluso subvencionada. Y es que cuando, como en democracia, no es políticamente correcto prohibirlos, se intenta controlarlos perspicazmente regulándolos; es decir, encorsetándolos.
- Es un proceso en ocasiones inconsciente.
- De tal manera pueden hacerse dos lecturas del carnaval: la oficial y la no oficial, o lo que es lo mismo, el carnaval institucional, programado, construido de arriba abajo; y el callejero, de abajo a arriba.
- Se trata, en definitiva, de dos cuestiones bien diferentes: la fiesta y el espectáculo,
Mientras que en la primera, que responde al modelo inconsciente, el que transgrede la norma y subvierte lo establecido, se da la activa participación, la segunda se distingue por la pasiva recepción de la exhibición que ejecutan unos pocos. En ambas, aunque en dispar grado, la dramatización teatral, histriónica, es un componente fundamental.
- Entiendo la noción de espectáculo, basándome en su etimología, por aquello que entra por los ojos; o sea, para que haya espectáculo es necesario la existencia de un grupo de protagonistas y de otros, los más, en el papel de auditorio, coro o comparsa.
- La fiesta, en cambio, es la activa participación.
La parte festiva del carnaval sólo se vive y percibe cuando concluye aquélla, el espectáculo festivo. Es cuando la gente protagoniza la calle, cuando se culturizan y cargan de contenidos y significaciones sociales los espacios abiertos, rituales, públicos, nunca privados.
- La destrucción momentánea, pero cíclica, anual, del orden social a través de la máscara, la inversión de papeles, la crítica”institucionaliza” los comportamientos carnavalescos.
- El desarrollo, año tras año, de una serie de conductas no permitidas en el transcurso de la vida cotidiana opera pautándolas, llegando incluso a convertir tales actitudes en ordinarias, es decir, esperadas.
Se trata de que”durante unos días cambie algo -lo formal y externo-, para que todo permanezca igual -lo estructural-“. Como ya he señala, hay quienes explican el carnaval como la destrucción simbólica del orden social establecido ; otros, en cambio, lo entendemos justamente como su refuerzo.
El carnaval posibilita la transformación vía el travestismo, el revestimiento o la inversión simbólica, ritual, de la realidad. El disfraz y las máscaras borran fugazmente las diferencias sociales, de jerarquía, etc. Se establece, durante estos días, un igualitarismo social ritual, Función que a mi modo de ver cumplía/cumple el ataviarse con el impropiamente denominado traje regional, indumentaria convencionalmente usada en algunos de nuestros carnavales.
Pero los elementos materiales visualizables, como la máscara o el disfraz, no sólo transforman la personalidad, sino y sobre todo metamorfosean a los grupos sociales. Durante los días de carnaval, cuando señalados miembros de las oligarquías locales y de la burguesía rural se ausentaban de las ciudades y de las culturas locales, metafóricamente se construía una estructura irreal, se creaba una sociedad ficticia, inexistente.
- Simbólicamente se establecía una sociedad que no se correspondía con la estructura social real, sino con una suerte de antiestructura.
- Hay quien quiere ver en ello la ruptura de la estructura; otros lo entendemos precisamente como su refuerzo; dado que ciertas formas de desequilibrio social, más aparente que real, producen un refortalecimiento de la estructura.
Al jugar todos a la inversión de valores, estatus, roles, etc., se diluye el espíritu reivindicativo, de denuncia y, concluidos los días de celebración, quemadas ciertas cantidades de adrenalina y agotadas las energías, se llega a una dócil disciplina.
- De manera que figuradamente la fiesta encarna la coyuntural destrucción de la estructura social y, por ende, la creación de otra nueva, artificial, que fortalece el estado de cosas anterior.
- Ritualmente se establece una ruptura de reglas para crear, en un tiempo extraordinario, otras distintas.
- Es decir, al mismo tiempo se origina, alegóricamente, la desestructuración, el refuerzo y la conservación del sistema vigente y de la estructura,
Bien es verdad, como ya he señalado, que durante un tiempo gobierna la estructura imaginaria que se genera en un período litúrgico, Por un tiempo, con principio y fin, se diluyen externamente las diferencias, recreándose una afinidad simulada. Con la cíclica destrucción se consolida, remoza y vigoriza el orden establecido.
La inversión y negación de los valores e ideologías que regulan/regulaban el orden social, que se produce en estos días, es imposible en la realidad diaria, pero la denuncia, la protesta, la crítica canalizada cada año por medio del carnaval se convierte en una estrategia socialmente “institucionalizada”, y, en consecuencia, falta de toda operatividad.
Y ello porque, si nos referimos a su función crítica, en libertad, con democracia, existen múltiples cauces para denunciar la injusticia. Las instituciones y sus representantes han comprendido que es mejor estar en el sistema -carnaválico- que contra él.
Es por lo que, como los demás ciudadanos, representan un papel en el juego. Su rol de blanco de la mofa pública ya no es el que históricamente, debido a la inversión que presidía la coyuntura, le otorgaba el pueblo. Lejos están los tiempos en los que la crítica o el insulto producían mellas en el establishment,
Los descontentos, las protestas se producen y canalizan periódicamente, pero vaciadas de contenido. Se está produciendo un subliminal rapto en cuanto al sentido profundo y las funciones del carnaval en su versión clásica o tradicional. Actualmente se trata más de una representación que de una fiesta de inversión o de liberación.
- La crítica reglamentada, programada, normalizada, nunca es crítica, es domesticación,
- Y ello porque inexorablemente cada año se espera de antemano este tipo de conductas; o pretendidos escarnios.
- Es decir, están absolutamente asumidas en la dialéctica de las relaciones entre el poder y el pueblo.
- Desde tal punto de vista hemos de convenir en que el carnaval “histórico”, aquel de ribetes subversivos, ha muerto.
Y ha muerto, como sagazmente adelantó Julio Caro Baroja, porque el fundamento del carnaval era la prohibición. Y ha muerto, también, porque en una sociedad secularizada la cuaresma ha pasado a mejor vida. Frente a las teorías al uso, los lugares comunes, el carnaval se muestra como un sistema de comunicación mediante símbolos y metamorfosis de variado género que subrayan la inversión ritualizada de los roles,
El carnaval, como he indicado, sirve a veces inconscientemente para reafirmar la estructura social sobre la que se establece el juego de las relaciones sociales, asimétricas, en la propia sociedad donde se produce, la que le llena de significados. Expresado en otros términos: el carnaval es fiel aliado del poder en cuanto que, contra lo que se cree, protege lo preceptivo en razón de la ordenación del desorden,
Me parece, de otro lado, que el carnaval urbano, pero asimismo otras modalidades peculiares en el medio rural, se están convirtiendo en objetos de consumo, En la sociedad capitalista basada en el mercado, donde todo se compra y vende, el carnaval es también un producto cultural comercializable.
La mayor rivalidad que puede observarse durante tales celebraciones entre ciertas poblaciones próximas, en el caso extremeño, me sugiere tal lógica. Se está dando la circunstancia de que algunas localidades, tanto con la intención de atraer forasteros como al objeto de evitar que se desplacen sus jóvenes, han puesto en marcha la estrategia de adelantar o de atrasar las fechas propias de tales ocasiones para no hacerlas coincidir con las que los celebran en las cabeceras de comarca o en poblaciones de mayor entidad demográfica.
De esta manera se consigue, además, alargar el período de celebraciones festivo-carnavalescas. Sea como fuere, los carnavales estandarizados, producto turístico, se están convirtiendo, quizás en detrimento de los valores de identidad o compartiéndolo con ella, en mercancía comercial.
Actualmente asistimos a una progresiva espectacularización de la cultura y el carnaval, especialmente visible en cuanto a la fiesta en sus modalidades más urbanas. Concluido el tiempo carnaválico, tras la cíclica quema de adrenalina y de energías vitales acumuladas, el poder hegemónico, especialmente el de las instituciones políticas, y la rutina laboral reconducen al pueblo.
Tras la transgresión regulada se vuelve a las distinciones iconoclastas de lo bueno y lo malo, lo permitido y lo prohibido, lo legal y lo ilegal, lo políticamente correcto y lo políticamente incorrecto. O sea, además de la evidente alienación que significan algunos carnavales, el ritual opera como amortiguador cultural, a modo de terapia psicológica colectiva, de tensiones, conflictos y enfrentamientos sociales, económicos, laborales, familiares, etc.3.
- Caracterización de los carnavales en Extremadura En varias ocasiones me he ocupado de los carnavales y de algunos de los rituales precarnaválicos que caracterizan ciertas fiestas invernales en Extremadura.
- Es más los rituales festivos, como manifestaciones del patrimonio inmaterial, son desde hace un cuarto de siglo uno de mis objetos de estudios preferentes, a los que he dedicado parte de mis energías vitales y parte significativa también de mi producción intelectual.
Actualmente se cumplen once años de la edición de la obra colectiva Los carnavales en Extremadura. (Entre la fiesta y el espectáculo), que dirigí en 1998. En mi estudio traté las diversas modalidades que revisten los carnavales en Extremadura e intenté sintetizar el conocimiento etnográfico que poseemos sobre sus formas de expresión.
En el texto “El carnaval y los carnavales en Extremadura: la transgresión ritualizada”, establezco una clasificación de los carnavales en la región. Tratando de trascender los aspectos formales y manifiestos he invertido algún tiempo y he dedicado varias investigaciones con la intención de tratar de descifrar y comprender algunas de las claves sociales que implica el ritual festivo, sus funciones y significados actuales en mi propia sociedad,
En la Comunidad Autónoma de Extremadura se celebra todavía un carnaval rural y otro urbano. Se caracteriza el primero por el relevante protagonismo de figuras aisladas, botargas reales o ficticias, o en grupo, en torno a las cuales gira la fiesta. Es, en contraste con el urbano, de mayor pobreza estética debido fundamentalmente a la falta de recursos materiales y a la propia tradición, ya que comúnmente no se adquieren ex profeso para la ocasión, sino que en sobrias y limitadas variantes se reutilizan los preexistentes.
- La espontaneidad y el alto grado de participación popular, que no espectáculo, le aleja igualmente de la oficializada celebración que preside los carnavales urbanos.
- Es más, mientras que en la ciudad el ciclo carnaválico ha quedado reducido a los tres días previos a la Cuaresma, salvo singulares excepciones, en parte de la ruralía extremeña se extiende a lo largo de un dilatado período precarnavalesco.
Con diferencias locales y de subáreas socioculturales, el ciclo se inicia durante las fiestas en torno a las Santos Inocentes, Final y Año nuevo, San Fulgencio, San Antón, San Fabián, San Sebastián, las Candelas, etc. Días de celebración ritual son también el Jueves de Compadre (Ribera del Fresno, Casares de las Hurdes, Salorino, Valencia de Alcántara, Campillo de Llerena, Montijo, Zarza de Granadilla, Palomas), Jueves de Comadre (Escorial, Torrequemada, Santibáñez el Bajo, Villanueva del Fresno, Garvín de la Jara, La Coronada, Valdelacasa de Tajo, Zarza de Granadilla, Güijo de Galisteo, Güijo de Granadilla, Madrigalejo, Morcillo, Albalá, Palomas, Aldehuela de Jerte, Berrocalejo); el Jueves Lardero (Cabeza del Buey, Herrera del Duque); el Domingo Gordo (Cuacos de Yuste, el Cerezal, el Gasco, la Coronada) y el Domingo de Piñata (Albalá, Valencia de Alcántara, Azuaga).
- En todas ellas ha de subrayarse el importante papel que juega la naturaleza,
- En 1998 ensayé una caracterización de los carnavales, a partir de mi experiencia empírico-etnográfica en Extremadura, apoyándome en las complejas y polisémicas categorías que comprenden, según quien las maneje, lo urbano y lo rural: I.
El carnaval urbano 1. Modelo consciente: el oficial-institucional. Las sociedades.2. Modelo inconsciente: el espontáneo y popular. La calle: – Ciclo de celebraciones más reducido y concentrado. – Combina la fiesta y el espectáculo. – Mayores cotas de aculturación-estandarización-urbanización.
- Consumista-Producto turístico.
- Material, estética y plásticamente más rico.
- Mayor control-Más institucionalización.
- Reglamentado-regulado.
- Más mediatizado (municipio, asociaciones amigos del carnaval, barrios).
- Modelos estéticos inspirados en el exotismo y en la oferta de los medios de comunicación.
– Mayor capacidad demográfica. Agrupaciones más numerosas (comparsas). – Rivalidad/prestigio. – Mayor número de celebraciones en lugares cerrados y de acceso restringido. II. El carnaval rural – Ritual y fiesta. Alto grado de participación. – Hábitat natural: la calle.
- Mayor pobreza estética, falta de recursos y reutilización de los materiales.
- Ciclo de celebraciones más prolongado.
- Espontaneidad, imaginación y mayor diversidad de escenas y ceremoniales.
- Protagonizado por figuras y grupos en torno a las que gira el ritual.
- Presencia de animales, reales o figurados.
– Mayor transgresión de las normas e inversión de los valores dominantes. – Mantiene expresiones de una antigua estética popular: tirar, arrojar, pegar, romper, violentar, cambiar las cosas de sitio
- – Expresiones orales, estética gestual y kinésica peculiar.
- Como ceremonias propias de estas fiestas en el medio rural, aunque no exclusivas de Extremadura, cabe mencionar las siguientes, varias de ellas ejecutadas por el grupo de edad y género que representan los quintos:
1. Las corridas de gallos : (Albalá, Gata, La Coronada, Esparragosa de la Serena, Cilleros, Aldeanuela de la Vera, Ceclavín, Cabezabellosa, Cabrero, Torreorgaz,, Valdelacasa de Tajo, Campillo de Deleitosa, Aldehuela de Jerte, Barrado, Berrocalejo, Fresnedosa de Ibor, Güijo de Galisteo, Pinofranqueado, Robledollano, Tornavacas, Valdehúncar, Zarza de Granadilla, Aldeanuela de la Vera, Barrado, Majadas de Tiétar),
- En Piornal y otras localidades la ceremonia recibe el nombre de pingonear los gallos,
- También se corrían en Aldea del Cano, Santa Ana, Torrecillas de la Tiesa, Casas de Don Pedro o Montánchez, donde actualmente se corren las cintas.2.
- Las vaquillas, que figuradas, de mentirijillas, embolás, vacas, vacas antruejas, romeras, pendonas, hormigas, vaca lela, toras, toros de fuego, hacen su aparición, o lo hacían, en las Hurdes, Hoyos, Santa Cruz de la Sierra, Berrocalejo, Torreorgaz, Arroyo de la Luz, Garvín de la Jara, Cabezabellosa, Bohonal de Ibor, Oliva de Plasencia, Moraleja, Montánchez, Zarza de Granadilla, Ahigal, por San Blas en Garrovillas, el Día de los Tiznotes en Campo Lugar o en Tornavacas, donde en otros tiempos salía una vaquilla acompañada del Trapajonero, personaje carnavalesco que con un palo al que ataba trapos perseguía a los más jóvenes; quienes solían tirarle coles.
Pero las hay también reales: vaquillas del aguardiente (Ceclavín), la de los hermanos de Manolo, cofradía burlesca que protagoniza el carnaval en Losar de la Vera; las de Mérida, Plasencia o el también desaparecido toro-rebruja, embolado, de Serradilla.
Hay que recordar aquí, en correspondencia con el tiempo del carnaval, lo que representa en nuestra cultura el toro suelto, la bestia, en términos de desorden y caos.3. Botargas, Carantoñas y Mojigangas, figuras y grupos humanos revestidos, o figurados personajes chanceros y jocosos construidos a base de madera, paja y trapo en torno a los cuales se desarrolla la fiesta.
De tal suerte ocurre con Jarramplas en Piornal, Taraballo en Navaconcejo, Pero-Palo en Villanueva de la Vera, el Boo o Zampajigos en Pasarón, los Bujacos de Casar de Cáceres, las Carantoñas de Acehuche, Martilandrán y Fragosa, la Carantolla de Galisteo, los Jarramachis de Valdestillas, Jurramachis de Alcuéscar, los Jurramachos de Montánchez, los Febrerillos de Cáceres, el Morcillo de Aceituna, los Compadres de Ribera del Fresno y Fuente del Maestre, los Candelarios de Feria, las Pantarujas de Almendralejo y otros muchos muñecos y peleles de bálago que, como el Marimanta que se “procesiona” por la ciudad de Badajoz en la víspera de las Candelas, acaban su efímera existencia en el fuego expiatorio.4.
La utilización del impropiamente denominado traje regional en la fiesta de la inversión (Gargüera, Montánchez), pretendiendo acaso “raptar” culturalmente el poder de subversión del orden establecido, aunque tan sólo sea ritualmente, que tradicionalmente poseyó este período. Con su uso se pretende, quizás, igualar lo que la estructura socioeconómica muestra diverso, enfrentado, desigual ¿Se pretende controlar un ritual de “inversión-rebelión” mediante un artificial igualitarismo ceremonial? 5.
El poner sahumerios en los zaguanes de las casas, costumbre y práctica social de carnaval extendida por el norte cacereño y el sur de la provincia de Badajoz.6. El rito de pedir los huevos y los chorizos por los quintos y los tradicionales petitorios y aguinaldos de los productos derivados del cerdo (Pinofranqueado, Güijo de Granadilla, Garganta la Olla, Segura de Toro, Navalvillar de Ibor, Valdecañas de Tajo, Higuera, La Garganta, La Granja, Güijo de Galisteo, Güijo de Granadilla, Valdeobispo, Campillo de Deleitosa, Aldeanuela del Camino, Valverde de la Vera, Fresnedosa de Ibor, Berrocalejo, Torremenga, Tornavacas, Cabrero, Rebollar, Robledollano, Campillo de Deleitosa, Zarza de Granadilla),
En Talaveruela de la Vera se conoce la costumbre como pedir la muela,7. La ceremonia de adornar, pasear, emborrachar y sacrificar los machos cabríos. Correr los machos, que engalanados con cintas, cencerros y campanillas son callejeados en Jerte, Cabezabellosa, Cabrero, Valdestillas, la Granja, Zarza de Granadilla y otras poblaciones de la provincia de Cáceres.8.
Arrojar agua y tirar pegas, tiestos, pucheros, ollas, pipotes y bombillas fundidas dentro de las casas y en las calles (Robledillo de Trujillo, Navalvillar de Ibor, Higuera la Real, Malcocinado, Alconchel, Alburquerque, Feria, Cheles), El juego de la entrega de los cacharros, muy practicado en el Portugal rural, es uno de los capítulos destacados de la fiesta.
Allí se la conoce bajo los nombres de Domingo de Caqueira, de cabacinha, o jogo da panela, Y en Malcocinado, donde los días de carnaval se arrojan globos de agua y los jóvenes juegan al tábiro, juego de la olla o del cántaro. A tal práctica en Villafranca de los Barros se denominaba montear, y en Zafra antrojar,
El lanzamiento de búcaros, espiches y otros recipientes de barro también se hacía en Olivenza, Alburquerque, Serradilla, Villanueva del Fresno, etc.9. Tiznar la cara con corcho quemado y otros materiales (Santa Ana, Puerto de Santa Cruz, Las Hurdes, Maguilla, Campo Lugar, San Vicente de Alcántara,, Navalvillar de Ibor), donde están institucionalizados el Día del tiznote o del tizne -martes de carnaval-, el Mascarón, costumbre que consiste en embadurnar el rostro con el corcho quemado o el arrojar salvado, agua -Higuera la Real, Robledillo de Trujillo-, o harina durante el Día de los enfariñamientos -Cedillo-.
- En Arroyomolinos de la Vera desapareció la costumbre de que los mascarones arrojasen ceniza 10.
- La comensalidad pública y el consumo conspicuo, ceremonial, de carne de cerdo y platos que adquieren carácter emblemático durante el ciclo, como por ejemplo, las sopas de antruejo,
- Parece incluso como si el nombre de uno de los días clímax de la celebración, el Domingo Gordo, procediese de la relación con lo que más peculiariza al cochino, la grasa, la gordura, el tocino.
O en todo caso con la idea que asocia lo gordo con la abundancia, y ésta, sin dudas, con la imagen que proporciona un cochino matancero abierto en canal. A este respecto valga el ejemplo de Zafra, donde al Domingo Gordo se conoce bajo el nombre de Bacanal de la grasa,
También representa el carnaval, al menos en su versión tradicional, un tiempo de desorden en la alimentación, pues es/fue un tiempo contrario al ayuno. El carnaval “regulaba” la gula, el exceso, y representa los placeres terrenales y la carnalidad. No en balde don Carnal se personifica, frente a la escuálida vieja de siete piernas, la Cuaresma, como un ser glotón, sensual y crapuloso.
Quizás en la literatura universal la mejor representación del realismo grotesco y la vida crápula, asociado al carnaval, esté en las descripciones que François Rabelais presenta en su obra Gargantúa y Pantagruel. Y el modelo pictórico de lo que representó el carnaval en tiempos medievales y renacentistas, como exceso y satisfacción de necesidades primarias o naturales, las imágenes de las obras de Jerónimo Bosch, el Bosco, y el combate de Carnaval y doña Cuaresma de Brueghel el Viejo, son paradigmáticas.
En estos días es tradicional consumir en San Vicente de Alcántara el embuche, a base de pestorejo, rabos, costillas y tocino de cerdo. Y en la Roca de la Sierra la sopa de buche, cuyos ingredientes principales son el buche, cotubillo, carne, tocino, huevos, cebolla, presta o hierbabuena y pan.11. Un carnaval, casi desparecido, de características religioso-castrenses,
Existen/Existían cofradías de Ánimas jerárquicamente estructuradas y estrechamente vinculadas al culto de las Ánimas benditas del purgatorio y a un carnaval de ánimas (Cabezabellosa, Navazuelas, Peraleda de San Román y el Gordo). Y desde al menos el siglo XVIII hasta fechas recientes en Garganta la Olla existía una hermandad de carnestolendas que se ocupaba de la organización de los antruejos.
En plena vigencia tenemos todavía el carnaval de ánimas de Villar del Pedroso. Todavía hoy durante los carnavales algunos obispados, parroquias y cofradías, como puede comprobarse consultando la prensa regional, convocan Triduos en desagravio del Santísimo, Contrarrituales que fueron habituales durante la II República, antes y después de la guerra civil, así como durante la transición democrática.12.
Frente al modelo de carnaval urbano que trata de imponerse, y con especial intensidad en los últimos tiempos coincidiendo con los procesos de homogeneización social y globalización económica, están apareciendo nuevas formas y especializaciones de la fiesta para marcar la particularidad cultural, pero también como formas de resistencia simbólica contra las tentativas uniformadoras.
Se trata de procesos de retribalización como respuesta a la creciente y hegemónica universalización; lo que algunos denominan macdonalización. Pienso en los casos de las ceremonias recientemente creadas o reactualizadas que tienen lugar en Zafra durante el encierro de Bigotes, pantomima que representa el encarcelamiento, durante el período de desorden carnaválico, de quien figura la intolerancia y la autoridad institucional; el Día del serón, en Villanueva de la Serena, la quema del Febrero en Cáceres y el Marimanta en la ciudad de Badajoz; o del Día de la Atravesá de Mérida.
Todas son especificidades, algunas cuasi perdidas, de un incipiente carnaval original, que contribuye a construir/reforzar tanto la imagen exterior de la población que lo celebra como la identidad local. Todas las manifestaciones y prácticas anteriormente descritas, especialidades del carnaval “rural” en Extremadura, se festejan en la calle.
En algunas, como durante el Jueves de Comadre o en el día de la Candelaria, se produce una sutil inversión de papeles sociales. Durante tal coyuntura las mujeres monopolizan aspectos de la vida social que de ordinario les están vetados por el lugar que tradicionalmente han ocupado en la estructura social; de tal manera que ritualmente se establece una inversión en la posición social que ocupan los sexos.
Tiene el carnaval tradicional su enemigo mayor en el acelerado proceso de cambio y en la supuesta uniformidad que están produciendo los fenómenos de globalización. Tendencia unificadora que se fortalece, asimismo, mediante el control municipal que implica la confección de un programa oficial que, miméticamente, copian unas localidades de otras.
La reglamentación municipal es un factor que tiende a subrayar los valores urbanos, así como a afianzar la estandarización del carnaval del medio rural. El carnaval urbano, más rico plásticamente, pero más mediatizado también, tiene su máximo esplendor en las fiestas de Badajoz, Navalmoral de la Mata, Cáceres, Plasencia, Coria, etc.
Como he escrito más arriba, en él pueden establecerse dos variaciones que muestran aspectos distintos de la fiesta. De un lado, la versión consciente, oficial, que está presidida por altas cotas de aburguesamiento e institucionalización (pregón oficial, concursos, elección de reinas, mises, reyes y reinas de carnaval, desfiles y cabalgatas, celebración de bailes y otros actos en lugares cerrados y vetados o de acceso restringido al público en general, programación preestablecida e impresa, planificación mediante comisiones oficiales de carnaval, etc.); y del otro, en cambio, la versión informal, más espontánea y callejera.
Al modelo consciente responderían igualmente los amanerados bailes de las sociedades privadas y la actuación bien intencionada, qué duda cabe, de las niveladoras comisiones de festejos y sus homónimas, las reglamentadas asociaciones paraoficiales, tales como la FALCAP (Federación de Asociaciones Locales del Carnaval Pacense) o los Amigos del Carnaval (Badajoz, Plasencia, Mérida, Don Benito), que con manifiesto espíritu proteccionista, de potenciación o salvaguardia, entre los resultados más evidentes, están el de dirigir u orientar aspectos concretos de la celebración del ritual, e influir en la regulación de otros.
Por otra parte, los concursos, los premios y la búsqueda de prestigio social motivan la rivalidad entre los grupos, las asociaciones, comparsas, etc., mediante la ostentación de lujosos disfraces y exóticas y no menos llamativas y fastuosas máscaras.
- Ahora bien, los modelos de inspiración de los colectivos y las agrupaciones suelen ser, en un porcentaje elevado, los puestos de moda y los que por diversos cauces promocionan los medios sociales de comunicación y la ideología dominante.
- De aquí, precisamente, su abundancia y repetición.
- Notas Quizás actualmente sólo quedan de ellas las bromas que nos damos el día de los Inocentes y algunos de los rituales que practicamos en torno al fin y principios de año.
Julio Caro Baroja (1979): El carnaval. (Análisis histórico-cultural), Madrid, Taurus, Entre otros estudios teóricos y etnográficos que he dedicado a los carnavales y a las fiestas y los rituales cíclicos asociados a ellos cabe citar los siguientes: (1987): “Una botarga carnavalesca: el ‘Jarramplas’ y ‘San Sebastián'”, en Revista Frontera, 1: 3-8.
- Caja de Ahorros de Badajoz.
- Badajoz; “Los carnavales de la ciudad de Badajoz.1900-1936.
- ¿Reproducción de las estructuras? ¿Antiestructura? ¿Ritual de rebelión del orden social? ¿Naturaleza versus cultura?”, en J.
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- Jiménez Berrocal y C.
- Dochao Sierra (1997): Aprender desde el recuerdo.
- Una experiencia de investigación histórica a partir de testimonios orales.
- Aula de la Tercera Edad.
- Universidad Popular de Cáceres.
- Ayuntamiento de Cáceres; (1998): Carnavales en la ciudad de Badajoz.
- Sobre bailes de máscaras en 1815),
Diputación Provincial de Badajoz. Tecnigraf. Badajoz; (1998): (1998):”Aspectos socioantropológicos de los rituales festivos. (A propósito de la geografía de las Candelas en Extremadura)”, en P. Montero (ed.): Las Candelas. Una aproximación desde el Arte, la Historia, la Etnografía, la Religiosidad y la Música, 33-52.
Diputación Provincial de Badajoz. Tecnigraf. Badajoz; (1998) “El Pero-palo de Villanueva de la Vera”, en Raíces. Extremadura Festiva, 326-336. Edita HOY Diario de Extremadura. Badajoz; (1999): “Aproximación etnográfica al ‘Jarramplas’. Piornal”, en Jornadas de Antropología de las Fiestas. (Identidad, Mercado y Poder), 63-70.
M&C Publicidad. Diputación Provincial de Alicante. Sueca (Valencia);(1999): “Prólogo”, en P. Montero: Badajoz. Carnaval. Glosario del carnaval de Badajoz (1981-2005), Ayuntamiento de Badajoz. Tecnigraf; (2004): “El fuego ritual y la purificación. Caracterización de las fiestas de las Candelas en Extremadura”, en R.
Jimeno Aranguren y J.I. Homobono Martínez (eds.): Fiestas. Rituales e Identidades. Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía, 26: 247-257. San Sebastián, Eusko Ikaskuntza. Algunas de estas fiestas ya no se celebran. Debido a la ideología ecologista y la nueva sensibilidad naturalista por lo animales algunas de ellas han dejado de celebrarse, o los gallos se corren previamente sacrificados.
Otra razón ha sido la promulgación en el 2002 de la ley sobre la protección de los animales aprobada por la Cámara Legislativa Extremeña.
- Algunas ya no se celebran.
- En algunas poblaciones ya no se piden.
- En algunas localidades ya no se realizan estas prácticas ceremoniales.
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- Turner, V.1988 El proceso ritual.
- Estructura y antiestructura,
- Madrid, Taurus,
- Los carnavales como bienes culturales intangibles.
Espacio y tiempo para el ritual
¿Por qué se afirma que las fiestas y celebraciones son formas de catársis social?
– ¿Por qué se afirma que las fiestas y celebraciones son formas de catarsis social? RPTA: Esto es debido a que a partir de estas los ciudadanos pueden liberar y eliminar emociones y sentimientos negativos.
¿Cuál es el origen de la palabra fiesta?
1. La fiesta en las colonias americanas Desde la perspectiva antropológica norteamericana parece predominar la definición de la fiesta como tiempo aparte ligado a ocasiones preestablecidas: “Por fiesta entiendo un día, unos días o un periodo de tiempo socialmente reconocido con el propósito de celebrar un evento del pasado como un santo, acción de gracias, navidad, el cumpleaños de George Washington, año nuevo o para señalar la transición de estaciones” 1 (Santino 1994: XXVIII).
- Daniel Bell (1979: 105) también define la fiesta como un momento de ruptura de la cotidianidad que puede entrar en conflicto con la ética puritana del trabajo.
- Su formulación es clara: sin dedicación exclusiva al trabajo no se fomenta la productividad, sin productividad no se genera crecimiento económico y sin éste el sistema capitalista se ve abocado al desastre.
Para Bell, en la fiesta subyace una irracionalidad que hace peligrar la marcha de la sociedad y de sus instituciones más serias como la ciencia, la economía o la política. Esta cosmovisión contemporánea tiene sus raíces en la herencia puritana que configuró la vida en las colonias americanas desde sus orígenes.
Ciertamente, la violenta reacción luterana contra los excesos de la fiesta en la iglesia y en la sociedad contribuyó poderosamente a su descrédito en las colonias del nuevo mundo: se limitaron los días de asueto e incluso se llegaron a prohibir juegos y espectáculos: “Es cierto que los puritanos consideraban los festejos populares de su tiempo como demoníacos.
lo que proporcionaba sosiego, alegría y diversión a los puritanos estaba a años luz del regocijo y la frivolidad de las fiestas” 2 (Stephenson 1979: 32). Los gobernantes de Nueva Inglaterra aspiraban a crear unas reglas universales con las que regir la sociedad y se les hacía intolerable la idea del mundo de la fiesta donde las normas sociales se ponían en entredicho.
- De hecho, algunas escisiones del protestantismo americano (cuáqueros y congregacionistas) pretendieron borrar del calendario todas las fiestas (incluso el día de Navidad estuvo en peligro) y concentrarlas en el domingo con un sentido de férrea religiosidad.
- Esta primera etapa de represión fue perdiendo fuerza hacia la primera mitad del siglo XVIII, debido tanto a una mejora de las condiciones económicas como a las masivas oleadas de inmigrantes no puritanos en su mayoría hostiles a la rigidez social reinante.
Aun así, el puritanismo continuó tiñendo la fiesta de una ambivalencia moral que no consiguió borrar el capitalismo industrial del siglo XIX. Filósofos y escritores de este período no cesaban de formular críticas contra el poder de la fiesta. Así, Emerson (2004: 16) resaltó la animalidad y la pérdida de control que se reproduce en la fiesta en cuanto fenómeno social: “existe siempre esa circunstancia vindicativa al acecho incluso en la salvaje poesía con la cual el ser humano intentó resaltar la fiesta”.3 La misma actitud de rechazo manifiesta Henry Adams (2002: 58).
La novela, verdadero manual de costumbres, menciona los peligros de la fiesta desde una perspectiva cotidiana: “Si los muchachos tuviesen fiesta, serían presa de las trampas del Thiergarten o de cualquier otro lugar, siempre con el resultado de agotamiento, fumareda, salchichas y cerveza”.4 El desarrollo capitalista, no obstante, comportará una paulatina pérdida del significado religioso de holiday, que se verá sustituido por un sentido de descanso laboral, que tampoco gozará de la aprobación de la sociedad americana ni tampoco de su literatura.
Connotaciones de frivolidad y hasta podría decirse falta de responsabilidad se atisban en la obra de Edith Warton (1998: 777): “Dada la ligereza de sus obligaciones profesionales, habría sido condenado por frivolidad por el clan Mingott si hubiera sugerido pedir fiesta en invierno”.5 Tras la primera guerra mundial, la fiesta y el tiempo libre se fueron democratizando y su presencia se fue extendiendo a capas cada vez más amplias de la sociedad estadounidense, aunque desde una perspectiva capitalista exacerbada.
El consumismo pasó a ser la nueva celebración norteamericana con el beneplácito de la incipiente industria del entretenimiento: “La semana corta está a punto de llegar ya que sin ella este país no será capaz de absorber su producción y continuar siendo próspero. es la influencia del ocio en el consumo lo que hace necesario acortar los días y las semanas laborables” 6 (Ibrahim 1991: 75).
Las últimas décadas del siglo XX han visto un cierto incremento en el tiempo de diversión y en las opciones de fiesta, pero sigue subyaciendo una visión crítica del ocio, como resalta Updyke (1970: 24), quien se atrevió a definirlo como “la amenaza más siniestra al bienestar del trabajador y tema de creciente preocupación por parte de los sindicatos”.7 2.
- La fiesta en España La antropología española se muestra radicalmente diferente.
- Martínez-Burgos (2004: 291) afirma que la fiesta es el espacio donde la comunidad cobra relieve y la considera un elemento clave en la organización de la actividad social ya que renueva los vínculos entre individuos.
- La dualidad trabajo/fiesta no tiene razón de ser porque la fiesta es razón del trabajo.
Gil (1998: 341) reafirma la ligazón histórica entre la cultura productiva y la festiva al señalar que, ya en la Edad Media, la península gozaba de una media de 115 días de fiesta al año que sumados a los 52 domingos alcanzaban la cifra de 167 días. Esta tendencia festiva se reafirmó durante los primeros reinados de los Austria, pero su consagración como fenómeno social llegaría en la España del Barroco: ostentación pública y excesos lúdicos que tenían como objeto ocultar el marasmo que vivía el estado en el siglo XVII.
- Como dice Chalmeta (1995: 80) citando a Gracián: “La fiesta era una farsa con muchas tramoyas y apariencias, célebre espectáculo en medio de aquel gran teatro de todo el mundo”.
- Los excesos festivos del barroco español fueron violentamente criticados por los pensadores y escritores del siglo XVIII que culpaban a la fiesta de la situación de postración en la que se encontraba el país.
Bajo el lema “menos fiestas y más trabajo”, se promulgó una serie de decretos de censura de la fiesta pública que culminaron en el reinado de Carlos III con la temporal prohibición de las corridas y las comedias. No obstante, ni los ataques del despotismo ilustrado ni los vientos de cambio que impuso el radicalismo revolucionario en la vecina Francia, penetraron con suficiente fuerza en la península ibérica como para desprestigiar la fiesta, que continuó siendo el motor de la existencia, por encima incluso de necesidades básicas: “Sí, respondió Pedro; pero hay fiesta, y se lo llevarán allá los amigos: siempre ha sido tan bailador, que dejaría la comida por un fandango” (Caballero 1998: 65).
A partir de la segunda mitad del siglo XIX se inició un proceso de secularización y racionalidad que hizo mella en la fiesta, al menos formalmente. La incipiente exaltación del trabajo señaló a la ociosidad festiva como madre de todos los vicios y propuso modelos de fiesta productiva como modelo de regeneración social.
En este sentido, la introducción de la economía capitalista de mercado en España significó un aumento de la jornada laboral y en consecuencia un recorte de los días festivos. Aunque esta reducción nunca fue tan drástica en la península ibérica como en las sociedades anglosajonas, es cierto que las necesidades de producción ayudaron a reducir el número de jornadas festivas del calendario.
- La literatura se hizo eco de esta acepción semántica de manera mucho más consistente.
- Se multiplicaron las referencias a la fiesta en relación con el trabajo entendiéndola como una antítesis de la actividad laboral: “Muchos domingos, al llegar a casa de doña Hortensia, me encontraba con que no había nadie, y solía entrar en el almacén.
Los empleados me conocían. Allí se trabajaba lo mismo días de labor que días de fiesta” (Baroja 2002: 90). El racionalismo materialista del siglo XX, sobre todo a partir de los años 50, ha acentuado aún más si cabe la pérdida de religiosidad formal de la fiesta y se ha iniciado una larga batalla por la conquista del tiempo libre.
- Sin la presión anglosajona del trabajo y sancionado por la costumbre post-industrial, el mundo festivo se ha impuesto como necesidad vital.
- La España del fin de siglo ha pasado a ser una sociedad consumidora, pero sobre todo productora de ocio y tiempo libre.
- Como decía proféticamente aquel alcarreño de El Jarama: “Cosa frecuente es esa en los madrileños, de puro desquiciados para la fiesta.
Más muertos hacen las fiestas que los días de labor” (Sánchez-Ferlosio 2006: 105).3. La fiesta peninsular frente a la holiday norteamericana: estudio diacrónico Etimológicamente, la palabra fiesta es un descendiente semiculto del latín tardío festa, que provenía de la forma latina festum y ésta, a su vez, derivaba del adjetivo festus-a, -um.
- En latín clásico, la colocación más habitual de festus ocurría junto al sustantivo dia normalmente en forma plural festa dies, con el significado de jornadas en las cuales se ofrecían sacrificios en honor a un determinado dios o se celebraban juegos y banquetes públicos.
- El vocablo festa se mantuvo durante las invasiones bárbaras a través del latín eclesiástico, lo que explica el mantenimiento de la “f” inicial y un cierto giro semántico que tendió a enfatizar el aspecto espiritual de la palabra.
Hacia el siglo XIII el uso de la forma festa se comenzó a compaginar con su variante fiesta. Ambas coexistieron durante algo más de un siglo aunque la primera seguía contando con una mayor cantidad de colocaciones en los textos que conservamos de la época (concretamente 40 casos frente a 21 según el CORDE de la R.A.E entre 1200 y 1300).
La alternancia léxica deja entrever, no obstante, una cierta variabilidad connotativa. Como señala Corominas (1991), la tradicional festa parecía referirse más al espíritu y se encontraba usualmente en contextos de lengua más cultos: “El día de la festa del arcángel precioso era el mar más quedo, yazié más espacioso” (Berceo 2002: 111) mientras que la fiesta servía para describir situaciones más paganizantes: “Quando Salomón fizo el templo consagrar, vinieron grandes gentes la fiesta celebrar” (Ruíz 1990: 60).
A partir del siglo XIV la forma festa dejó definitivamente paso a fiesta y su consolidación supuso no sólo abarcar el campo semántico de la festa, sino también reafirmar su significado como “alegría, regocijo y diversión” que se incorporará en lo sucesivo como primera acepción en glosarios y diccionarios.
- Covarrubias (1995: 409) en la primera definición de fiesta se hace eco de este sentimiento: “Los gentiles tenían sus días de fiesta, en los cuales ofrecían sacrificios a sus vanos dioses.
- Y comúnmente decimos, cuando hay regocijos, que se hacen fiestas”, pero también se refiere a la fiesta religiosa: “La Iglesia Católica llama fiesta la celebridad de las pascuas y los domingos y días de los santos”.
El primer diccionario de la Academia de 1732 recoge una ampliación del espectro de la palabra fiesta, que pasa a cinco entradas, indicio de su creciente relevancia en la lengua y en la sociedad. Continúa apareciendo como primer significado: “Alegría, regocijo o diversión.” pero la novedad es la incorporación de la fiesta pública y popular: “Se llama también el regocijo público que se hace con el concurso del Pueblo” y la aparición del sustantivo en forma plural con dos significados: “La Pascua y sus vacaciones.
los agasajos que se hacen para ganar la voluntad de alguno”. Además de las definiciones anteriores, el diccionario de 1732 nos proporciona las siguientes colocaciones y locuciones que remarcan la existencia de un poder real y un poder religioso en la celebración de la fiesta: – Fiesta doble: la que la Iglesia celebra con rito doble.
– Fiestas inmobles: las que la Iglesia celebra en ciertos y determinados días. – Fiestas movibles: las que celebra la Iglesia en diferentes días del año. – Fiestas reales: los festejos que se hacen en obsequio de alguna persona real, o en su presencia.
– Fiesta de guardar: el primer Mandamiento de la Iglesia. – Estar de fiesta: estar alegre, gustoso y de chiste. – No estar para fiestas: estar desazonado y enfadado, o no gustar de lo que se propone. – Echar las fiestas: publicar el párroco en la misa del domingo. Las siguientes versiones de los diccionarios de la Academia durante los siglos XIX y XX mantienen en esencia las acepciones anteriores con ligeras ampliaciones: – Fiesta de armas: antiguamente, combate público de unos caballeros con otros para mostrar su valor (1803).
– Guardar las fiestas /santificar las fiestas: ocuparlas en cosas de Dios (1817). – Hacer fiestas: dejar la labor o el trabajo algún día como si fuera de fiesta (1817). – Holgar la fiesta: faltar a misa (1817). – Quien te hace fiestas o te quiere engañar o te ha de menester: cuidado con los aduladores (1817).
- Coronar la fiesta: completarla con un hecho notable.
- Suele usarse irónicamente (1852).
- Aguar la fiesta: turbar cualquiera especie de regocijo (1884).
- Tengamos la fiesta en paz: expresión que se emplea para pedir a una persona que no dé motivo de disturbio (1884).
- La palabra holiday deriva de la combinación de las formas del inglés antiguo hãlig y d æ g.
La partícula hãlig provenía del xailaz proto-germánico, equivalente al sanctus en las lenguas románicas, cuyo primordial significado parecía ser “buen augurio” o “inviolabilidad” mientras que d æ g descendía directamente del dia latino. Debido a la inconsistencia de los copistas medievales en la separación de palabras resulta difícil concluir si ambos elementos aparecían juntos hãligd æ g o separados hãlig y d æ g.
Hacia finales del siglo XIV en la forma combinada hãligd æ g la ã no se redondeó en ô sino que se acortó en a lo que dio lugar a haliday/halidai : “Iesus went himfor to plai With childir on a halidai” (Kuhn 1966: 450). Como apunta Room (1986: 84), el significado de halidai se centraba más en la noción de día de descanso y diversión, dejando la fiesta religiosa para la forma no combinada.
En la forma no combinada la a larga se convirtió en o corta dando lugar a holyday/holiday cuyo uso aparecía fundamentalmente ligado a contextos religiosos: “Hyt fille upon an holiday _at Sabot hight in Iewis lay” (Bogholm 2008: 172/11929), pero su empuje consiguió paulatinamente engullir a haliday.
A partir del 1500 holy day y holiday coexistieron en el vocabulario popular con significados diferentes: el primero de carácter religioso y el segundo de carácter secular. El primer vocabulario de la lengua publicado en los Estados Unidos, A School Dictionary en 1798 no recoge la palabra holy-day ni por supuesto holiday.
En el glosario de Elliot de 1800, sin embargo, ya aparece el término holy-day, aunque con una única definición: “anniversary, feast, day of joy”. El Noah Webster’s American dictionary of the English language (1828) recoge las siguientes acepciones de holiday: – “A day set apart for commemorating some important event in history”.
- A festival intended to celebrate some event deemed auspicious to the welfare of a nation”.
- An anniversary festival, devoted to religious solemnities; as Christmas holydays”.
- A day of joy and gayety”.
- A day of exemption from labor; a day of amusement”.
- Si establecemos una comparación con las correspondientes acepciones que presentaban los diccionarios contemporáneos de la Real Academia, lo primero que salta a la vista es la mayor variedad semántica de la fiesta española ya en el siglo XIX, expresada en un mayor número de entradas y frases hechas.
Si bien en ambas lenguas se menciona el carácter religioso de la fiesta, así como su connotación de alegría y diversión, los diccionarios norteamericanos hablan de ausencia de trabajo y de contribución al bienestar del país, mientras que las definiciones españolas se refieren a actividades públicas y populares.
- Tomando otros diccionarios norteamericanos posteriores, observaremos que las diferencias de significado que ofrecen son mínimas, fruto de las escasas variaciones semánticas que sufrirá la palabra holiday a lo largo de los primeros 60 años del siglo XIX.
- Los cambios semánticos se precipitarán en las últimas décadas del siglo XIX coincidiendo con el fuerte proceso de secularización que experimentó la sociedad norteamericana.
Los aspectos más profanos de la fiesta se superpondrán al sentimiento religioso, lo que supondrá en los diccionarios el arrinconamiento de la entrada “holy day” en favor de holiday. En The Clarendon dictionary (1898) holiday es la única entrada del vocablo y se define en términos de: “festival day, a day of amusement” mientras que la edición de 1916 muestra muy claramente el cambio de significado que ha experimentado la palabra: “Originally, a religious anniversary; now a day set apart for exemption from labor or for a formal or informal celebration”.4.
La fiesta en los diccionarios norteamericanos y españoles contemporáneos Comparando las definiciones de la fiesta en los diccionarios de inglés americano y español peninsular se observarán interesantes diferencias de significado. Para el español peninsular se han utilizado los diccionarios Diccionario de Uso del Español (María Moliner, M.M), el Diccionario de Español (Manuel Seco, M.S), el Diccionario Vox (VOX) y el Diccionario de la Real Academia Española (R.A.E), en ese orden.
Las primeras definiciones en castellano son: – “Reunión de gente en algún sitio para divertirse o pasar agradablemente el tiempo unos con otros” (M.M). – “Día en que, por ser domingo o por celebrarse una solemnidad religiosa o civil, no se trabaja y están cerradas las oficinas y ciertos establecimientos públicos” (M.S).
- Día del año eclesiástico de mayor solemnidad y en que los fieles tienen obligación de oír misa, y de abstenerse de trabajos serviles” (VOX).
- Alegría, regocijo o diversión” (R.A.E).
- En estas primeras acepciones ya se apuntan las características más relevantes de la fiesta española.
- Se observa una permanente mezcla de elementos religiosos y profanos (espiritualidad y diversión), pero especialmente se justifica el concepto de fiesta como antítesis del trabajo.
Algunos diccionarios parecen encuadrar la fiesta en un espacio temporal, mientras otros se refieren a la felicidad de un grupo humano en general. La segunda acepción, por el contrario, presenta un mayor énfasis en la temporalidad de lo religioso y sus diferentes manifestaciones, aunque María Moliner continúe hablando de fiesta mundana y la R.A.E.
- Siga refiriéndose a la ligereza de la broma: – “Conjunto de actos extraordinarios.
- Con que se celebra en una casa un acontecimiento familiar” (M.M).
- Día en que la Iglesia conmemora un misterio, u honra de manera especial a Dios, la Virgen o algún santo” (M.S).
- Día en que la Iglesia celebra la memoria de un santo”(VOX).
– “Chanza, broma” (R.A.E). En la tercera entrada aparecen los conceptos de fiesta nacional y de celebración pública o popular excepto en el de la Real Academia: – “Conjunto de actos y diversiones que se organizan en algún sitio para regocijo público, con motivo de algún acontecimiento o en fechas señaladas del año” (M.M).
– “Día laborable destinado a exaltar algo” (M.S). – “Día en que se celebra alguna solemnidad nacional o civil” (VOX). – “Día que la Iglesia celebra con mayor solemnidad que otros, mandando oír misa en él y emplearlo en obras santas” (R.A.E). Las últimas definiciones explican situaciones definitivamente modernas como las vacaciones escolares o la asociación de la fiesta con actos sexuales: – “Caricia o demostración de cariño” (M.M).
– “Acto sexual” (M.S). – “Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para distraerse/ Vacaciones que se guardan por Navidad, Pascuas, etc.”(VOX). – “Vacaciones que se guardan en la fiesta de Pascua y otras solemnes” (R.A.E). Para analizar las definiciones de la palabra holiday en la literatura léxica norteamericana, se han utilizado el Oxford English Dictionary (O.E.D) en su versión estadounidense, el Webster’s College Dictionary (W.C.D), el The American Heritage Dictionary (A.H.D) y el Encarta World English Dictionary (E.W.E.D).
- Veamos la primera definición que nos ofrecen los diccionarios estadounidenses: – “A consecrated day, a religious festival” (O.E.D).
- A day fixed by law or custom on which ordinary business is suspended in commemoration of some event” (W.C.D).
- A day free from work that one may spend at leisure, especially a day on which custom or the law dictates a halting of general business activity to celebrate a particular event” (A.H.D).
– “A day taken off or set aside for leisure and enjoyment, when somebody is exempt from work or normal activity” (E.W.E.D). Este primer significado se centra particularmente en el hecho que se suspendan las actividades laborales para conmemorar algún día señalado.
Si comparamos esta primera acepción en los diccionarios norteamericanos con su correspondencia española, observaremos que no se hace el mismo hincapié ni en la religiosidad de la jornada ni en la alegría que expresaban los diccionarios españoles. Se ve más como una obligación impuesta por la tradición que como una manifestación común nacida de la voluntad popular.
La segunda definición continúa afirmando la holiday como un tiempo de descanso laboral y sólo tangencialmente aparece mencionada su conexión espiritual (los glosarios españoles centraban su segunda definición en la fiesta religiosa). Mención aparte merecen las dos acepciones que asocian la holiday con vacaciones, pero especifican que se trata de un uso particular del inglés británico: – “A day on which ordinary occupations are suspended” (O.E.D).
- Any day of exemption from work/ Vacation in the U.K” (W.C.D).
- A religious feast day; a holy day”(A.H.D).
- In U.K.
- Vacation” (E.W.E.D).
- Finalmente, la tercera definición sigue insistiendo en los mismos conceptos anteriores: vacaciones, recreo, cese de trabajo: – “Cessation from work; festivity; recreation” (O.E.D).
– “A period of exemption from burden” (W.C.D). – “Chiefly British, a vacation” (A.H.D). – “A day set aside by law or statute as exempt from regular labor or business activities” (E.W.E.D). En definitiva, la holiday norteamericana en inglés norteamericano se define primordialmente como un día de no trabajo y en menor medida se cita la celebración religiosa, el momento de alegría o una cierta euforia, mientras que en español la fiesta parece vascular entre la alegría mundana, la celebración popular y la solemnidad del espíritu religioso, pero siempre con la antítesis del trabajo como trasfondo.5.
- Contextos literarios y calificadores lingüísticos: un estudio comparativo La penúltima sección de este artículo pretende encontrar pruebas semánticas en la propia estructura de las dos lenguas que confirmen la diferenciación conceptual entre holiday y fiesta.
- En primer lugar, se llevará a cabo una comparación estadística de los diferentes significados que expresan las palabras clave en las muestras literarias recogidas.
Para examinar el uso diacrónico que las palabras clave han tenido en la lengua literaria a lo largo de la historia se ha recurrido a la ayuda de los córpora lingüísticos. En español, se ha utilizado el corpus diacrónico que la Real Academia ofrece por internet (C.O.R.D.E) mientras que en inglés norteamericano, a falta de un corpus general, se han utilizado las compilaciones textuales de William A.
Williams, Jr. bajo el título de Concordances of Great Books de libre acceso en la dirección www.concordances.com, Las muestras literarias estadounidenses son un total de 170, provenientes de 17 autores norteamericanos que abarcan los siglos XVIII, XIX y XX mientras que los ejemplos recogidos en español alcanzan los 237 casos de 57 autores repartidos a lo largo de siete siglos, del XIII al XX.8 En segundo lugar, se estudiará el cambio semántico que han experimentado los vocablos a través de la historia, cotejando sus divergencias y semejanzas para, finalmente, estudiar en profundidad tanto los calificativos y modificadores que anteceden o preceden a las palabras clave como sus colocaciones predicativas.
Es decir, atendiendo a criterios de variación sincrónica, de evolución diacrónica de los vocablos y de la frecuencia de aparición de las colocaciones nominales y verbales, se comprobará si lingüísticamente se siguen manteniendo las distinciones antropológicas, histórico-literarias y sociolingüísticas que hasta ahora hemos apuntado en secciones anteriores.5.1.
Evolución diacrónica del significado de holiday y fiesta y campos semánticos 9 Mediante el estudio de los cambios semánticos en los que incurre un lexema, se pueden constatar las transformaciones cognitivas de los conceptos de holiday y fiesta. El aspecto celebrativo de la fiesta peninsular ha ido ganando paulatinamente terreno por lo que respecta a su preeminencia semántica.
A excepción de las colocaciones del siglo XIII, donde el modo religioso dominaba en los textos, la frecuencia de la fiesta como celebración pagana ha sumado más apariciones que el resto de los significados juntos y su influencia ha ido creciendo secularmente.
Por lo que respecta al sentido religioso del término, ha pasado de una posición de fuerza durante la Edad Media y los siglos XV-XVI a un marcado retroceso a partir del siglo XVII, aunque este descenso no consigue arrebatar su lugar relevante dentro del campo semántico. El descanso laboral entró tímidamente a formar parte de la fiesta en las postrimerías del Siglo de las Luces y ha ido consolidándose como segundo valor de la palabra debido a los cambios industriales acaecidos a finales del XIX y durante el siglo XX.
Los toros, aunque ocupando siempre un espacio marginal, alcanzaron su apogeo en el Siglo de Oro, pero su porcentaje fue descendiendo hasta convertirse en casi anecdótico en los textos modernos del siglo XX. Por último, cabría reseñar que la escuela y la fiesta no parecen relacionarse mucho en las muestras de lengua analizadas ya que casi no se atisba su existencia en la estadística.
Gráfico 1. Evolución del campo semántico de la palabra fiesta |
Por lo que respecta a las variaciones históricas de la palabra holiday, el descanso laboral es sin lugar a dudas la primera asociación que se realiza con el vocablo holiday durante los siglos XIX y XX. Su frecuencia era notablemente mayor que los demás significados durante la revolución capitalista y se ha ido ampliando en la actual sociedad del ocio.
- El aspecto celebrativo se ha ido disociando poco a poco de la palabra en los últimos años poniendo de manifiesto una curiosa reticencia a la inclinación festiva.
- Por su parte, la connotación religiosa y la simbiosis escuela/ holiday también han ido cediendo terreno, aunque menos dramáticamente que en el caso del español, desde la abundancia que gozaban ambos conceptos en el siglo XIX.
Finalmente, la equivalencia muerte/guerra con la fiesta que se daban en dicho siglo desaparece demostrando su estrecha relación con el empuje industrial.
Gráfico 2. Evolución del campo semántico de la palabra holiday |
Al comparar los campos semánticos, destaca la abrumante identificación de la fiesta española con la celebración lúdica (64%) frente a un ostensiblemente menos expansivo 21% de la holiday norteamericana. Por el contrario, en inglés, el descanso, el tiempo libre de trabajo, es la asociación más frecuente (43%), muy superior al español que apenas consigue llegar a un 6%.
La religiosidad parece ocupar un lugar importante en ambos contextos, pero es más relevante en las muestras peninsulares (29%) que en las estadounidenses (19%). Finalmente, cabría destacar la importante presencia de las vacaciones escolares como sinónimo de holiday (15%) y su aparente inexistencia en la fiesta, al menos en los contextos estudiados.
Antes de concluir este subapartado no podemos dejar de mencionar dos grupos, como son el de los toros y la muerte. Ambos reflejan el riesgo en la vida pero, mientras que el español incorpora la alegría del espectáculo, el inglés se acerca al dramatismo de la guerra.
Gráfico 3. Distribución semántica del sustantivo fiesta |
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5.2. Las colocaciones nominales y predicativas de la fiesta Los adjetivos y sustantivos calificadores que acompañan a la holiday y la fiesta también proporcionan pistas lingüísticas sobre la palabra a la que complementan. He aquí una lista de las colocaciones en orden decreciente: A simple vista destaca el hecho que el espectro es claramente más amplio en español (65 casos frente a 47, aunque hay que tener en cuenta su superioridad en número de contextos) lo que prueba una presencia más extensa en el vocabulario de la fiesta española que su correspondiente norteamericana.
Gráfico 5. Colocaciones nominales de holiday |
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Las diferencias en el significado de las palabras que califican a holiday y fiesta no son demasiado espectaculares. Las categorías comprendidas en el campo religioso, de diversión, geográfico e institucional se asemejan extraordinariamente en sus porcentajes.
Las referencias temporales son más comunes en las colocaciones norteamericanas, mientras que las cuantitativas gozan de mayor popularidad en los ejemplos sacados de la literatura española. Destacar asimismo que muchos de los calificadores del español han sido agrupados en “otros” porque ocupan demasiados ámbitos y su gran dispersión resulta inmanejable en términos comparativos.
De todos modos, el mayor alcance de los campos semánticos de las colocaciones sigue apuntando a una mayor presencia en la lengua. Para recopilar más información connotativa sobre los contextos de los vocablos se pueden analizar las cinco colocaciones más habituales de estos vocablos:
Tabla 2. Colocaciones adjetivas de fiesta/holiday |
Estadísticamente, en inglés estas colocaciones son menos representativas, ya que sólo suponen un 24% del total, mientras que en español llegan casi a la mitad (42.5%). En cuanto a su pertenencia a grupos de significado, en inglés dos se refieren a motivos religiosos (Christmas, Easter), otras dos hablan de periodos de no trabajo (summer, Saturday) y la última expresa una cierta connotación institucional (national).
En español, por el contrario, tres aluden al hecho espiritual (solemne, santa, religiosa), una al tiempo (primera) y la más numerosa incide en la calidad de la fiesta (gran/ grande). Es decir, las cinco colocaciones más frecuentes siguen ahondando en las diferencias culturales entre ambos vocablos: la holiday es religiosa, de descanso laboral e impuesta por la ley o costumbre, mientras que la fiesta es religiosa, variada en manifestaciones y abundante en cantidad.
Antes de concluir este apartado dedicado a las colocaciones, convendría profundizar en el análisis léxico de las formas verbales que rigen los predicados de nuestros conceptos claves:
Tabla 3. Complementos predicativos de fiesta/holiday |
Resulta evidente que la fiesta se encuentra regida por un mayor número de predicados verbales que los hallados para holiday. Como se ha mencionado anteriormente, parte de la diferencia obedece a la desproporción de muestras en favor del significado español, pero sería miope dejar de constatar un superior grado de dispersión igual al que existe en las colocaciones nominales.
La palabra holiday aparece gobernada por formas verbales que expresan fundamentalmente pertenencia (25%), creación (15%), petición (10%) y tradición (10%), mientras que su correspondiente término castellano se une a verbos que comunican ideas de diversión (23%), tiempo (14%), percepción (13%) y tradición (12%).
El énfasis de cada lengua parece claro y diferenciado: las colocaciones verbales de los textos literarios estadounidenses enfatizan el sentido de pertenencia a una colectividad, en este caso semántica o sociolingüística, que organiza o recibe una celebración cuya existencia viene marcada por una costumbre arraigada en la sociedad y en el pasado.
Gráfico 7. Colocaciones predicativas de holiday |
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Todos estos análisis estadísticos del texto, el contexto y los lexemas parecen converger en tres hallazgos fundamentales. Por un lado, los campos semánticos ratifican una distinta caracterización de las palabras fiesta y holiday que no resulta en absoluto contradictoria con la descripción que nos ofrecía la antropología lingüística.
En segundo lugar, la fiesta ha demostrado en ambos registros una importante evolución semántica a lo largo de los siglos, fiel reflejo de los cambios de valores que han experimentado las palabras en la sociedad. La tercera conclusión sería que las colocaciones, ya sean sustantivas o verbales, han evidenciado la mayor relevancia de la variante peninsular con respecto a la norteamericana en cuanto a frecuencia de uso y, por supuesto, han confirmado la correlación sociolingüística entre el significado de las palabras calificativas y ciertos modelos o pautas de comportamiento.6.
conclusión A lo largo de este artículo se han ido analizando y comparando los términos fiesta y holiday con la intención de corroborar la hipótesis de partida que apuntaba a sus singularidades cognitivas, sociales y lingüísticas. Si para los antropólogos norteamericanos el mundo festivo se entiende como una peligrosa desviación del orden establecido, para los estudiosos españoles la celebración es un momento de sublimación en la existencia de cualquier sociedad.
El rechazo protestante que importaron las colonias norteamericanas se contrapuso al furor festivo peninsular del Barroco español. Los caminos se alejarían aún más con la irrupción del capitalismo moderno en los Estados Unidos y con el atraso industrial que caracterizó a la España del siglo XIX. El reflejo de la fiesta palideció en una cultura norteamericana que hacía del trabajo su máxima aspiración y floreció en la península ibérica como válvula de escape de la apatía en la que se hallaba sumido el país.
La revolución tecnológica del siglo XX ha acercado parcialmente los dos universos al potenciar el valor del ocio, pero el individualismo anglosajón se resiste a aceptar el valor comunitario de la fiesta. Desde el punto de vista estrictamente lingüístico se han comparado los vocablos holiday/fiesta sincrónica y diacrónicamente.
El análisis diacrónico ha contrastado las definiciones de los diccionarios a fin de determinar la evolución histórica de los significados en los glosarios norteamericanos y peninsulares. Una vez entendido el marco histórico se ha procedido a cotejar las explicaciones que nos daban los diccionarios actuales.
De esta comparación se han obtenido evidencias claras de interpretaciones cognitivas diferenciadas no limitadas a cada ámbito de lengua. Ver la distinta conceptualización que efectúan los diccionarios es tan sólo uno de los posibles campos de profundización interlingüística.
- Finalmente, se ha llevado a cabo un barrido de las colocaciones léxicas asociadas con la fiesta.
- Tomando toda la lista de sustantivos, adjetivos y verbos que la calificaban se ha calculado la prominencia semántica con porcentajes al tiempo que se han establecido patrones propios de frecuencia y pertenencia de las colocaciones más habituales.
Así pues, parece evidente que traducir holiday por fiesta y viceversa sin más, conduce a un cierto grado de incomunicación cultural, ya que los dos términos plantean posiciones culturales contrapuestas. No resulta posible hablar de la existencia de axiomas antropológicos semejantes ni de un vínculo etimológico común; tampoco es plausible el argumento de la coincidencia léxica en las definiciones de los diccionarios ni tan siquiera la falacia de la convergencia de campos semánticos.
Por todo ello, el estudiante español debe aceptar que la holiday norteamericana es la antítesis del trabajo y se asocia al consumismo, mientras que para el norteamericano la fiesta peninsular debe ser entendida como un crisol de experiencias comunes a medio camino entre el trasfondo espiritual y el goce mundano.
Notas 1 “By holiday I mean a socially recognized day or period of days set aside to celebrate an important person or event of the past, such as saints’ days, Thanksgiving, Christmas, or Washington’s birthday, or to mark a transition of some kind, such as the beginning of the new year or the turning of the season”.2 “It is true that the Puritans regarded the popular amusements of the day as of the devil.
what gave peace, joy, and amusement to the Puritan was leagues removed from the gaiety and frivolity of holidays.” 3 “there is always this vindictive circumstance stealing in at unawares, even into the wild poesy in which the human fancy attempted to make bold holiday.” 4 “If the boys had a holiday, they were apt to be taken on long tramps in the Thiergarten or elsewhere, always ending in over-fatigue, tobacco-smoke, sausages, and beer.” 5 “Little arduous as his professional duties were, he would have been convicted of frivolity by the whole Mingott clan if he had suggested asking for a holiday in mid-winter.” 6 “The short week is bound to come, because without it the country will not be able to absorb its production and stay prosperous.
but it is the influence of leisure on consumption which makes the short day and the short week so necessary.” 7 “the darkest threat to the well-being of the working man and the subject of increasing concern on the part of organized labor”.8 Las muestras estadounidenses son por razones obvias más recientes: las primeras corresponden a los escritos de Franklin durante el siglo XVIII y las últimas llegan hasta el teatro de postguerra del siglo XX.
Por lo que respecta a la selección de autores y obras se ha organizado en torno a varios criterios. En primer lugar se buscaba una cierta representatividad del autor en su cultura por lo que se han escogido escritores y escritoras que fueran reflejo de su sociedad y que a la vez la hubiesen influenciado de algún modo.
En segundo lugar se ha intentado recoger textos pertenecientes a diferentes géneros (narrativa, lírica, cuento corto, etc.) para recoger en lo posible todos los contextos literarios donde pudiese aparecer la palabra clave.9 a. Concordancias extraídas de los siguientes autores estadounidenses: Franklin, Fennimore, Poe, Cooper, Dickinson, Emerson, Douglas, Thoreau, Hawthorne, Melville, Alcott, Bowles, Twain, Alger, Whitman, James, Sinclair, Wharton, Grey.b.
Concordancias extraídas de los siguientes autores españoles: Anónimo (siglos XIII-XIV), Juan Manuel, Arcipreste de Hita, Díaz de Toledo, Juan de Mena, Guevara, Fernando de Rojas, Rodríguez Montalvo, Valdés, Luján, Mateo Alemán, Cervantes, Zayas y Sotomayor, Juan de Zabaleta, Isla, Torres Villaroel, Montegón, García Malo, Moratín, Fernán Caballero, Valera, Pereda, Pérez Galdós, Clarín, Ganivet, Pardo Bazán, Blasco Ibáñez, Baroja, Unamuno, Azorín, Valle Inclán, Gironella, Poncela, Sender, Fernández Flórez, Sánchez Ferlosio, Delibes, Cela, Martín Santos, Aub, Marsé, García Hortelano, Torrente Ballester, Gironella, Goytisolo.
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¿Qué significado tienen las fiestas y diversiones?
El vocablo latino festum es el plural de festa : de allí proviene la palabra fiesta, Se trata de un rito social, compartido entre un grupo de personas, donde se marca un cierto acontecimiento a modo de celebración. Los cumpleaños y las bodas son dos ejemplos de ocasiones que se festejan. El hecho de que una fiesta sea un rito implica que los participantes adopten un rol para la ocasión, por lo general descontracturado y desinhibido. La fiesta puede incluir música, baile, disfraces y comida, Cada fiesta tiene sus propios ritos: en los cumpleaños, por ejemplo, el agasajado suele soplar una o varias velas que se ubican en una torta.
- Los asistentes a la fiesta, por su parte, acuden con regalos para el cumpleañero.
- Existen muchos tipos de fiestas y entre las más conocidas, además de las ya citadas, nos encontramos con las llamadas fiestas sorpresas.
- Estas son las que organiza un grupo de personas para celebrar un cumpleaños o una buena nueva de otro individuo sin que este lo sepa para que así sorprenderle y emocionarle.
De la misma forma, también están las fiestas de despedidas de soltera o soltero. Estas se pueden definir como aquellas que se organizan para celebrar que un hombre o una mujer va a contraer matrimonio. Por eso, su grupo de amigos o familiares más cercano prepara una cena y toda una serie de actividades muy divertidas antes de que se produzca el día de la boda.
- De esta manera, se convierte dicho evento en la última fiesta que dicho individuo celebra como soltero o soltera.
- Asimismo tampoco podemos olvidar las también conocidas fiestas de disfraces.
- Las mismas se organizan para celebrar cualquier tipo de acontecimiento y en ellas los invitados deben ir vestidos de personajes de ficción, de animales, de figuras históricasLa imaginación es la que determinará el disfraz elegido por aquellos que, en ocasiones, deben ceñirse a las condiciones de dichos festejos que en ocasiones pueden indicar una temática concreta acerca del vestuario.
De esta manera, por ejemplo, cuando se organizan fiestas de disfraces con motivo de la celebración de Halloween se hace inevitable que quienes acudan a las mismas tengan que ir ataviados como personajes de terror tales como brujas, vampiros, zombies, momias En Carnaval es también otra de las fechas típicas para celebrar una fiesta de disfraces.
- La cantidad de personas involucradas en la fiesta varía de acuerdo al acontecimiento.
- Un cumpleaños puede incluir a unas pocas personas del mismo grupo familiar; en cambio, hay fiestas que son nacionales y que implican a toda una nación,
- En este último tipo de fiestas puede incluirse a la conmemoración del Día de la Independencia de cada país,
La fiesta oficial es aquella fiesta nacional en la cual el Estado se involucra en la organización. De esta forma, el gobierno suele decretar asueto para que la gente no tenga que cumplir con las obligaciones laborales y pueda sumarse a los festejos. Cabe destacar que el concepto de fiesta está asociado a la diversión y al regocijo más allá del evento en sí mismo.
¿Cómo se les decía a las fiestas en la antigüedad?
Las fiestas de antes Las fiestas de antes 25 de agosto, 2002 – 00h00 Un nostálgico recorrido por las fiestas y eventos sociales del Guayaquil del siglo pasado. Se imagina a su bisabuelo, cuando era joven, en 1920, llegando ebrio a su casa a las 05h00 después de una gran fiesta.
- Claro que no, de ser así, seguro que hubiera recibido un buen castigo con un látigo.
- Reprimenda “justa” en una época donde tanto las esposas como los hijos para salir de sus casas necesitaban permiso del jefe del hogar.
- Los eventos sociales que se celebraban en las décadas de los años 20 y 30 eran generalmente los bautizos, matrimonios y cumpleaños.
En las dos últimas, según el folklorista Guido Garay solo participaban las personas adultas y era muy raro que los niños y adolescentes estén en ellas. “Los cumpleaños empezaban a celebrarse a partir de las 16h00 y asistían solo las amistades de confianza.
Se iniciaba con el brindis de la “chicha de la santa o del santo” que era de tres harinas y podía ser de arroz, fréjol, ajonjolí, maní o jora, entre otros”. Luego, al ritmo de la música con vitrola se les servía a los hombres champán, coñac y vinos franceses, italianos o españoles y para las damas el rompope casero porque no acostumbran a ingerir bebidas fuertes.
Si de repente se presentaba al evento una amistad d poca confianza esta no subía a la casa, sino que el homenajeado bajaba un momento al zaguán a brindarle chicha. En la fiesta también se ofrecían emparedados de pan briollo con jamón del diablo o mortadela española enfundada en la tripa del chancho acompañados de gaseosas como la Fox, Frutal, Yes Yes, Minerva, Champán, Pavito real o Fioravanti.
- Además, pastel con abundante merengue, queso de leche, frutas en almíbar y manjar blanco.
- Y como plato fuerte a las 12 de la noche se servía un buen aguado de gallina criolla.
- En cambio, “en los matrimonios de las personas pudientes se brindaban también bocaditos de la dulcería La Palma y el clásico pavo relleno preparado en casa o adquirido en el restaurante El Fortich, que quedaba en Chimborazo y Nueve de Octubre”, recuerda Garay.
Los bautizos Una de las mejores fiestas que por esa época se celebraba era el sacramento del bautismo y confirmación de los niños. “Hasta 1955, el padrino acostumbraba a arrojar a la entrada y salida de la iglesia muchas monedas de diferentes valores para que los niños que estaban al acecho las cogieran.
Si no lo hacía, ellos le gritaban: ¡padrino cicatero. bolsillo de candelero!”, recuerda el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. Después, si los padres tenían dinero ofrecían en sus casas un ágape como si fuera un matrimonio y los padrinos entregaban a los asistentes como recuerdo una estampa impresa especialmente para la ocasión de la que colgaba una medalla que podía ser de oro, plata o bronce.
Sin embargo, los que no tenían posibilidades hacían la fiesta muy sencilla y brindaban un arroz con seco de chivo, aguado o meloso de gallina. Despedida de solteros Estas celebraciones aparecen en 1942. En una época en que las fiestas se incrementaban por las influencias de las corrientes europeas y estadounidenses, dice la socióloga Bertha Cuenca de Jaramillo.
La despedida de soltería de las mujeres, según la periodista e investigadora Jenny Estrada Ruiz, se realizaba entre ellas y, por lo general, era en la casa de la novia donde se le obsequiaba utensilios para el hogar. “Entonces, solo bastaba la música clásica, el brindis con cocteles como medias de seda o menta, y una amena y respetuosa conversación para pasarla bien”.En cambio, la despedida de soltería de los hombres, dice Garay, a excepción de algunos, consistía en ir de saco y corbata a algún cabaré en busca de prostitutas, bebidas alcohólicas y bromas pesadas.
Fiestas a luz prendida Por esa misma época, las fiestas de cumpleaños entre amigos se celebraban en sus casas a tempranas horas de la noche y a luz prendida, cuenta Estrada, pues a nadie se le hubiera ocurrido llegar al baldeo. “Cuando algún muchacho llegaba al baile y olía a licor, todas las chicas inmediatamente nos pasábamos la voz y él tenía que salir del lugar ya que nadie bailaba con un borracho, porque nos cuidábamos”.
Otra fiesta que toda muchacha soñaba ir era a la del colegio Vicente Rocafuerte, porque allí estudiaban muchos chicos de la alta sociedad. Pero solo podían asistir en grupo y un amigo respetable tenía que hacerse cargo de regresarlas a la casa a la 01h00 en punto. “El baile empezaba a las 21h00 y terminaba a las 02h00.
Era con dos orquestas y la tanda musical se abría con un paso doble, un chachachá, un merecumbé, una conga, un popurrí o un bolero”. La fiesta rosada Fue en 1950 cuando empezó a generalizarse la celebración de los 15 años y luego adquirió la denominación de Fiesta Rosada.
- Estrada recuerda que la quinceañera se vestía con traje sencillo y era acompañaba por una corte formada por sus mejores amigas.
- La fiesta empezaba a las 21h00 hasta las 02h00 y los invitados asistían con traje largo y terno.
- Si los 15 años se festejaban en la casa, el padre sacaba a la santa del cuarto y la llevaba cogida del brazo hasta la sala donde era presentada en sociedad por el padrino de bautizo con un discurso, o por un orador profesional que se contrataba para el efecto.
Pero si el festejo era en un club privado como el Yacht Club o el Tenis Club, el baile era amenizado con orquestas como la Blacio Jr., la Costa Rica Swing Boys o la Falconí Jr. El bufé de ese entonces, asegura Estrada, lo preparaban expertas. En los bocaditos de sal se especializaba Isabel Reyes, los dulces finos los hacía Grace Hoeb, y los platos fuertes que consistían en arroz con pollo, pavo relleno criollo y ensaladas, las señoritas Serrano y Falconí.
Salones y discotecas Otros salones donde también se iba a bailar por los años 60, recuerda Estrada, era en el Blue Room del hotel Crillón, en el hotel Humboldt y en el Cima’s del Bim Bam Bum. En este último, tocaba piano de cola Julio Oyague y el saxofón Horacio García. Otro sitio de diversión quedaba en la terraza del edificio Inca, en Nueve de Octubre y García Moreno y contaba con orquesta propia.
Años más tarde se inauguró el primer lugar oscuro llamado Key Club, cuyas paredes eran negras y la luz tenue muy indirecta, donde los socios entraban con su propia llave. Esas salas de baile fueron poco a poco desapareciendo, hasta ser reemplazadas por las modernas discotecas de hoy.
Fiestas infantiles Los cumpleaños infantiles, dice Garay, surgieron por la década del 40 y empezaban a las 4 de la tarde. Aunque no estuvo en muchos, cuenta que al santo le hacían una pequeña comida para que la disfrutara con sus amiguitos cercanos y primos, quienes le llevaban regalos. Después, las fiestas eran más amenas y se decoraban las casas con guirnaldas.
El cumpleañero rompía la piñata que consistía en una ollita de barro, decorada con papel crepé donde colocaban bombones y caramelos. También se daban de recuerdo a los invitados gorritos confeccionados por las propias mamás y que tenían forma de casco de bombero, de policía, de payaso o de enfermera. ¿Tienes alguna sugerencia de tema, comentario o encontraste un error en esta nota? El ser humano bueno es condescendiente, de mirada limpia, corazón transparente, dignifican el planeta. : Las fiestas de antes
¿Qué diferencia hay entre las fiestas y las conmemoraciones?
Algunos autores mencionan que ‘ conmemorar ‘ puede usarse para hacer referencia a cualquier hecho, triste o alegre, festivo o luctuoso, mientras que ‘celebrar’ únicamente se debe emplear para aludir a actos solemnes o acontecimientos festivos o fechas importantes, no a hechos vinculados a la muerte o a alguna