Pentecostés | EWTN En la fiesta de Pentecostés, los cristianos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, reunidos alrededor de la Madre del Señor (Hechos capítulo 2). La fiesta se celebra el 50 y último día de la temporada de Pascua.
En 2023, Pentecostés cae el 28 de mayo. ¿Cuál es la historia de Pentecostés? Los 11 apóstoles restantes regresaron a Jerusalén después de la Ascensión de Jesús al Cielo. Hechos 1:14 dice: “Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, y sus hermanos”.
Durante este tiempo, los Apóstoles eligieron un reemplazo para Judas Iscariote. Echaron suertes entre dos hombres, y la suerte cayó sobre Matías. Después de nueve días de oración, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos. Oyeron un sonido como un “viento poderoso”, y “lenguas como de fuego” descansaban sobre sus cabezas.
Al salir, Pedro se dirigió a la multitud que se había reunido. Aunque unas semanas antes había negado a Cristo tres veces, Pedro proclamó valientemente el Evangelio. Ese día, tres mil personas creyeron en Cristo y fueron recibidas en Su Iglesia. ¿Cuál es el significado de Pentecostés en las Escrituras? San Lucas describe la escena del descenso del Espíritu Santo como “el día en que llegó Pentecostés” (Hechos 2: 1).
Este quincuagésimo día (pentekoste) era para Israel una fiesta de la cosecha de primavera que terminaba los días de celebración después de la Pascua. También fue una celebración de la entrega de la Ley en el monte Sinaí. Para el cristiano, sigue siendo el “quincuagésimo día”, pero después de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, y la celebración del Don del Espíritu Santo.
El Catecismo de la Iglesia Católica (párrafos 731-732) dice: En el día de Pentecostés, cuando las siete semanas de Pascua habían llegado a su fin, la Pascua de Cristo se cumple en el derramamiento del Espíritu Santo, manifestado, dado y comunicado como una persona divina: de su plenitud, Cristo, el Señor, derrama el Espíritu en abundancia.
Ese día, la Santísima Trinidad se revela completamente. Desde ese día, el Reino anunciado por Cristo está abierto a los que creen en él: en la humildad de la carne y en la fe, ya comparten la comunión de la Santísima Trinidad, “El Espíritu del Señor dentro de ti es tan abrumador que debería ser lo más importante y visible en toda tu vida”.
– Madre Angélica ¿Por qué Pentecostés es importante para los cristianos de hoy? En Juan 14:26, Jesús dijo: ” l Consejero, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho”. Por lo tanto, Pentecostés no es solo un evento histórico.
Como cumplimiento de la promesa de Jesús, sigue dando frutos en la Iglesia de hoy, especialmente en los sacramentos del Bautismo y la Confirmación. ¿Quién celebra Pentecostés? Tanto judíos como cristianos celebran esta fiesta – para los judíos es la culminación del Paso de la esclavitud a la libertad en la entrega de la Ley Divina; para los cristianos, el cumplimiento de la Pascua de Cristo del pecado y la muerte en la entrega del Espíritu Divino.
- Sin embargo, estas fiestas ocurren en diferentes momentos, ya que la Pascua Judía y la Pascua de los Cristianos solo coinciden ocasionalmente.
- ¿Por qué se conoce a Pentecostés como el cumpleaños de la Iglesia? Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, inmediatamente comenzaron a proclamar el Evangelio.
De hecho, ese día se bautizaron tres mil personas. Los discípulos, mediante el don del Espíritu Santo, estaban respondiendo al llamado de Jesús de “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).
- El Espíritu Santo es vital en la misión y el testimonio de la Iglesia, por eso consideramos a Pentecostés como el nacimiento de la Iglesia.
- Cuán bueno es Dios al darme su Espíritu Santo para suplir lo que necesito para luchar por la santidad”.
- Madre Angélica ¿Por qué se llama Pentecostés? La fiesta se celebra el 50 y último día de la temporada de Pascua.
La palabra griega “pentekoste” significa “quincuagésimo”. ¿Por qué a veces se llama Pentecostés Domingo Blanco? Whitesunday, o Domingo Blanco, se refiere a las vestiduras blancas de los cristianos que fueron bautizados recientemente. Esto se usa particularmente en Inglaterra.
- ¿Cuál fue el origen de Pentecostés en el Antiguo Testamento? En el Antiguo Testamento, Pentecostés era una fiesta de la cosecha para la cosecha del grano.
- Esto se conoce como la Fiesta de las Semanas o la Fiesta de la Cosecha (Deuteronomio 16: 9-11).
- Entre los judíos modernos, se llama Shavu`ot,
- Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” Hechos 1:8.
¿Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Dios el Padre es la Primera Persona y Dios el Hijo (Jesús) es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Según el Catecismo (párrafo 691): “Espíritu Santo” es el nombre propio de aquel a quien adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo.
- La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el bautismo de sus nuevos hijos.
- El término “Espíritu” traduce la palabra hebrea ruah, que, en su sentido principal, significa aliento, aire, viento.
- Jesús, en efecto, utiliza la imagen sensorial del viento para sugerir a Nicodemo la novedad trascendente de aquel que es personalmente aliento de Dios, el Espíritu divino.
Por otro lado, “Espíritu” y “Santo” son atributos divinos comunes a las tres personas divinas. Al unir los dos términos, Escritura, liturgia y lenguaje teológico designan a la persona inexpresable del Espíritu Santo, sin ningún posible equívoco con otros usos de los términos “espíritu” y “santo”.
Si me amas, guardarás mis mandamientos. Y rogaré al Padre, y él os dará otro Consejero, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce; lo conoces, porque él habita contigo y estará en ti “.- Juan 14: 15-17 ¿Qué significa el Espíritu Santo para los cristianos? Romanos 5: 5 dice: “.
el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”. ¿Qué les enseña el Espíritu Santo a los cristianos? El Catecismo dice: “El conocimiento de la fe sólo es posible en el Espíritu Santo: para estar en contacto con Cristo, primero debemos haber sido tocados por el Espíritu Santo.
Viene a nuestro encuentro y enciende la fe en nosotros” (CIC, 683). “Si la gente escuchara al Espíritu Santo, lo escucharían decir: ‘Dios te ama'” – Papa Francisco ¿Cuáles son los siete dones del Espíritu Santo? Los Siete Dones del Espíritu Santo son sabiduría, entendimiento, conocimiento, consejo, fortaleza, piedad y temor del Señor (cf.
Is.11: 2-4). ¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo? El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones plasmadas en nosotros como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: «caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad» (Ga 5, 22-23 ).” (Compendio, 390).
El Espíritu Santo, nos lleva a las alturas de Dios, para que ya podamos experimentar en esta tierra la semilla de la vida divina que existe dentro de nosotros”. – Papa Benedicto XVI ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en Pentecostés? Aunque el Espíritu Santo ha estado obrando desde el principio formando la creación (Génesis 1: 1), a través de la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia, Él forma una nueva creación en Cristo.
Como dice el Catecismo, “El Espíritu Santo, que Cristo la Cabeza derrama sobre sus miembros, edifica, anima y santifica la Iglesia,” (CCC 747) ¿Cuáles fueron las dos señales del Espíritu Santo en Pentecostés? Las dos señales eran el “sonido, del cielo como el de un viento impetuoso” (Hechos 2: 2) y “lenguas como de fuego” sobre las cabezas de los discípulos (Hechos 2: 3).
¿Qué significa el día de Pentecostés en la Biblia?
¿Qué es el Pentecostés? El Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la Pascua (con la Pascua finaliza la Semana Santa, días en los que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús, el Viernes Santo y se celebra su resurrección y aparición ante sus discípulos el Domingo de Pascua).
- Con la Pascua inicia un periodo conocido como Tiempo Pascual, que dura cincuenta días (de ahí el nombre quincuagésimo), y que finaliza el Domingo de Pentecostés.
- Se celebra tanto en la religión judía como en la religión cristiana.
- Para la religión judía es muy importante porque recuerda el momento en que Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés.
En el año agrícola, Pentecostés era la segunda fiesta del calendario, la fiesta de la cosecha. Etimológicamente, la palabra proviene del latín Pentecostés, y esta, a su vez, del griego πεντηκοστή, (pentecosté), que significa ‘quincuagésimo’. El término, como tal, hace precisamente alusión a los cincuenta días que transcurren desde la Pascua hasta el Pentecostés.
Pentecostés con la iglesia: Los cristianos celebran en el Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, que tuvo lugar, según la Biblia, el quincuagésimo (50 días después) de la Resurrección de Jesucristo. En una reunión junto con todos los apóstoles en Jerusalén, se relata el descenso del Espíritu santo.
Ese momento fue el que marcó el comienzo de la iglesia, la comunidad cristiana y la expansión de la fe de Cristo, por ello, la Iglesia dedica la semana del Pentecostés en honor al Espíritu Santo, pero también celebra la Consagración de la Iglesia. Este día es una gran celebración para los cristianos y para el comienzo de la iglesia.En esta imagen se puede ver perfectamente (aunque sea una representación) La celebración del Pentecostés en diversas culturas: En España no es fiesta nacional, pero existen varios lugares en los que se celebra de manera importante.
- Almonte, Huelva, tiene lugar la celebración de la Virgen del Rocío miles de personas de España y Europa peregrinan hasta la aldea de El Rocío, a caballo o en coche para conmemorar el Lunes de Pentecostés, día en el que sacan a la virgen en procesión.
- En Atienza, en la provincia de Guadalajara, también tiene lugar una fiesta denominada La Caballada.
Esta fiesta ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, en la que los cofrades (miembros de una asociación de carácter religioso) montan a caballo, realizan carreras y sacan a la Virgen de la Estrella en procesión. Contador de visitas: 71.221
¿Cómo se celebra la fiesta de Pentecostés en la Iglesia?
Es un acto litúrgico que se lleva a cabo en la noche, por parte de creyentes que vigilan y reflexionan en oración, en grupo o comunidad. Se comparten oraciones, cánticos, la lectura de la Sagrada Escritura, testimonios, experiencias y vivencias en la celebración de la Eucaristía.
¿Cuáles son los 4 signos del Espíritu Santo?
En la teología cristiana, el Espíritu Santo —o expresiones equivalentes como son, entre otras, Espíritu de Dios, Espíritu de verdad o Paráclito, del griego παράκλητον parákleton : ‘aquel que es invocado’, del latín Spiritus Sanctus : Espíritu Santo— es una expresión bíblica que se refiere a la tercera Persona de la Santísima Trinidad,
Es, además, una compleja noción teológica por medio de la cual se describe una “realidad espiritual” suprema, que ha sido interpretada de maneras múltiples en las confesiones cristianas y escuelas teológicas. De esta realidad espiritual se habla en muchos pasajes de la Biblia, con las expresiones citadas, sin que se dé una definición única.
Esto fue el motivo de una serie de controversias que se produjeron principalmente durante tres periodos históricos: el siglo IV como siglo trinitario por excelencia, las crisis cismáticas de Oriente y Occidente acaecidas entre los siglos IX y XI y, por último, las distintas revisiones doctrinales nacidas de la reforma protestante,
Las interpretaciones de carácter trinitario –mayoritarias– consideran al Espíritu Santo como una “persona divina”, noción con la que se asume la deidad del Espíritu Santo, manteniendo, sin embargo, la unicidad del principio divino. Esta doctrina es compartida por católicos, ortodoxos y la mayoría de las denominaciones protestantes,
Según las interpretaciones de carácter Unitario, el Espíritu Santo es una “fuerza o cualidad divina” al modo de la sabiduría, la belleza, el amor o la bondad. El unitarismo comparte la visión de un Espíritu Santo impersonal, que actúa siendo el poder o fuerza activa de Dios, considerando que el Espíritu Santo es un “algo” y no un “alguien”.
Según las interpretaciones de carácter arriano, el Espíritu Santo es una “entidad espiritual” o naturaleza angélica de condición excelsa, muy cercana a la divinidad, pero diferente a ella por su condición de criatura.
Según las interpretaciones de carácter triteísta el Espíritu Santo es “otro Dios”, quizá de carácter inferior al Dios principal, pero que comparte con él la cualidad de ser increado.
Según las interpretaciones de la Unicidad de Dios o de los unicitarios, el Espíritu Santo es identificado como el mismo y singular Dios eterno, ya que Dios es Espíritu y es Santo, por lo cual es llamado el “Espíritu Santo”. Ellos no lo consideran como una fuerza impersonal, como el unitarismo, una entidad aparte de Dios, como el arrianismo, o una persona espiritual divina y distinta de Dios Padre, como el trinitarismo. Para ellos el Espíritu Santo es Dios mismo manifestándose en poder. Por su punto de vista que exalta la absoluta deidad de Jesús, Jesús sería el Espíritu Santo en su completa y absoluta deidad. Esta posición es abrazada por el Pentecostalismo unicitario,
Sobre la “procedencia” del Espíritu Santo, existe cierta unanimidad entre las diferentes confesiones cristianas. A excepción de la interpretación triteísta, que asume al Espíritu Santo como un ser increado e independiente de Dios, las otras tres interpretaciones consideran que procede de Dios, aunque se diferencian en la forma.
En el modalismo procede como “fuerza”, en el arrianismo como “criatura”, y en el trinitarismo como “persona”. El trinitarismo aborda, además, una cuestión adicional propia de su marco teológico: distingue entre la procedencia del Padre y la procedencia del Hijo, cuestión conocida como cláusula Filioque,
En lo referente a las “cualidades” del Espíritu Santo, teólogos cristianos asumen que es portador de dones sobrenaturales muy diversos que pueden transmitirse al hombre por su mediación. Si bien la enumeración de los dones puede variar de unos autores a otros y entre distintas confesiones, existe un amplio consenso en cuanto a su excelencia y magnanimidad. El Espíritu Santo suele ser representado con una paloma blanca que representa la pureza, otras representaciones son el fuego (simboliza la energía transformadora), el agua (simboliza su acción en el bautismo) o el viento (simboliza que no lo podemos ver).
¿Qué quiere decir la palabra Pentecostal?
Artículos Pentecostalismo, teología y cosmovisión Enrique Rodríguez Balam UACSHUM, CH, UNAM. Fecha de recepción: 24 de agosto de 2005. Fecha de dictamen: 9 de septiembre de 2005. Resumen El ensayo ofrece algunos planteamientos básicos para explicar el fenómeno del pentecostalismo, su desarrollo y difusión en Latinoamérica.
- Se abordan las formas que adopta esta vertiente del protestantismo en los distintos contextos en los que se implanta.
- El artículo hace hincapié en la revisión de las bases teológicas que sustentan las doctrinas de las denominaciones pentecostales, con la finalidad de explicar la manera en la que este tipo de confesiones son amoldadas y refuncionalizadas por los actores dentro de diferentes entornos sociales y culturales.
Palabras clave: Teología, doctrina, pentecostalismo, religión y religiosidad. Abstract This article presents some basic arguments enabling an explanation of the development and dissemination of Pentecostalism in Latin America. It approaches the particular manifestations of this branch of Protestantism in the different contexts in which it establishes itself.
- This paper focuses specifically on the theological basis of Pentecostal doctrines in order to explain the ways in which social actors of different social and cultural contexts actively reshape and rework these confessions.
- Ey words: Theology, doctrine, pentecostalism, religion and religiosity.
- La intención central de este artículo es hacer una exposición general respecto a algunas de las doctrinas pentecostales, partiendo de la reflexión teológica que las sustenta.
Como segundo objetivo, busca explicar cuáles son los fundamentos dentro de las creencias pentecostales heredadas del protestantismo histórico, a fin de poder entrever las fisuras que permiten que las doctrinas de los grupos evangélicos sean aceptadas, refuncionalizadas y, finalmente, incorporadas a la realidad local de diversos contextos culturales.
Con el objeto de lograr lo anterior, se debe dejar en claro que tanto el catolicismo como las corrientes evangélicas (protestantismo histórico y pentecostalismo) y las distintas formas de expresar lo religioso (religiosidad), se estructuran de manera tal que cada uno de estos niveles -generadores de sentido- funciona dentro de la vida cotidiana como un medio para expresar conocimientos pasados y presentes a través de su práctica e interpretación.
Forman parte del abanico de posibilidades con el que cuentan los individuos para poner en funcionamiento su religiosidad cotidiana. En ese sentido, se pondrá énfasis en los paralelismos, ya en el nivel doctrinal, ya en el de las prácticas o expresiones religiosas, en tanto que son susceptibles de observarse como parte fundamental de un “lenguaje ritual” que se nos presenta como un medio de comunicación capaz de transmitir y mantener códigos culturales dentro de un contexto religioso, pero cargado al mismo tiempo de significados sociales.
No se trata de presentar una exégesis a la manera de la teología de la liberación sobre la inculturación de la teología cristiana por parte de los conversos, sino de un esfuerzo por entender cuáles son los mecanismos que permiten el diálogo entre una tradición pentecostal que se concreta en el ritual y el discurso de conversión, junto con la tradición y práctica religiosa (catolicismo folky “la costumbre”), afincada en el apego a sus expresiones religiosas externas (rezos, peregrinaciones, fiestas tradicionales, creencias) y objetos rituales (iconografía religiosa, uso de escapularios, agua bendita, etc).
En consecuencia, en este texto se tratará de exponer brevemente la doctrina pentecostal así como sus raíces teológicas históricas, con el fin de establecer ejes de lectura sobre la cosmovisión de los pentecostales, enmarcados dentro de la realidad latinoamericana.
Se trata también de ubicar puntos de comparación para así poder entrever la manera en la que las doctrinas pentecostales son cambiadas o transformadas desde la realidad de las creencias de los pueblos autóctonos que les dan cabida. Como se ha señalado en reiteradas ocasiones, es preciso apuntar que el éxito de las denominaciones pentecostales se ha visualizado desde diversos referentes (económico, ambiental, difusión cultural, refugio de masas, etc,).
De manera particular, variadas teorías han hecho hincapié en la capacidad que muestran dichas confesiones religiosas para adaptarse a las realidades locales. En este trabajo se quiere poner énfasis en la importancia de observar al pentecostalismo como una religiosidad ritualizada y sacramentalizada en los términos y concepciones más generales de estas doctrinas (me refiero aquí a la capacidad de valerse de objetos rituales y manifestaciones religiosas externas para hacer tangible y sensible la presencia de lo divino).
En ese sentido, me adelanto a afirmar que más que una “flexibilidad” por parte de las denominaciones pentecostales para adaptarse a las realidades locales, lo que se nos presenta es la manera en la que los individuos “hacen” flexibles las doctrinas del pentecostalismo, no solamente amoldándolas a su realidad sino esbozando argumentos que consolidan, sustentan y brindan respuestas a sus interrogantes teológicas y prácticas dentro del marco de su vida cotidiana.
Nos distanciamos así de la fórmula que se maneja en la actualidad para entender la religión, partiendo de la distinción entre lo que se supone que ésta “es” y lo que “hace”; y nos centramos en mostrar lo que los individuos “hacen” con la religión para poder así definirla como producto de la creación multiforme y variopinta de la inventiva de los actores sociales.
Bajo esta perspectiva es posible sugerir que la religión (en su contexto vernáculo particularmente), se convierte así en un medio a través del cual se mantienen patrones, esquemas y estructuras simbólicas heredadas de una religiosidad que posibilita la convivencia con las doctrinas adquiridas tras el cambio de adscripción religiosa.
En este punto conviene aclarar que no se debe pensar que tales mecanismos adaptativos sean un fenómeno nuevo. El reacomodo de patrones religiosos traídos del exterior dentro de las concepciones autóctonas ha tenido continuidad, como forma de resistencia cultural, desde la primera evangelización.
En ese sentido es posible afirmar que las denominaciones pentecostales basan parte de su éxito en hacer concreto aquello que las iglesias históricas habían obligado a mantener oculto y que se guardaba debajo de sus doctrinas religiosas: hacer posible el retorno a lo tangible, rescatar la posibilidad de “tocar el manto de Jesús”.1 No es que las iglesias históricas hayan negado la existencia de este tipo de expresiones de lo sagrado, pero en cierto modo éstas se mantuvieron ocultas hasta la llegada de las congregaciones pentecostales, las cuales exaltaron el papel del Espíritu Santo a través de sus manifestaciones “externas” y “visibles”.
A fin de comprender mejor cuáles son los hilos con los que se teje y argumenta la estructura doctrinal del pentecostalismo, es necesario hacer una breve revisión de algunas de las doctrinas básicas de sus iglesias. Como se tratará de explicar en este artículo, el eje sobre el que se construyen las doctrinas del pentecostalismo, nace de una fragmentación de sentidos del corpus doctrinal heredado tanto del protestantismo histórico como del catolicismo.2 Los fundamentos teológicos del pentecostalismo El pentecostalismo es una vertiente del cristianismo que surge en los Estados Unidos a principios del siglo XIX como una especie de avivamiento (revival) religioso.
Se le ha caracterizado, cuando no definido, a partir de una de sus doctrinas principales: la glosolalia o don de hablar en lenguas. Una buena parte de los estudios críticos sobre el pentecostalismo (ya sean sociológicos o teológicos) han puesto su énfasis en señalarlo como una práctica religiosa basada en esta doctrina, dejando de lado tanto al corpus doctrinal que lo conforma como a las tradiciones religiosas de las que surge.
Como se ha mencionado líneas arriba, es un error frecuente pensar que la glosolalia (capacidad de hablar en lenguas angélicas), 3 es doctrina exclusiva de las congregaciones de tipo pentecostal. La capacidad para hablar en lenguas como regalo divino o sello de Dios se encuentra tanto en los santos católicos como en los protestantes históricos, ya que debe entenderse como una experiencia religiosa que concede al hombre la posibilidad de tener contacto directo con lo divino a través de este medio.4 Pero a pesar de compartir la característica del hablar en lenguas, estas tradiciones religiosas se encuentran alejadas del pentecostalismo (Dayton, 1991: 3).5 De acuerdo con lo planteado por Dayton, centrarse única y exclusivamente en la doctrina de la glosolalia impide o dificulta una exégesis sistemática del movimiento: En segundo lugar, concentrarse de esta manera en la glosolalia por parte de intérpretes del pentecostalismo impide una adecuada comprensión al interpretar las pretensiones ahistóricas de quienes sostienen que el pentecostalismo surgió de la nada alrededor del año 1900, en una pequeña escuela bíblica en Topeka, Kansas, bajo el liderazgo del evangelista del Movimiento de la Santidad (“Holiness Movement”), Charles F.
- Pharman; o bien que surgió doce años más tarde en la misión entre los negros de la calle Azusa en Los Ángeles, según la credibilidad que se confiera a una u otra afirmación (Dayton, op. cit.: 4).
- En otras palabras, la convergencia en una sola práctica religiosa o doctrina compartida no puede ni aglutinar a todas las confesiones que la practican ni tampoco puede ser capaz de explicar los fundamentos teológicos y doctrinales que sirven de base al pentecostalismo.
Conviene apuntar que el fenómeno de la glosolalia es importante, no tanto por lo que es en sí, sino porque se inscribe en el círculo de manifestaciones que caracterizan las más auténticas expresiones de la religiosidad. En efecto, la glosolalia desenfatiza el elemento racional intelectual, subraya el elemento “miraculoso” que distingue lo divino de lo natural-humano, desarrolla la noción de “posesión” por lo numinoso, es una forma de éxtasis que lleva a un incremento del sentido de trascendencia, e introduce una nueva dimensión en la concepción y función del lenguaje.
Plantea la idea de la necesidad de interpretación, nivela a los individuos al valorar más alto las “lenguas angélicas” que el discurso racional de los eruditos y es un fenómeno que sólo se produce cuando se crea comunidad, cuando se dignifica la función profética -manifestación religiosa no-institucionalizable- frente a la oficialidad de la realeza y el sacerdocio, funciones que exigen iniciación y consagración.6 El problema para entender la preponderancia que ha tenido la doctrina de los dones del Espíritu Santo quizás radique en el énfasis que históricamente se le ha dado a las tres personas de la Trinidad como doctrina fundamental dentro de la lógica sobre la que se construye la reflexión teológica cristiana.7 Si nos remitimos a la historia del origen y conformación teológico doctrinal del pentecostalismo encontraremos sus raíces en la Iglesia metodista (protestante de origen histórico) que floreció en los Estados Unidos.
Resulta necesario mencionar que existen diferencias y matices culturales en cuanto a las manifestaciones o expresiones religiosas (tanto del pentecostalismo latinoamericano como el anglosajón), así como el que pueda darse en otro contexto geográfico.
Para el caso que nos toca podemos decir que, en términos generales, las investigaciones sobre el pentecostalismo latinoamericano han señalado que existen dos características fundamentales para comprender a este tipo de denominaciones religiosas: por un lado el rescate del valor personal e individual por encima de lo estructural o colectivo, 8 y por el otro, el que se le otorga a la experiencia espiritual por encima de la articulación teológica.
Una vez que hemos ubicado sus particularidades, podremos comenzar por señalar que el centro de la estructura doctrinal del pentecostalismo se construye a partir de sus cuatro bases o pilares teológicos: “Jesucristo como salvador, bautizador con el Espíritu Santo, sanador y Rey que vendrá otra vez”.
En algunos casos el orden de la fórmula se puede alterar pero no pierde por ello su trascendencia y eficacia dentro de la estructura doctrinal: “Jesucristo salva, sana, reina y viene”.9 En cada contexto sociocultural se pueden observar los matices o adaptaciones que han sufrido estos puntos básicos, pero la discusión, construcción teológica y doctrinal han partido de estas bases para construir sus reglas de fe.
A pesar de haberse probado la validez de este patrón como elemento que origina, y sobre el cual se construye la teología de las iglesias pentecostales, también se debe decir que este tipo de doctrinas se encuentran presentes en otras tradiciones cristianas, anteriores y posteriores al surgimiento del pentecostalismo.10 Como el mismo Dayton menciona: Debemos admitir de inmediato que todos los elementos del patrón de los cuatro puntos aparecen por separado o en diversas combinaciones en otras tradiciones cristianas.
Aun el patrón completo de los cuatro puntos está de alguna manera anticipado, por ejemplo, en el “evangelio de los cuatro puntos” de A.B. Simpson, fundador de la Alianza Cristiana y Misionera de fines del siglo XIX, quien hablaba de Cristo como el “Salvador. Santificador, Sanador, y Rey esperado”. Pero el surgimiento de este patrón es, de hecho, el último paso en el complejo proceso de desarrollo que culmina en el pentecostalismo (Dayton, op.
cit.: 9), Como se desprende de la lectura de esta cita, no es posible afirmar que la creencia en Jesucristo como salvador, santificador, sanador y rey no se encuentre en otras tradiciones religiosas o en brotes confesionales más tempranos, aunque en el caso del pentecostalismo estos cuatro puntos irán dando forma a su estructura doctrinal.
Si bien es conocido el énfasis que las denominaciones protestantes históricas ponen en conservar una hermenéutica bíblica a través de la lectura del apóstol san Pablo, los movimientos pentecostales lo han hecho tomando como referencia principal de interpretación el evangelio según san Lucas, especialmente por la manera en la que narra el Libro de los Hechos.11 Sin embargo, Dayton hace una acotación interesante al modelo de análisis hermenéutico pentecostal en el que nos dice: “Pero cambiar los textos paulinos a los de Lucas es cambiar de un género literario a otro, de un material didáctico a un material narrativo.
Los textos narrativos son difíciles de interpretar teológicamente” (op. cit.: 10-11). Según esta interpretación, el relato del Libro de los Hechos es sin duda una narración que debe ser tomada de manera literal, es decir, que los milagros que suceden a consecuencia de haber recibido al Espíritu Santo por parte de la Iglesia primitiva, deberán repetirse en todos los tiempos de la historia por los que ha atravesado la Iglesia de Cristo como medio privilegiado de purificación (ibid.).
- En ese sentido, el pentecostalismo se ubica dentro de una tradición de “hermenéutica subjetivista” (ibid.).
- El giro histórico del pietismo 12 hacia la hermenéutica subjetiva se debió en parte al énfasis puesto en trasladar el drama de la experiencia humana (su historia dentro de un perfil escatológico cristiano) en lo que vendrían a interpretarse posteriormente como las “dispensaciones” de la humanidad.13 De manera general podemos decir que éstas son tres fundamentalmente: la dispensación del pecado, la de la ley y la de la gracia.14 Se supone que tanto la creación como la caída y la redención debe vivirse de manera individual en cada creyente (ibid.).
Otras tradiciones religiosas ya habían utilizado las Escrituras para explicar elementos del Antiguo Testamento y aplicarlas como modelos retóricos o recursos literario metafóricos a fin de hacer claros los misterios teológicos de la salvación personal.
Sin embargo, como se ha mencionado en párrafos anteriores, la manera peculiar de leer el Nuevo Testamento y las manifestaciones del Espíritu Santo entre los discípulos será una de las principales características de estos grupos religiosos. Al respecto nos dice Dayton: Este análisis capta la afirmación central del pentecostalismo, e indica por qué lleva el nombre que tiene.
La forma peculiar que tiene el movimiento de leer las Escrituras lo lleva a la conclusión de que, al igual que en la Iglesia primitiva, el creyente moderno se convierte en un discípulo del Señor Jesús y recibe la plenitud del bautismo del Espíritu Santo en acontecimientos o “experiencias separadas” (ibid.) De manera general se puede afirmar que la creencia en los dones del Espíritu Santo en tanto doctrina del cristianismo no es privativa de los movimientos pentecostales y que históricamente han tenido mayor presencia unos por encima de los otros.
- De acuerdo con la tradición de las denominaciones pentecostales el énfasis de los dones del Espíritu Santo descansa solamente en tres de ellos: la glosolalia, la sanidad divina y la profecía.
- Sobre este punto existe una variedad de interpretaciones.
- Tomando en cuenta las referencias bíblicas, los dones del Espíritu Santo pueden ser más que los tres mencionados anteriormente.
Algunos pasajes de la Biblia mencionan los siguientes: la hospitalidad, el discernimiento de espíritus, la intercesión de los santos y el martirio (Rom, 12: 6; I a Cor, 12: 3; Ef, 4: 7-13, Stg, 1: 27). El hincapié puesto por los grupos pentecostales en sólo tres de ellos responde a que su interpretación se hace desde la lectura de pasajes como el de Marcos 16: 15, 15 dejando de lado otros versículos bíblicos que hacen referencia a la diversidad de dones del Espíritu ya señalada.16 En general se puede afirmar con relativa certeza que gran parte de los estudiosos del pentecostalismo no dudan en señalar los orígenes del metodismo como parte necesaria para comprender también el nacimiento de la doctrina pentecostal.
- Sobre este punto Martin acota: In almost all these ways Pentecostalism is an extension of Methodism and of the Evangelical Revivals (or Awakenings) accompanying Anglo American modernization.
- However, it inclines more to the American than to the British way because British Methodism ran into an upper ceiling of established religion which blunted it, whereas in the USA Methodism was merely self-limiting in ways to be indicated later.
Methodism can be seen, in terms of the suggested sequence of downward mobilizations, and of the groups to which it appealed, as in everyway intermediate. It traveled in the ambit of a mobile society, a global movement prior to globalization, above all on the American frontier but also on the British frontier in Africa, Asia, and the Pacific Islands (Martin, 2002: 7).
- Lo anterior se debe en buena medida al hincapié puesto en los cuatro puntos del patrón de doctrina pentecostal que ya se ha visto en líneas anteriores y que también se generó en el seno de movimientos relacionados con la doctrina del metodismo.
- A pesar de ello existen diversas posturas respecto a esta afirmación.
Algunos autores consideran preciso remontar los orígenes del pentecostalismo y su doctrina a sus raíces católicas o anglo católicas, donde se habla de una confirmación del Espíritu y la salvación del hombre (Dayton, op. cit.: 18). Resulta interesante comparar en este punto la doctrina católica referente a su estructura sacramental y la manera como las denominaciones pentecostales retoman el sentido que se ha dado históricamente al papel de los sacramentos, en tanto regla institucionalizada que busca ordenar la relación del hombre con lo divino a través de estos medios físicos o tangibles.
- Considero importante entonces revisar de manera general algunos de los significados teológicos que parten de una reflexión intelectual, pero que al mismo tiempo se reconfiguran en el nivel de la práctica religiosa.
- La importancia de un acercamiento de este tipo radica en que nos ayuda a comprender la manera en la que se amoldan históricamente las creencias y doctrinas institucionalizadas, al mismo tiempo que deja al descubierto la manera en la que determinadas particularidades doctrinales heredadas de un sistema religioso, aun cuando se las niegue, resurgen vestidas de diversos ropajes para mantener elementos rituales simbólicos que se encuentran no sólo en las distintas vertientes del cristianismo sino también en las tradiciones religiosas no occidentales.
La Iglesia católica tiene siete sacramentos: bautismo, confirmación, confesión (hoy reconciliación), comunión (eucaristía), matrimonio, orden sacerdotal y extremaunción (hoy unción de los enfermos). Tras el cisma de la Iglesia en el siglo XVI, el protestantismo estructuró su argumento anticatólico basándose en la idea fundamental de privar de algunos de los atributos (respecto al cobro indiscriminado de indulgencias) que tenían los sacerdotes, obispos y especialmente el papa.
- Es en ese sentido que muchas de las doctrinas del protestantismo adquieren una dimensión particular a partir de la cual podemos comprender las causas sociales del más grande de los cismas de la Iglesia católica.
- En primer lugar se puede observar que el protestantismo histórico acaba principalmente por eliminar aquellos sacramentos que otorgaban algún poder a los sacerdotes en tanto agentes reguladores coercitivos) de la fe religiosa.
Esto justificará la idea protestante de que el hombre tiene la capacidad de acercarse a Dios sin la intervención de un guía espiritual humano o líder religioso y sin ninguna ayuda exterior (objetos rituales). Es decir, la idea de que los seres humanos se relacionan de manera directa con Dios, se fundamenta en el ‘descubrimiento” bíblico de Lutero: “El justo, por la fe vivirá” (Rom 1: 17).
A este texto se le añadieron otros pasajes bíblicos, de clara inspiración paulina, que pusieron sobre la mesa de la discusión entre teólogos, cuestiones relativas al papel de la gracia 17 en tanto medio privilegiado y único para obtener la salvación del alma mediante el perdón de los pecados: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no es de vosotros, pues es don de Dios” (Ef 2: 8).18 Bajo estos referentes escritúrales sobre el contundente papel de la gracia como única vía para acceder a la salvación y otros dones divinos, así como la incapacidad de los seres humanos para fungir como guías espirituales, se dejaba la relación con Dios relegada a la voluntad individual de cada persona.
En ese sentido, podemos entender el hecho de que se hayan quitado del corpus sacramental protestante la confesión, la comunión (entendida desde la práctica protestante como sacramento por medio de la consubstanciación, frente a la transubstanciación católica) 19 y el orden sacerdotal, manteniendo durante algún tiempo aquellos en los que no resultaba imprescindible la dirección de un guía espiritual (bautismo, matrimonio y los santos óleos).20 Lo anterior demuestra cómo se desprende el protestantismo de la estructura sacramental católica, pero al mismo tiempo, la manera en la que se perfila la teología reformista como guía de esta nueva vertiente cristiana hacia una religiosidad basada en el individualismo y en el rechazo de elementos simbólico rituales tangibles que “entorpecieran” la relación de Dios con los individuos.
- Así pues, el protestantismo comenzó a distanciarse de la práctica de una religiosidad basada en los sentidos, para dar prioridad a la experiencia interior de cada sujeto, la cual rechaza todo vínculo con aquello que se considera “externo” a la relación espiritual individualizada.
- Mención aparte merecen también el rechazo de toda muestra de exaltación devocional externa (si es que eso resulta posible) o la ornamentación excesiva en los templos, la veneración de reliquias y objetos sacros.
En la Iglesia católica, los sacramentos son importantes para regular la relación de los hombres con la divinidad en tanto que son los medios tangibles que Dios ha dejado a fin de que su gracia (regalo divino) se manifieste y se haga presente a la humanidad.
Es en ese sentido que se debe entender la palabra sacramento: sacr y mentum, es decir, el medio a través del cual algo o alguien se hace sagrado. Ejemplo contundente de la afirmación anterior será la eucaristía a través de la cual Dios se convierte en otra materia, es decir, su cuerpo se torna en verdadera comida y su sangre en verdadera bebida (Jn 6: 55).21 Bajo esta perspectiva uno puede observar la manera en la que el catolicismo logra sintetizar elementos simbólicos universales, lo que permite su readecuación (aggiornamento), sin provocar el resquebrajamiento de sus fundamentos teológicos.
Al mismo tiempo, es capaz de producir un reordenamiento contextual de las distintas tradiciones religiosas y culturales, incluso aquellas alejadas de las bases de la ideología judeocristiana. Es precisamente la síntesis de los elementos simbólicos universales lo que la hace poseedora de un lenguaje religioso traducible a diversas culturas, y que va más allá de los amarres del dogma.22 Como es sabido en el caso de las confesiones de origen pentecostal el punto central de los cultos se asienta en aquel ofrecido a la tercera persona de la Trinidad, de ahí que algunos teólogos no duden en catalogar al pentecostalismo como una religiosidad basada en una teología “espiritucéntrica”, oponiéndose a otras confesiones que se denominan así mismas “cristocéntricas” por el énfasis que recibe dentro de su alabanza la segunda persona de la Trinidad.
Pero es un fundamento doctrinal que mantiene como base teológica para su puesta en práctica la figura de la Trinidad a partir de la cual se estructura todo su sentido y argumentación bíblica. En ese sentido Guillermo Cook afirma: “Before moving on to more sociological dimensions of Pentecostals’ ecumenism, it is important to emphasize that the Church’s pneumatic (Spirit-centered) theology is centered on a firm belief in the unity of all true believers in Jesús Christ through the action of the Spirit of Jesus” (Cook, 1997: 80).
Como se ha mencionado, el Pentecostalismo hace hincapié en las manifestaciones externas de la acción del Espíritu Santo. No hacemos referencia en este punto a toda la gama de manifestaciones espirituales, ya que entonces no sería ésta una creencia propia del pentecostalismo, sino el fin último de toda religión: la trascendencia del espíritu por encima de las cosas materiales.
En el caso específico de las congregaciones con orientación pentecostal, el peso de las manifestaciones del Espíritu Santo no puede comprenderse sin tomar como punto de partida los andamios sobre los que se construye dicho culto. De ese modo, la doctrina de la Trinidad viene a consolidar y construir, lo que desde el pentecostalismo se entiende como “los dones del Espíritu Santo”.
Es en ese sentido que puede ser considerado como una religiosidad sacramentalizada, en tanto que guarda en sus ejes doctrinales elementos simbólicos que se muestran a manera de intentos por reproducir los efectos de los sacramentos originados en la reflexión teológica católica.
- Como se ha mencionado en párrafos anteriores, el pentecostalismo rescata algo dejado bastante de lado por el protestantismo histórico: el apego a las manifestaciones tangibles de la presencia de Dios.
- Es una manera de comprender las estrategias divinas para otorgar su gracia a los hombres.
- En muchos sentidos explota la exaltación en sus cultos; la emotividad que conduce al llanto, la catarsis física y espiritual, la búsqueda de la presencia de Dios a través del don de hablar en lenguas angélicas, el deseo de “sentir” a Dios a través de sus dones.
Bajo esta perspectiva se puede decir que el pentecostalismo también es una religiosidad basada en los sentidos, la cual apela a la expresión externa e interna del sentimiento religioso en una adoración y alabanza cargada de “sensualidad”. En uno de sus trabajos Manuela Cantón señala: “El pentecostalismo gitano es, además “muy carnal” (su sensualidad inquieta) (Cantón, 1999: 174).
Lo anterior podría compararse en varios sentidos con la práctica pentecostal que observamos en contextos indígenas. No sólo por sus manifestaciones exteriores, sino por su significado esencialmente humano, 23 la experiencia pentecostal, así como la mística católica, se aproxima a las prácticas de muchas religiones.
Es un reconocimiento al valor mediador de la materia y el cuerpo humano. En ese sentido, tanto el pentecostalismo como el catolicismo (ortodoxo y el folk), la costumbre y las denominaciones protestantes históricas que han pasado por una apropiación de los diversos contextos culturales en los que llegan a tener impacto, se convierten en una expresión única y conjunta, manteniendo el fondo de sus contenidos simbólicos sustanciales, pero diversificándose en sus formas exteriores, en la manera de “contar” y “cantar” sus historias de salvación.
El pentecostalismo latinoamericano: ¿adaptación o creación religiosa? La diversidad de expresiones religiosas (tales como el protestantismo histórico, el pentecostalismo, las prácticas religiosas autóctonas e incluso el catolicismo) nacidas en Latinoamérica a mediados del siglo XX, son producto de una religiosidad que se gesta en el seno de contradicciones y desajustes sociales de variada índole (Guzmán Bökler, 1986: 76).
En muchos sentidos, los reajustes van acompañados de profundos cambios y transformaciones originados en sueños de independencia que se diluyen en la realidad del desigual mundo latinoamericano. Los movimientos religiosos que se generan en el continente tan sólo servirán para dejar al descubierto los anhelos de libertad de las masas populares, mostrando la diversidad cultural que conforma ese gran mosaico y crisol de culturas; arraigado en un pretérito marcado por sus etnias de origen, la marginación y desigualdad de clases, rasgos inequívocos de la realidad social latinoamericana.
De ahí la necesidad de entender cada contexto históricamente. Como lo menciona David Martin, “Each context needs to be understood historically in terms of a field of alliances. After all, Latin America is itself a recently coined concept from the nineteenth century which still expresses a hegemonic social and religious idea” (David, op.
cit.: 131). En el seno de esta realidad se van a originar formas de reflexión producidas en medio de tensiones y contradicciones sociales; modos de pensar lo religioso, que de manera original trataron de conjuntar las promesas de salvación eterna propuestas por el cristianismo con el sufrimiento de los oprimidos sociales.
Bajo la reflexión teológica que trataba de explicar el sufrimiento humano y los intentos por acabar con la injusticia social, nacieron creaciones de pensamiento religioso originales dentro del contexto latinoamericano. Muestras de ello se observan desde la perspectiva católica (Teología de la Liberación y el Movimiento de Renovación Carismática), los movimientos pentecostales con un perfil milenarista (que también sirvieron de aliento para confortar a los oprimidos), hasta la popularización de prácticas religiosas autóctonas, tales como el llamado catolicismo folk, 24 y las de origen africano (el candomblé, la santería, etc.), todas ellas caminando paralelamente con el cristianismo católico y evangélico (aunque no siempre visto con buenos ojos por estas dos vertientes cristianas), mediante diversos mecanismos.
Dentro de tales límites surgieron prácticas religiosas que pasaron a formar parte de lo que, con razón o sin ella, se ha denominado la “religiosidad popular” latinoamericana. Precisamente dentro de estos márgenes surge y se proyecta de manera singular el pentecostalismo, en medio de tensiones y desfases sociorreligiosos (en referencia a las ortodoxias que le dieron origen) pero manteniendo como característica principal su inserción en la conciencia de las masas populares y los sectores oprimidos.
Como lo menciona Edward Clearly, el pentecostalismo latinoamericano cuestiona vertientes cristianas como el catolicismo y el protestantismo histórico así como las formas de religiosidad autóctona (Clearly, 1998: 1). Sale de los límites de la práctica religiosa generada en los sectores urbanos para inscribirse como uno de los bastiones religiosos más importantes de la realidad indígena.
En países como Guatemala, el impacto del pentecostalismo en las comunidades indígenas más apartadas no ha tenido igual. Se ha convertido en la segunda opción más importante después del catolicismo. Sin embargo, no sólo esta vertiente ha tenido resultados favorables (aumento de conversiones), sino también el catolicismo (expresado en un incremento de organizaciones religiosas) y la religiosidad indígena (incremento, entre otras cosas, de diversas organizaciones con la finalidad de “rescatar” las tradiciones de los antepasados).
- Todo ello como consecuencia también, y según algunos autores, del sufrimiento que trajo consigo la violencia de la guerra (Wilson, 1997: 139).
- El catolicismo y los movimientos pentecostalistas aparecieron como confesiones religiosas que se mostraban en apariencia capaces de contener las esperanzas de los nuevos conversos dentro de su corpus doctrinal y de dar respuesta inmediata a sus problemas cotidianos.
En ese sentido, el protestantismo latinoamericano y particularmente el pentecostalismo, ha sido un movimiento religioso que, de acuerdo con algunos autores, se manifiesta como un fenómeno fragmentado, flexible y adaptativo, por lo que resulta complicado observar en qué medida pueda ser capaz de provocar cambio social.25 Esa misma “flexibilidad”, capacidad adaptativa y rápida fragmentación, podría sugerir también el supuesto origen “sectario” de este tipo de congregaciones religiosas.26 Contrario a ello, algunos autores apuestan que lejos de caer dentro de una práctica sectaria, los grupos pentecostales tienden a ser ecuménicos (Cook, 1997: 92-93).
Es preciso insistir sobre este punto: la “apertura” de los movimientos pentecostales, en América Latina como en otras partes, depende de la presencia o ausencia de algunos elementos culturales. Por ejemplo, en sociedades dañadas por el consumismo, el pentecostalismo y los grupos carismáticos católicos suelen ser moralistas e integristas y constituyen una forma de evasión de la realidad.
En grupos que sufren privaciones colectivas y pobreza, o también de opresión, el pentecostalismo se experimenta como liberador. Según se lee en varios trabajos sobre el tema, las causas del éxito de las iglesias pentecostalistas han sido tan diversas como los contextos y las culturas que les han dado cabida.
En algunos casos, las denominaciones pentecostales han servido como refugio de las masas (D’Epinay, 1968), en otras han fungido como herramienta para debilitar el poder del catolicismo. También ha sido caracterizado como una religiosidad que se encuentra más cercana al chamanismo practicado entre las etnias indígenas al exaltar la danza, la glosolalia y profecía, elementos que, según algunas teorías, han servido de pivote para “garantizar” su éxito entre dichos sectores de la sociedad.
Desde los focos centrales del cristianismo occidental, se tiende a desvirtuar las figuras de religiosidad popular como no inspiradas por un cristianismo puro (como si tal cosa existiera) sino como una contaminación cultural con prácticas religiosas, y éstas se entienden como contrapuestas a la fe.
- Hasta en la tradición de Dietrich Bonhoefer aparece el motto: “fe sí, religión no”.
- Sea como fuere y a pesar de la falta de coincidencia de las explicaciones esbozadas para dar respuesta a las interrogantes sobre el éxito de las iglesias pentecostales, es un hecho que su expansión se ha dado (si bien no en las mismas proporciones) más allá de las fronteras de Latinoamérica, pues ésta es quizás una de las vertientes evangélicas que más difusión ha tenido en todo el mundo.
En las últimas décadas el pentecostalismo se ha difundido por diferentes países, incluso en aquellos donde la historia y las raíces del catolicismo han tenido una presencia que podría considerarse inamovible. Tal sería el caso de Italia, donde el pentecostalismo ha desarrollado características similares en cuanto a su crecimiento, expansión, dinámica, pero sobre todo, en cuanto a su celoso proselitismo.
En ese sentido no resulta vano recordar que no fue sino hasta años recientes cuando los misioneros americanos comenzaron su labor evangelizadora en otras partes del mundo, hasta llegar a convertir a las denominaciones pentecostal es en una confesión cristiana de gran relevancia internacional.27 A pesar de sus conexiones con el cristianismo y sus redes internacionales, el pentecostalismo creado en Italia se ha mantenido con características particulares dentro del contexto de su propio país 28 (ibid.).
Es precisamente la difusión a nivel mundial lo que le ha dado al pentecostalismo su importancia como objeto de estudio socioreligioso. Sin embargo, al mismo tiempo se han creado estereotipos que han dado pie a interpretaciones (y caracterizaciones) diversas sobre los factores del éxito de dichas confesiones en diversos contextos del orbe.
Como bien lo mencionan Stewart Gambino y Wilson, uno de los estereotipos más difundidos en las publicaciones populares es que el pentecostalismo es un movimiento religioso nuevo. Si bien es cierto que se puede notar un incremento de este tipo de confesiones religiosas -de forma más perceptible en la década de los ochenta-, también lo es el hecho de que desde fines del siglo XIX y principios del XX comenzó a darse en Latinoamérica una difusión de las iglesias evangélicas pentecostales, casi de manera simultánea.
Although it is true that growth rates rose sharply in the post-World War II period, the roots of a number of national Pentecostals churches reach back to the early twentieth century- particularly in Brazil (1910), Chile (1910), Argentina (1910), Perú (1911), Nicaragua (1912), México (1914), Guatemala (1916), and Puerto Rico (1916) (Gambino y Wilson, 1997: 228-229).
Algunas de las iglesias latinoamericanas fueron establecidas de acuerdo con los estándares y formas religiosas estadounidenses, pero la gran mayoría de los grupos evangélicos se ha diseminado y expandido (en sus diversas variantes confesionales) de manera independiente “adoptando” y “adaptando” características de una religiosidad pentecostal originada dentro del contexto de cada país en el que nace y se desarrolla.
De acuerdo con Stewart Gambino y Wilson, el nacimiento del pentecostalismo nacional latinoamericano es importante por dos razones: la primera se funda en el hecho de que las experiencias de expansionismo y conversión del pentecostalismo se dieron simultáneamente.
Por otra parte, ha crecido prácticamente sin la influencia de las denominaciones estadounidenses, lo que muestra a este movimiento religioso como un producto de creación propia y no como resultado de imposiciones externas.29 Si tomamos el ejemplo (presentado por Stewart Gambino y Wilson) del pentecostalismo chileno y brasileño, podremos tener una idea más clara de cómo se han ido creando estos movimientos religiosos de manera particular y de acuerdo al contexto del país donde surgen.
Es posible encontrar diferencias de forma (a nivel litúrgico) pero también doctrinales (a nivel teológico), lo cual explica los diversos orígenes de este tipo de movimientos y sus influencias (Stewart Gambino y Wilson, op. cit.: 228-229). Es importante señalar que el pentecostalismo que se observa en Latinoamérica, mantiene aspectos doctrinales tomados de los modelos europeos.
Sin embargo, se ha dejado de lado el camino europeo para crear un híbrido entre el modelo estadounidense (tradición doctrinal) y el entorno social latinoamericano, teniendo al pentecostalismo como el principal vehículo de movilización de las masas (Martin, op. cit.: 49-50). De acuerdo con lo apuntado por David Martin, la diferencia con la senda europea puede explicarse debido a que, en el contexto latinoamericano, se comparte un gran campo de miseria, sumado a las inconsistencias y trastornos en aspectos educativos y políticos en donde los grupos de elite en estos países se han mantenido mediante un sistema de clientelismo corrupto (ibid.).
Este tipo de interpretaciones dejan de lado el hecho de que, incluso en países europeos (como es el caso de Europa del Este) existen condiciones similares a las del entorno latinoamericano. Así pues, uno de los estereotipos más comunes es que la estructura de miseria sobre la cual interactúan las denominaciones pentecostales, se refleja también en la poca o casi nula preparación teológica formal por parte de los pastores, quienes casi siempre provienen de clases o estratos sociales marginados y sin educación superior.
Es debido a esto que se puede explicar la falta de instrucción teológica de los ministros evangélicos, pues se tiende a dejar que la fuerza del liderazgo de los evangélicos pentecostales descanse en la experiencia de recibir el Espíritu Santo, la emotividad y la exaltación colectiva (a través del canto y la danza), antes que en cualquier tipo de disertación teológica.
Según lo afirman algunos estudios, éste es uno de los elementos que caracterizan a dichos movimientos religiosos, aspecto que, se supone, los hace más atractivos para los no creyentes.30 Asimismo, es común creer que el pentecostalismo es un movimiento religioso alejado del protestantismo histórico, tanto en su práctica litúrgica como en sus planteamientos doctrinales.
Si bien existen divergencias innegables, también es cierto que en ocasiones no se toman en cuenta las profundas bases doctrinales que se heredan del protestantismo histórico e incluso del catolicismo. Varios estudios sobre este tema, como ya señalé, reconocen la influencia del metodismo como fundamento de las raíces teológicas del pentecostalismo.
Sin embargo, dichos trabajos se apresuran a acotar que las diferencias y puntos de encuentro deben ser entendidos en términos de práctica litúrgica y no dentro de la reflexión teológica solamente. But Pentecostals are profoundly Protestant. Some Pentecostals exaggerate their uniqueness, and some institutional histories read almost like accounts of virgin births.
- Pentecostalism is deeply rooted in the holiness and Revival traditions and in the minds of some scholars cannot be understood without knowledge of these traditions.
- David Martins case for the importance of Methodism’s carrying on its mission in Latin America through Pentecostal expressions may be overstated but calls attention to history’s guiding hand (Clearly, 1997: 5).
No obstante, y como se ha visto en párrafos anteriores, el pentecostalismo ha tomado matices propios del contexto latinoamericano, hecho que no valida dejar de lado una propuesta teológica. Según Edward Clearly, el éxito teológico más grande del pentecostalismo ha sido el de lograr la libertad de expresión, mismo que ha tomado su punto de partida en una “libertad de expresión litúrgica” (op.
- Cit.: 7).31 Si bien la caracterización del pentecostalismo respecto a su “libertad de expresión litúrgica” parece exacta, no lo es del mismo modo la del protestantismo clásico.
- El autoritarismo del calvinismo, la valoración del bendecido por la riqueza, el dogmatismo en la definición de la fe, el olvido de la humanidad de Cristo son aspectos de tradiciones protestantes, que no son pentecostales.
Otra de las características que se atribuyen al crecimiento de los movimientos evangélicos en Latinoamérica es el de su constante fragmentación, lo que ha hecho que su definición (en tanto movimiento religioso) desde los enfoques sociológicos, antropológicos e históricos sea complicada.
- Tal dificultad se debe en buena medida a que la fragmentación de lo religioso forma parte de largos procesos confrontados con la historia de los países latinoamericanos.
- Así, otros más consideran al pentecostalismo como la expresión auténtica de un ethos latinoamericano, lo que supondría que tales confesiones han logrado arraigarse hasta formar parte de la idiosincrasia de cada uno de los pueblos de América Latina (Edward, op.
cit. : 1011). Si aceptamos este planteamiento, podríamos afirmar entonces que los métodos de proselitismo -entendidos como la utilización de mecanismos institucionalizados con el fin de atraer nuevos conversos- ya habrían perdido su función principal dentro de los grandes procesos de cambio religioso: convertir a los católicos.
Nada más alejado de la realidad, pues aun en aquellos países en los que las iglesias pentecostales han tenido mayor éxito, el conjunto de todas las denominaciones evangélicas (incluyendo por supuesto las denominaciones históricas), sigue siendo minoría frente a la Iglesia católica.32 Otro de los estereotipos más generalizados respecto al pentecostalismo es el que tiende a catalogarlos como grupos religiosos atrapados entre una visión del mundo pragmática y una religiosidad basada en la experiencia (entendida como experiencia o manifestación externa de lo religioso).
En ocasiones se suele incurrir en desatinos, cuando no en contradicciones, al intentar ubicar estos fenómenos bajo una etiqueta que se espera sea adecuada dentro de los parámetros y categorías de una ideología que por lo general se cree está respaldada, doctrinal y teológicamente, por “la denominación” religiosa.33 Así, algunos estudios han tratado de explicar el papel que ha jugado el protestantismo en tanto herramienta contradiscursiva que se ejerce frente al Estado, las élites dominantes y la alta jerarquía del clero católico.
En otros casos se argumenta que, precisamente por ser una religiosidad que basa sus creencias en la profecía y una visión milenarista, los creyentes manifiestan una gran preocupación por tratar de instaurar un reino futuro que termine por romper las ataduras y la opresión de los pueblos. Este mismo argumento ha sido utilizado en ocasiones para explicar precisamente lo contrario: que los pentecostales e incluso los protestantes históricos, no buscan tener un papel protagónico dentro de las decisiones políticas y que por lo tanto no mantienen una ideología que determine su postura dentro de estos contextos (Clearly, op.
cit.: 13).34 Como se ha expuesto, han sido la religión y la política los ejes que han guiado la mayoría de los trabajos que tratan de explicar el avance del protestantismo e iglesias pentecostales. Estudios recientes postulan que han sido el estatismo y autoritarismo políticos lo que ha definido el rumbo de los países latinoamericanos, términos en los cuales también se han delimitado las reglas del juego dentro del campo religioso.35 Así pues, la política ha sido vista como factor que ha servido de catapulta para posibilitar el ingreso y expansión de los grupos protestantes y pentecostales.
- Caso singular dentro de las transformaciones religiosas en los países latinoamericanos es el de Guatemala, país donde los vínculos que la religión ha tenido con los dirigentes de Estado han sido indispensables para comprender los cambios en sus estructuras sociales.
- Con la apertura de los gobiernos a otras formas de expresión religiosa se ha tratado de explicar (de manera optimista), que lo que observamos es el resultado de un cambio de rumbo hacia la democratización de los países latinoamericanos.36 De ahí que varios trabajos que analizan la expansión de las iglesias evangélicas se encuentren ceñidos a la dicotomía política-religión, dejando de lado la diversidad de fenómenos que involucra el estudio del cambio religioso en el contexto latinoamericano.37 A pesar de lo expuesto anteriormente, decir que el pentecostalismo y sus vaivenes entre el “pragmatismo” y el “anonadamiento” frente a las cuestiones políticas se debe a que es una religiosidad basada en la experiencia, supone también que las denominaciones cristianas (tanto protestantes históricos como católicos), se encuentran imposibilitados para tener una experiencia religiosa de este tipo.
Es precisamente éste otro de los estereotipos en los que generalmente se incurre cuando se intentan definir las fronteras de la práctica religiosa pentecostal. Si bien sus servicios religiosos (en la mayoría de los casos) se caracterizan por el canto, la danza y la efusividad en sus cultos, no se puede generalizar este comportamiento litúrgico a toda congregación.38 Por lo general, cuando se habla de “experiencia”, se refiere al pentecostalismo como si fuese el único grupo religioso capaz de proporcionar emoción o experiencia.
Lo mismo sucede con los grupos de católicos renovados o en algunas otras expresiones religiosas. Pareciera ser que el asunto de los dones del Espíritu Santo, como el hablar en lenguas o la sanidad, son características únicas y exclusivas del pentecostalismo el cual los provee de una experiencia de la cual solamente participan estos grupos, negándole en cierta forma al catolicismo y al protestantismo histórico la posibilidad de tener una “experiencia religiosa”.
Como si no se pudiese experimentar emoción, por mencionar un ejemplo, a través de la contemplación. Aun cuando la creencia en los dones del Espíritu Santo no sea referencia doctrinal obligada, bautistas, presbiterianos, metodistas y católicos afirman “sentir” a Dios en su corazón en tanto experiencia última y tangible o evidencia de la existencia divina.
Bajo estas perspectivas se han producido reflexiones variadas dentro del campo de análisis teológico que han dado pie a diversas posturas y controversias sobre el tema. En ese sentido Clearly afirma: In Latin America Pentecostalism shares its emphasis in experience with other theologies and religions.
Liberation theology is marked by an emphasis on praxis (knowledge derived from doing), especially as elaborated by major figures such as Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo and Clodovis Boff. Gutiérrez, the father of liberation theology, believes that a spirituality appropriate to Latin America is being created to replace the “spirituality of evasion” that has long characterized Latin Americans, and “every great spirituality begins with the attainment of a certain level of experience”.
- Traditional popular Catholicism and indigenous religion are based on experience as well (op.
- Cit.: 16).
- De ahí que se crea que el pentecostalismo se mueve entre las aguas del perfeccionismo y el pragmatismo religioso, posturas que han tratado de ubicarse dentro de lo que se considera también un modelo de actuar respecto a la política y una crítica a la sociedad mediante la puesta en juego de la moral evangélica como norma a seguir, a través de la cual los conversos pretenden transformar su realidad y la de los demás mediante la instauración del reino de Dios en la tierra.39 Partiendo de lo anterior conviene preguntarse si el pentecostalismo es en verdad inherentemente apolítico y si su falta de interés en estas cuestiones tiene sus raíces en normas morales o en fundamentos teológicos.
Como acertadamente se cuestiona Dodson, quizás se trate de un comportamiento o modelo de conducta con alto nivel de reglamentación moral impuesta en las congregaciones, sin tomar en consideración la comprensión teológica (op. cit.: 28). En resumen, y como se ha mostrado en este artículo, investigaciones de largo alcance y estudios de caso muestran algunos de los estereotipos que se han creado en torno a las características de las denominaciones protestantes y pentecostales.
- En cada caso y dependiendo del contexto donde se ha desarrollado, el pentecostalismo ha sido visto como factor de cambio social y transformador de identidades colectivas e individuales.
- A pesar del gran avance que han significado las investigaciones sobre las causas de la difusión del pentecostalismo en Latinoamérica, las respuestas sobre los motivos de las conversiones masivas siguen dejando lagunas y cuestionamientos sin resolver.
Las interrogantes apuntan a mostrar que la mayor influencia en las transformaciones sufridas dentro del seno de las comunidades indígenas ha sido el resultado de causas externas. Hoy en día, ha quedado más o menos claro que el catolicismo, el protestantismo histórico y particularmente el pentecostalismo, han adaptado los contenidos doctrinales de las denominaciones traídas del exterior, para convertirlas en un producto propio que se ha construido y regenerado a partir de causas tanto exógenas como endógenas.
Al mismo tiempo, han tenido que pasar por una traducción dentro de los diversos contextos locales tomando los ejes culturales propios de sus etnias para arraigar el pentecostalismo en su seno como una religiosidad desarrollada y creada desde sus entrañas.40 Las causas del éxito pentecostal en Latinoamérica que han descrito diversos autores (tales como sus valores morales, sus nuevas creencias, la emotividad en sus cultos o su “tono popular”), no terminan por explicar la complejidad de factores que intervienen en el cambio religioso.
Más allá de resaltar las diferencias que pueden hacer atractivos a los nuevos movimientos, considero que son las similitudes y familiaridad de la fe pentecostal con la cultura propia, lo que ha convertido a estos grupos en uno de los principales motivos de transformación religiosa para los sectores más desprotegidos.
Como se ha tratado de mostrar en este artículo, las causas del surgimiento del pentecostalismo junto con otras expresiones religiosas no pueden ser analizadas sin tomar en cuenta el contexto social en el que se producen. Pretender analizar los fundamentos teológicos del pentecostalismo sin tomar en cuenta el lugar que ocupa dentro las transformaciones religiosas en Latinoamérica nos puede conducir a un lastimoso olvido de la historia y de lo que el tiempo puede hacer con la pretendida inmutabilidad del dogma.
Asimismo, todo intento por caracterizar el pentecostalismo desdeñando el estudio de sus bases teológicas, sin duda habrá de conducirnos a generalizaciones ineficaces. Bibliografía Biblia Reina Valera, 1980 Miami, Editorial Vida. Böckler Guzmán, Carlos, 1986 Donde enmudecen las conciencias.
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Clearly y H.W. Stewart-Gambino (eds.), pp.139-162, USA: West View Press. Notas 1 Aquí hago referencia al pasaje bíblico en el que se narra la manera en la que una mujer que padecía de flujo sanguinolento, queda sana al tocar el manto de Jesús (Mt.9: 20-22).
Este pasaje ha sido utilizado para explicar la capacidad de los medios tangibles para transmitir la “gracia” de Dios.2 El adjetivo histórico aplicado a ciertas iglesias, nace de los movimientos de avivamiento, que ven en la historia un producto humano inútil, ineficaz y espurio, que le roba el puesto a la gracia y a la iniciativa divinas.
Pero las iglesias que recibieron el mote lo apreciaron como positivo, considerando que es precisamente en la historia que al madurar los tiempos se manifiesta concretamente la divinidad. Hay una historia de la salvación (comunicación personal de José Ramón Villalón, teólogo y profesor de la Universidad de Puerto Rico).3 Se entiende por lenguas angélicas a la capacidad de articular sonidos que “se supone”, son producidos por milagro del Espíritu Santo, mismas que transmiten el mensaje de Dios y que solamente pueden ser comprendidas mediante la interpretación de algún creyente que tenga el don de interpretar y de profetizar.
Así, las lenguas angélicas, nos remiten por su naturaleza a un lenguaje divino.4 Pareciera ser que cuando se reflexiona sobre este tipo de creencias se deja de lado el conocimiento del corpus doctrinario de la Iglesia Católica, que en tanto institución mayor del cristianismo también guarda en el seno de sus creencias, la manifestación del Espíritu Santo como una posibilidad de expresar lo divino a los hombres.
En otras palabras, no se debe ignorar el hecho de que la Iglesia Católica ha contemplado dentro de sus doctrinas la posibilidad de que un ser humano pueda hablar en lenguas, sanar enfermos, tener visiones o poseer cualquiera de los dones del Espíritu Santo que tanto se han atribuido a los movimientos pentecostales.
De hecho, en distintas épocas de la historia el panteón católico con sus santos han tenido manifestaciones diversas que prueban la existencia de los dones del Espíritu Santo tal y como se lo plantea el pentecostalismo. Lo cual nos sirve para entender el éxito que han tenido en las últimas décadas los movimientos de Renovación Carismática entre los católicos, quienes se asemejan a los grupos pentecostales en sus prácticas religiosas (canto, danza, glosolalia etc.) precisamente porque dichas doctrinas no les son ajenas.5 El surgimiento de dicha doctrina ya lo podemos observar en Norte América, particularmente entre los grupos denominados “shakers” y los mormones del siglo XIX.6 Comunicación personal con José Ramón Villalón.7 Aun cuando casi todas las iglesias cristianas (con la excepción, por ejemplo de los “Unitarians” que aún subsisten en las capas altas de la sociedad de Nueva Inglaterra) hayan conservado el dogma de la Trinidad tal y como lo dicta el catolicismo, sí podemos observar el hecho de que algunas iglesias dentro del cristianismo tienden a privilegiar, en determinados momentos históricos, una de las personas de la Trinidad.
No hay que olvidar ni el cristomonismo que las iglesias ortodoxas griegas han achacado a la Iglesia Católica estudiado por el gran teólogo de Ives Congar, ni el cristocentrismo de algunas protestantes históricas. Habría que referirse en este punto también a los anabaptistas, particularmente a los revolucionarios de Thomas Müntzer, como estudiados especialmente por Ernst Bloch.8 En este caso se hace referencia a lo denominacional, lo que equivale a una minusvaloración de lo eclesial, que puede ser típico de la espiritualidad de los reformadores, pero menos verdadero de los pentecostales, los cuales hacen sus cultos mayormente en comunidad y tienen gran sentido de vida comunitaria.9 Ésta fórmula ha sido considerada por movimientos posteriores, como el fundamento de las creencias del así llamado Evangelio Completo o “Full Gospel”.10 Los mediadores del Antiguo Testamento en los tiempos fuertes (Abraham, Moisés, David) reúnen en su persona las características de realeza, pontificado y profecía, que se distribuyen en personajes diferentes al constituirse los Reinos y mas tarde vuelven a integrarse en la persona de Cristo, concebido como Rey, Pontífice y profeta.11 Particularidades de la doctrina lucana sobre el Espíritu son: la distribución del acontecimiento pascual en tiempos secuenciales liturgizados según las fiestas judías (Resurrección, Asunción, Pentecostés); anticipación del don del Espíritu al rito del bautismo (por ej: Hechos 10, 44-48); alternancia de la prioridad del Espíritu en la constitución de Cristo (Bautismo, Lue 4, 18) y la prioridad de Cristo frente al derramamiento del Espíritu.
- En Juan, al contrario, el Espíritu sale de Cristo, y nunca al revés, y Pentecostés sucede el mismo día que Pascua.
- En Pablo hay casi una identidad entre Cristo glorificado y el Espíritu (2 Cor 3, 18) (comunicación personal con José Ramón Villalón).12 El pietismo surge de un nombre dado a un grupo de luteranos alemanes.
Según el diccionario de las religiones “Puede decirse que este movimiento fue una reacción contra la rigidez del protestantismo, ya que concedía un papel mayor al sentimiento religioso y a la piedad personal. A pesar de que en su última etapa el pietismo vino a identificarse con la mera devoción, el movimiento debía influir profundamente en los Hermanos moravos y en los primitivos metodistas (Diccionario de las religiones, 1960: 372).13 De acuerdo con la definición del Diccionario de las religiones, la dispensación es el nombre que el cristiano da a una cierta etapa de la relación de Dios para con los hombres así como a la manera de stablecer esa relación.
- Así, se habla de la dispensación de la ley (mosaica), de la gracia, etc. (ibid.
- 156).14 A su vez, algunas tradiciones religiosas subdividen las tres grandes dispensaciones de la siguiente manera: inocencia, consciencia, gobierno humano, promesa, ley, gracia y reino (este último se refiere a la segunda venida de Cristo o la instauración de su reino).15 El pasaje dice: “Y les dijo: -Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño: sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.16 Tan sólo en la versión Reina Valera existen cerca de 56 referencias sobre el tema de los dones del Espíritu Santo.17 Este tema ha sido objeto de grandes debates teológicos.
A pesar de ello, el consenso más o menos generalizado es el que define la Gracia como “la ayuda sobrenatural por medio de la cual Dios ilumina el espíritu y capacita a la voluntad para ejecutar lo que quiere la Voluntad divina. La gracia es pues, lo que permite al hombre salvarse” (Diccionario de religiones, 1960: 202).
Sobre este mismo punto han surgido grandes discrepancias teológicas, pues resulta ambigua la manera de armonizar el papel de la gracia (Voluntad divina) con la voluntad humana (libre albedrío).18 A fin de no sacar de su contexto el versículo que sirve de pilar para explicar la preeminencia de la gracia, el siguiente texto bíblico apuntala el argumento anterior al señalar “no por obras para que nadie se gloríe” (Ef2: 9).19 Desde la doctrina Católica, la transubstanciación se refiere a que existe un cambio de materia mediante el cual, el pan y el vino se convierten en la carne y sangre de Cristo, mientras que la consubstanciación significa que la sangre y el cuerpo de Cristo están “verdaderamente” presentes, de manera consubstancial (dos substancias) en el pan y el vino mas “no lo son” de manera literal.20 Susceptibles de aplicarse mediante categoría de recurso in extremis.21 Para la doctrina católica, los sacramentos son esos signos o medios tangibles que Dios ha dejado a los creyentes para que el hombre pueda ver, tocar y sentir la gracia de Dios; es el medio por el que lo divino se materializa y por el que el ser humano “comulga” con lo divino en muchos sentidos.
Así, sacramentum es la traducción latina del griego mysterion. Pablo explica mysterion como aquello que estaba oculto y ahora ha sido revelado en Cristo. Me parece característico de lo que quiere decir sacramento que lo material se revela, por la Palabra, portador del Espíritu: el agua, la unción, el pan y el vino, la unión de los cuerpos, la persona del otro.
Hay por lo tanto una mediación para alcanzar lo divino, empezando por Cristo Hombre. San Agustín dice: accedit verbum ad elementum, et fit sacramentum: “se junta la Palabra a la materia y se realiza el sacramento” 22 El pentecostalismo y las confesiones protestantes heredan en cierta medida buena parte de las estructuras doctrinales del catolicismo, tales como la creencia en Dios, que es uno y trino al mismo tiempo (Trinidad).
- Para la Iglesia católica, la doctrina de la Trinidad se explica, a grandes rasgos, de la siguiente manera: Dios se encarna en su Hijo por medio del Espíritu Santo de tal manera que se convierten y comparten los tres una misma esencia.
- Los tres reciben la misma adoración y las tres manifestaciones de este Dios uno y trino debe tener la misma honra y gloria.
El Padre representa la incomunicabilidad radical del Ser divino (el Padre no es objeto de una misión divina, sólo el Hijo y el Espíritu son enviados. El Hijo representa la semejanza entre el que envía y el enviado: el mundo reproduce la imagen de aquél por quien Dios hizo los siglos (Hb 1).
El Espíritu representa la transformación de lo mundanal en divinal.23 Es importante subrayar la relevancia del éxtasis, incluyendo el sentido de la posesión por la divinidad.24 Especialmente en países como México, Guatemala y algunas regiones sudamericanas con fuerte presencia indígena.25 A este respecto señala Cantón Delgado: “El pentecostalismo latinoamericano, y especialmente el de filiación pentecostal, es un movimiento socio religioso diverso, fragmentado, flexible y adaptado.
Por ello es a veces tan delicado tratar de averiguar si este movimiento provoca cambio, si nace y se desarrolla a partir de situaciones de cambio, si canaliza y aprovecha crisis debidas al cambio o a favorecedores del mismo, si cambia él mismo a lo largo del proceso de expansión v reclutamiento de adeptos pertenecientes a tradiciones culturales diversas, o todo a la vez” (Cantón, 1999: 160).26 Distinción que actualmente es causa de discusión en varios círculos académicos por la carga peyorativa que conlleva el término.27 Lo anterior llama la atención, sobre todo si tomamos en cuenta que no fueron misioneros estadounidenses los que se encargaron de llevar las doctrinas pentecostales a este país (como ha sucedido en casi todas las empresas misioneras pentecostales y protestantes), sino que fueron los italianos migrantes quienes, después de haberse convertido en Estados Unidos durante los revivals de principios del siglo XX, se encargaron de difundir su nueva fe.
Al respecto Cucchiari nos dice: “Pentecostalism is reported to have arrived on Italian soil in 1908 as part of its rapid, global diffusion from the United States shortly after the turn of the century. Unlike other exported forms of American Christianity, early Pentecostalism was broadcast to virtually every corner of the globe not by professional missionaries but by returning migrant workers who had been converted in U.S urban-industrial centers” (Cucchiari, 1998: 418).28 Como se verá más adelante, algo similar ha ocurrido en Guatemala, en donde tanto el catolicismo como las vertientes protestantes (históricos y pentecostales) han adquirido una expresión autóctona.29 Por lo que se pueden observar diferencias entre el pentecostalismo latinoamericano y el que se ha difundido en el resto del mundo.30 Sobre este punto Stewart Gambino y Wilson nos dicen: “One of the supposed attractions of Pentecostalism, specially for the poor and uneducated, is greater access to the authority of the Holy Spirit.
Pentecostal churches are organized around the experience of the Holy Spirit, which is open to anyone. Many observers have concluded that because Pentecostal pastors usually lack seminary training and authority is conferred by the Holy Spirit rather than by scholarly bodies that define theological orthodoxy, Pentecostals lack firm theological foundations.
- But the image of Pentecostal services as simple “emotional happenings” is inaccurate.
- Some descriptions, such as Ireland’s of Brazilian Pentecostals, emphasize just how routine and unexciting a Pentecostal church service can be, since permitting congregational participation in a public meeting is possible only because of considerable structure, stylization, and, ultimately, control.
However enthusiastic the Pentecostals worship may be at peak intervals, spontaneity is kept within acceptable bounds” (op. cit.: 241).31 A pesar de lo anterior conviene apuntar que tal postulado debe tomarse con reservas. Existe una libertad de expresión en la liturgia pentecostal, pero mantiene ciertos limites claramente identificados por los miembros de las congregaciones, sobre todo en lo que se refiere a cuestiones doctrinales.
Un miembro que exprese abiertamente su simpatía con las doctrinas católicas, tan sólo por mencionar un ejemplo, podría causar reacciones de descontento entre los fieles y pastores.32 Sobre este tema algunos pastores protestantes de corte liberal en Yucatán afirman que el protestantismo y los movimientos pentecostales perderán fuerza el día que se conviertan en la primera opción religiosa por encima del catolicismo, debido precisamente a que lo que impulsa el crecimiento de este tipo de confesiones es el proselitismo.
Según apuntan, en aquellos países como Estados Unidos, donde los protestantes han tenido fuerte arraigo en la cultura, se han convertido en una religiosidad muerta, que no se basa ya en la obsesión por convertir a los no creyentes (comunicación persona del pbro.
Alfonso Rodríguez).33 En realidad, la práctica cotidiana de la religión y de los rituales son puestas en acción por los individuos de diversas formas, de tal manera que su aprehensión dentro de rígidos esquemas conceptuales, se convierte en una pretensión de gabinete que no hace más que probar su ineficacia.34 De hecho, es común también que algunos apuesten por ver a los conversos al pentecostalismo dotados de un carácter activo dentro de la sociedad, con una postura política cargada de su ideología pentecostal, los cuales, según se espera, se encuentran convencidos de su papel transformador de conciencias por lo que pretenden tomar parte en las decisiones y rumbos que tomen sus países, soñando así con “convertir” a sus dirigentes políticos.
En el lado opuesto, se encuentran aquellos para los que el pentecostalismo es el que los hace actuar de manera pasiva, mostrando apatía respecto a las cuestiones políticas de interés nacional.35 Como lo menciona Dodson: “Present day Latin America presents an intriguing panorama to the student of religión and politics.
- In the first place, the region’s most venerable polítical structures are undergoing profound change.
- Latin America has long been noted for it’s pronounced statism and political authoritarism.
- However, all across the region a transition to democratic goverment is cuttently under way.
- This transition is manifested in contested elections, a proliferation of political parties and general pattern of military withdrawal from the political arena.
It is also marked by a growing trend over toward the privatization of many state functions. It is true that many scholars view these developments with skepticism and have raised serious questions about the depth and durability of the current wave of democratization.
Nevertheless, despite this undercurrent of caution, there seems to be a consensus that for the time being political authority in Latin America derives more from the ballot than from the bullet (1997: 25).36 Todo ello sin tomar en cuenta que dicha democratización (si es que en realidad se encamina hacia ello), se expresa también en diferentes niveles ideológicos y no solamente como reflejo del “éxito” de las confesiones pentecostales en ciertos sectores de la sociedad.37 Aunque algunos autores se muestren escépticos en aceptar que la religión y la política puedan interactuar mutuamente y de manera benéfica.
Como lo señala Dodson: “At the same time, other writers are skeptical that religion and politics can interact in a mutually benefical way. They see in die predominantly Pentecostal character of Latin American Protestantism today an apolitical, otherwordly religion that is, on it’s own terms, entirely apathetic toward politics.
- According to this point of view, although Pentecostal religion may facilitate authoritarian politics through passivity at by lending itself to the manipulations of the “Christian rigth”.
- It does not foster democratic values or encourage the sense of civic commitment that is necessary to democratic politics” (op.
cit.: 26).38 La diversidad de iglesias pentecostales, así como las variadas formas de devoción son tales que existen iglesias pentecostales en las que rara vez se lleva a cabo una sanidad, o al menos sus miembros no dan testimonio de ello.39 Sobre ello Clearly nos dice de manera clara.
- Latin America Pentecostals move between poles of perfectionism and pragmatism.
- Practitioners are called to a high degree of sacrifice: 10 percent of income, no alcohol or tobacco, marital fidelity.
- Even more, Pentecostals are called apart from the world.
- For men this can mean giving up weekends with soccer and beer, no small sacrifice in lower- and middle class life.
But religious experience leads them to pragmatism- to valuing survival in nations opening toward democracy. The political and religious environment has opened, offering Pentecostals new opportunities. Catholics and other non Pentecostals watch as Pentecostals impressively fill a new niche in Latin America” (op.
cit.: 18).40 En una parte de su trabajo Wilson describe la complejidad que encierra las causas del éxito pentecostal en Guatemala al afirmar que: “The question remains why Guatemalans in such large numbers became evangelical and, at that, adhetents not of the better-recognized and socially respected Protestant denominations and missions but of their own improvised, grass-roots, morally rigid associations based on Pentecostal emphases.
The usual answers about foreign seduction, massive financial investment, panic, and overpowering evangelical programs are precluded by the demonstration that these evangelical were not foreign operations, that their growth was closely related to the misery and anxieties of the popular groups, and that evangelical groups growing most rapidly were closest to traditional oudooks and were required in conversion to undergo the least cultural change.
The answer emerging from the profile of these groups is that, despite the Pentecostal’s view that at conversion they completely dissociate themselves from their former values, companions, anda conduct to begin a new existence, their new beliefs, nevertheless, in many comfortable ways resemble the old.
The fact that their movements grew much more rapidly throughout the country than did those of the other evangelicals suggests at least that their message and values were not incompatible with the values and aspirations of either ladino or indigenous Guatemalans.
On the contrary, their popular styles, tastes, and approaches were replete with the familiar, whether in the primitive democracy and mutual trust that their associations provided or in the folk music and accepted social conventions, such as standards of hospitality and relationships between the sexes, that they perpetuated.
In the vacuum brought about by the absence of a religious consensus, Guatemalans became Pentecostals in substantial numbers not because they had to abandon their outlook on life but because their spiritual lives were rekindled (a common Pentecostal simile) in the context of their new association.
- Whatever the other attractions of evangelical conversion, the familiarity of Pentecostal faith, not its foreignness, was a strong attraction for the Guatemalan poor and distressed (Wilson, 1997: 152-153).
- Información sobre el autor Mexicano.
- Licenciado en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestro en Antropología Social por el Colegio de Michoacán.
Actualmente realiza el doctorado en Estudios Mesoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es investigador de la Unidad Académica en Ciencias Sociales y Humanidades de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, donde lleva a cabo el proyecto “Entre santos y montañas: Pentecostalismo, cosmovisión y religiosidad” en una comunidad guatemalteca.
- Entre sus campos de interés se encuentran aquellos vinculados a la vida cotidiana y la religiosidad en pueblos mayas contemporáneos.
- Algunos títulos de sus publicaciones son: “Religión y religiosidad popular en Oncán, Yucatán” (1998), “Apuntes etnográficos sobre el concepto de enfermedad entre los pentecostales de una comunidad maya en Yucatán” (2003) y “Acercamientos etnográficos a la cosmovisión de los mayas pentecostales en una comunidad de Yucatán” (2005).
¿Cuánto tiempo dura la fiesta de Pentecostés?
¿Qué es Pentecostés? Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua Por: Eduardo Cáceres Contreras | Fuente: Conferencia Episcopal de Chile Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio.
- En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
- En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4).
A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168). PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu. La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua.
En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto. Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual.
Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua. En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo.
Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido. Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
Culminar con una vigilia: Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas. Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme.
Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.
- Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.
- En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta.
Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los asimile y los haga vida.
- No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.
- Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.
Especial de Pentecostés Notas: KELNEER, Heortology (St. Louis, 1908); HAMPSON, Medii viæ kalendarium, I (London, 1841) 280 sqq.; BRAND-ELLIS, Popular Antiquities, I (London, 1813), 26 sqq.; NILLES, Kalendarium Manuale, II (Innsbruck, 1897), 370 sqq.F.G. También te puede interesar Consultorios
¿Cómo se puede saber si una persona está llena del Espíritu Santo?
Es probable que hayas escuchado a la gente decir: “En este momento siento el Espíritu muy fuerte”. Quizás tú también sientas algo en ese momento, pero ¿tienes algún problema si tú no lo sientes? Respuesta corta: en absoluto, porque las personas experimentan la influencia del Espíritu Santo de manera diferente.
- Eso es lo milagroso de los mensajes del Espíritu Santo: van dirigidos solo para ti.
- Para algunas personas, el Espíritu Santo puede hacer que se sientan impresionadas por la emoción y conmovidas hasta las lágrimas; para otras, las lágrimas rara vez o nunca llegan, lo cual está bien.
- Para ellas, el Espíritu Santo puede producir un sutil sentimiento de gratitud, paz, reverencia o amor (véase Gálatas 5:22–23 ).
En las Escrituras también se describe al Espíritu Santo como un “ardor” en el pecho (véase Doctrina y Convenios 9:8–9 ). Pero la intensidad o el grado de ese “ardor” puede ser diferente para todos. A veces es como una pequeña brasa resplandeciente en lugar de un fuego arrasador.
- O tal vez hayas oído la descripción del Espíritu Santo como una “voz suave y apacible” (véase Doctrina y Convenios 85:6 ).
- Y de inmediato pensaste: “Pero no he OÍDO una voz.
- ¿Me pasa algo?”.
- Y repetimos, no en absoluto.
- Esa descripción de las Escrituras no significa necesariamente que todos oímos una voz literal.
El élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El espíritu habla con palabras que sentimos. Tales sentimientos son delicados, un suave impulso a actuar, a hacer algo, a decir algo, a reaccionar de cierta manera”1. El punto es: cada uno de nosotros experimentará el Espíritu Santo de forma diferente y en diferentes grados.
¿Cómo se llaman los 7 dones del Espíritu Santo?
Reseña – La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Los siete dones son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Es verdad que «Los Dones del Espíritu Santo» son distintos y variados porque Él no se repite. Pero esta multiplicidad de carisma está destinada a conjuntarse y complementarse.
¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo en la vida de las personas?
¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? Ven, sígueme — Para el Sacerdocio Aarónico El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual.
Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza. Por medio de Su poder, somos santificados al arrepentirnos, recibir las ordenanzas salvadoras y guardar nuestros convenios. Para prestar servicio de forma eficaz como poseedores del sacerdocio, es esencial que escuchemos y sigamos las impresiones del Espíritu Santo.
¿Qué experiencias personales podría compartir con los jóvenes, las cuales les enseñarían sobre las funciones del Espíritu Santo? ¿Por qué es importante que los jóvenes aprendan a reconocer y seguir los susurros del Espíritu? ¿Cómo puede ayudarlos a ser dignos de Su compañía y a procurarla?
Al estudiar los pasajes de las Escrituras y otros recursos acerca del Espíritu Santo, procure obtener Su guía a fin de que sepa qué debe enseñar a los jóvenes sobre la importancia que el Espíritu Santo tiene en sus vidas. (El Consolador puede enseñarnos y recordarnos todas las cosas) ; ; (El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo) (Pablo describe el fruto del Espíritu) (El Espíritu Santo nos mostrará las cosas que debemos hacer) (Recibir el Espíritu Santo nos santifica) (El Espíritu Santo nos llena de esperanza y amor) (El Espíritu Santo nos enseña la verdad)
Gary E. Stevenson, “”, Liahona, mayo de 2017, págs.117–120. Henry B. Eyring, “”, Liahona, mayo de 2017, págs.15–18. Juan A. Uceda, “”, Liahona, noviembre de 2016, págs.30–32. Robert D. Hales, “”, Liahona, mayo de 2016, págs.105–107. Videos: “La voz del Espíritu”, “Territorio enemigo” Enseñar a la manera del Salvador El Salvador contaba relatos, parábolas y ejemplos simples de la vida real con el fin de enseñar de manera tal que tuviera sentido para Sus discípulos.
¿Qué experiencias personales puede compartir con los jóvenes para ayudarlos a entender las funciones del Espíritu Santo y a que sientan el deseo de procurar tener experiencias de ese tipo y ser dignos de ello? Ver un ejemplo de la, Un miembro de la presidencia del cuórum (o un ayudante del obispo en el cuórum de presbíteros) dirige la reunión.
Él dirige a los demás jóvenes para que deliberen en consejo en cuanto a los asuntos del cuórum, les enseña sus deberes del sacerdocio (usando las Escrituras y el librito Mi Deber a Dios ), los alienta a compartir las experiencias que hayan tenido al cumplir con su deber a Dios e invita al asesor o a otro miembro del cuórum a enseñar una lección del Evangelio.
Conceda a los jóvenes un momento para que piensen en un concepto de la lección de la semana pasada y lo mencionen. Piense en la manera en que podría relacionar sus respuestas con la lección de hoy. Invite a los jóvenes a escribir acerca de un momento en que hayan sentido la influencia del Espíritu Santo. ¿Qué hicieron para recibir Su influencia? ¿Qué diferencia supuso el sentir Su influencia? Si es apropiado, pida a varios jóvenes que compartan sus experiencias.
Vea otras, Cada una de las actividades siguientes permitirá a los miembros del cuórum comprender las funciones del Espíritu Santo. Siguiendo la inspiración del Espíritu, seleccione una o más que resulten mejor para su cuórum:
Escriba las preguntas siguientes en la pizarra: ¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo? ¿Cómo nos puede ayudar el Espíritu Santo? Invite a los jóvenes a examinar el discurso del élder Gary E. Stevenson “” o a mirar el video “La voz del Espíritu”, para buscar respuestas a las preguntas de la pizarra. Según sea apropiado, comparta experiencias que haya tenido de recibir inspiración del Espíritu Santo e invite a los jóvenes a compartir algunas experiencias que hayan tenido. También podrían compartir las cosas que harán para escuchar mejor y seguir las impresiones del Espíritu Santo. Busque algunas historias en los discursos de las conferencias generales más recientes que ilustren las diversas funciones del Espíritu Santo. Considere incluir la experiencia del presidente Henry B. Eyring con su hijo o con los santos austriacos en “” o la del élder Juan A. Uceda de cuando era misionero en Perú, en su discurso””. Invite a cada joven a leer una de las historias, a contarla al cuórum con sus propias palabras y a determinar la función del Espíritu Santo en ese relato. Anime a los jóvenes a compartir experiencias propias en las que el Espíritu Santo los haya ayudado. Invite a un miembro del cuórum a que enseñe una parte de la lección. Él podría hacerlo como parte de su plan de Mi deber a Dios de aprender y enseñar sobre el Espíritu Santo (véase “Comprende la doctrina”, págs., o ). Invite a los jóvenes a buscar los siguientes pasajes de las Escrituras, reconocer el papel del Espíritu Santo en cada uno de ellos y compartir cómo Su influencia puede bendecirlos: ; ; ; ;, Los jóvenes también podrían buscar partes del discurso del élder Robert D. Hales “” para aprender acerca de las funciones del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a enumerar etapas de su vida en las que necesitarán la influencia del Espíritu Santo. ¿En qué momentos será importante que el Espíritu Santo les muestre lo que deban hacer? ¿En qué momentos podrían necesitar los jóvenes sentir la influencia reconfortante del Espíritu Santo? Considere la idea de compartir una experiencia personal de cuando haya recibido la ayuda del Espíritu Santo. Muestre uno de los videos que se incluyen en esta reseña y pida a los jóvenes que escuchen lo que se enseña en ellos acerca de recibir guía por medio del Espíritu Santo. Pida a cada joven que comparta algo de lo que aprenda. Luego, escriba en la pizarra la siguiente declaración de la hermana Julie B. Beck en la pizarra: “La capacidad de reunir los requisitos para recibir revelación personal y actuar de acuerdo con ella es la aptitud más importante que se pueda lograr en la vida. Con ella, no podemos fracasar; sin ella, no podemos tener éxito” (“‘'”, Liahona, mayo de 2010, pág.11). Invítelos a pensar en lo que dice la cita y a que escriban lo que piensen al respecto y sobre la importancia de vivir dignos de recibir el Espíritu y de seguirlo. Aliéntelos a reflexionar sobre lo que pueden hacer para procurar gozar más de la compañía del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a que busquen en el índice de temas del himnario, bajo “Espíritu Santo”, un himno que enseñe acerca de cómo puede ayudarnos el Espíritu Santo. Pídales que compartan frases de los himnos que eligieron. Considere la idea de que canten uno de los himnos en grupo.
Pida a los jóvenes que compartan lo que hayan encontrado. ¿Qué sentimientos o impresiones tienen? ¿Comprenden las funciones del Espíritu Santo? ¿Desean hacer otras preguntas? ¿Resultaría útil dedicarle más tiempo a este tema? Sugerencia para la enseñanza “Al prepararse para enseñar con espíritu de oración podría ser guiado a destacar ciertos principios, podría obtener un entendimiento de cómo presentar mejor determinadas ideas, y encontrar algunos ejemplos, lecciones prácticas e historias inspiradoras en las simples actividades de la vida.
También podría recibir la impresión de invitar a alguna persona particular para que le ayude a presentar la lección. Tal vez recuerde alguna experiencia personal que pueda compartir con la clase” ( La enseñanza: El llamamiento más importante, 2000, pág.52). Vea otras, El joven que dirige concluye la reunión.
Él podría:
Según sea apropiado, contar una experiencia en la que haya sentido la influencia del Espíritu Santo en una de las formas que se explicaron en la reunión de cuórum. Invitar a los jóvenes del cuórum a mantenerse dignos y procurar la compañía del Espíritu Santo.
Actividades para los jóvenes que ayude a los jóvenes a aplicar lo que aprendieron en esta lección. : ¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo?
¿Qué adoran los pentecostales?
Creencias generales – Como cristianos, los pentecostales son monoteístas, Los llamados pentecostales trinitarios creen en la Santísima Trinidad, mientras que los pentecostales unicitarios no, pues consideran que Dios es uno solo manifestado de muchas maneras, siendo Jesús su última gran manifestación.
- Ven a la Biblia como un libro sagrado en el canon bíblico protestante, cuyos escritores fueron inspirados por el Espíritu Santo,
- De este modo, representa la palabra de Dios y, por tanto, su incondicional regla de fe y conducta.
- Al igual que otras iglesias cristianas y protestantes, también creen en el pecado original, y en particular en las figuras de Satanás, Adán y Eva,
También creen en la posibilidad de santificación del ser humano por medio de la fe. Se consideran parte de la «iglesia de Cristo», sin tener mayores desavenencias con las iglesias históricas como las presbiterianas o bautistas, Algunos pentecostales, no obstante, están en contra del ecumenismo,
¿Qué doctrina predican los pentecostales?
Doctrina – Los adherentes a esta iglesia creen en la trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, así como en Jesucristo (a quien consideran hijo de Dios por obra del Espíritu Santo) como el único salvador de la humanidad. Sus creencias se basan en los textos de la Biblia, conformada por sesenta y seis libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, desde el Génesis hasta el Apocalipsis,
¿Cuál es la diferencia entre Pentecostés y pentecostal?
¿Es pentecostal o Pentecostés? Una mirada a Hechos 2:1-13 – Instituto Bíblico AMEN Desde el surgimiento del movimiento pentecostal a inicios del siglo XX se ha discutido ampliamente sobre la interpretación de Hechos 2 y su papel para la comprensión del pentecostalismo.
Dado que ha pasado mucha agua debajo del puente de las discusiones en torno a la forma de interpretar el bautismo del Espíritu Santo y su relación con Hechos 2, la idea de un artículo como este no es la de criticar en sí misma la doctrina pentecostal, sino revisar la interpretación de este pasaje para identificar si en su propósito y naturaleza él permite aclarar la función y comprensión del bautismo del Espíritu para los grupos de origen pentecostal, y también para evaluar si funciona como espacio de decisión sobre la necesidad o no de la reformulación de esta doctrina pentecostal.
En el desarrollo del artículo se seguirá la que sería la división natural en el texto. Primero se contemplarán los vv.1-4 y el suceso de Pentecostés y, posteriormente, se presentará el estudio relacionado con los versos 5-13. Hechos 2:1–4 “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar.
- De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos.
- Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse” (LBLA).
En esta primera porción, Lucas nos presenta una ocasión (Pentecostés), un fenómeno (la manifestación de las lenguas) y un resultado (todos los presentes fueron llenos del Espíritu). Ocasión La elección de Pentecostés para el derramamiento del Espíritu Santo no puede considerarse como algo casual, ni tampoco como un elemento de mención meramente circunstancial.
- La iglesia tiene su nacimiento oficial en la celebración de Pentecostés, y si se quiere comprender el por qué, se debe ahondar un poco en lo que era y significaba esta celebración para la Jerusalén del siglo primero.
- La fiesta de Pentecostés, llamada así en griego, era la fiesta de la cosecha o de las semanas que encontramos en diversos pasajes del Antiguo Testamento (Ex 23:16; 34:22; Dt 16:9-10, 16; 2Cr 8:13).
En sus orígenes, esta fiesta de corte agrícola celebraba los primeros frutos (Nm 28:26; Ex 34:22), pero al pasar el tiempo terminó representando la recolección completa o al menos el final de la cosecha. Esta celebración, originada en la comprensión judía de la ley, era una de las tres principales fiestas judías, las que implicaban un peregrinaje a Jerusalén para presentarse ante el Señor con ofrendas (Ex 23:14-17).
Ahora bien, esta celebración de carácter agrícola no representaba exclusivamente una celebración de provisión material, sino que con el desarrollo de la religión judía comenzó a apreciarse como fiesta de provisión espiritual, festejando un aniversario de la entrega de la ley en el Sinaí, comprensión derivada de la lectura de Éxodo 19:1, de la cual se puede calcular que los israelitas llegaron al Sinaí unos cuarenta días después de la celebración de esa primera pascua.
Vemos entonces en el Pentecostés, una celebración especial para el pueblo judío, que recuerda que Dios ha dado tanto la provisión material -representada en la cosecha- como la provisión espiritual representada en la ley. Sin embargo, en la narración de Lucas, la comprensión del Pentecostés no se quedará solo en esos dos elementos.
El evento descrito es para el Nuevo Testamento la inauguración de una nueva época, la del Espíritu Santo. Aunque el derramamiento de éste representa un hecho histórico irrepetible, a partir de ahí todo el pueblo de Dios -en toda las naciones- se vería beneficiado con este nuevo inicio. Esto que los 120 reunidos en el aposento alto están viviendo resulta en la experiencia pentecostal, en la manifestación del Espíritu en su venida a través del fuego y del viento que pudo ser visible y audible.
Si bien parece ser un fenómeno desconcertante para los iniciados aquí, debe considerarse que es parte de su comprensión de la fe. Es posible relacionar en el Antiguo Testamento el discurso profético con la llenura del Espíritu Santo. Vemos ya anticipado en el Antiguo Testamento que al venir el Espíritu de Dios sobre una persona, esta habitualmente profetizaba.
Este elemento es visible en Eldad y Medad, los ancianos de Israel que profetizaron en el campamento (Nm 11:26). También lo podemos ver con Saúl y otros casos más. En este caso, lo peculiar es el formato del discurso profético, el cual trabajaremos más adelante. Siguiendo esta comprensión del Pentecostés donde Dios da alimento, ley y ahora su Espíritu, podemos afirmar que no podría haber un mejor momento para el envío del Espíritu Santo, pues en relación a la iglesia naciente, es después de la muerte de Jesús que se genera la nueva creación y de esta, los discípulos representan los primeros frutos, núcleo del pueblo de Dios (Jr 31:33-34; Ez 36:22-32).
Este nuevo pueblo, enmarcado por el don de Dios, es un pueblo espiritual que nace por obra directa del Espíritu Santo en forma especial, enmarcada en la celebración del Pentecostés. Si volvemos a la consideración de cómo se celebraba la fiesta y los panes que se partían en ella como símbolo de la provisión de Dios, podríamos incluso mencionar que resulta interesante una comparación entre esta provisión y el símbolo de la Cena del Señor del pan que se parte como representación de que somos unos en Cristo.
Es decir, la iglesia naciente también celebra la provisión del Señor. Es entonces, sin ánimo de exagerar, Pentecostés el mejor momento para la inauguración de la iglesia, no solo por su trasfondo y su significado, sino por su realidad en el primer siglo de congregar en Jerusalén a gran cantidad de peregrinos quienes a la larga terminarán escuchando el mensaje de las maravillas de Dios.
En ese sentido, podemos ver que Lucas -en forma indirecta y sutil- presenta cómo todo el mundo estaba representado, mediante las personas que venían de las diversas naciones, en el día de Pentecostés. El fenómeno Lucas, después de ubicarnos en un evento especial, nos describe el fenómeno que experimentaron los 120 reunidos, siguiendo la tradición, en el aposento alto.
Es importante mencionar que estos discípulos en unidad reflejan los mencionados en el capítulo anterior de donde se puede inferir que la unidad no debe entenderse exclusivamente como estar en el mismo lugar sino algo más relacionado a estar unidos en un propósito o bajo un pensamiento en común.
Son estos discípulos unidos los que terminarán experimentando este fenómeno y su resultado. El fenómeno consta de varios elementos que funcionan como un todo en el desarrollo de la historia fundacional de la iglesia. El fenómeno descrito en Lucas incluye un viento recio que es oído y que se podía sentir en toda la casa, así como el poder ver las lenguas como de fuego repartidas sobre cada uno de los presentes, esto acompañado del hablar en lenguas, técnicamente llamado glossolalia, todo como resultado del “fueron llenos del Espíritu Santo” (Hch 2:2-4).
- La llenura del Espíritu Santo que encontramos descrita en este pasaje tiene unos marcados ecos que recuerdan la forma en la que se da la ley en el Sinaí.
- Entonces, al igual que la ley, el Pentecostés permite que los discípulos den a conocer la obra del Espíritu Santo proclamando las buenas nuevas de Dios a todos los seres humanos.
Las señales de Pentecostés deben considerarse a la luz del Antiguo Testamento, dado que el fuego, el viento, aun el habla, son parte de las teofanías que allí se nos presentan. Es en ese sentido que, junto con Trenchard, podemos afirmar que las manifestaciones sobrenaturales en Pentecostés eran comprensibles para un lector del Antiguo Testamento, aunque esto en un sentido limitado, dado que Pedro tiene que explicar el suceso en el amplio desarrollo y sustento de su sermón (vv.14-42).
- Estos eventos, estas señales, dadas en Pentecostés -y entre ellas el hablar en otras lenguas- nos muestran que Dios participa en forma sobrenatural en la historia, dando a través de una manifestación milagrosa su mensaje.
- La importancia del don de lenguas descrito aquí está relacionada estrechamente con la labor que se esperaba de la proclamación; por eso si bien se ha llamado la atención a la ocasión y al fenómeno lo importante termina siendo el resultado de estos.
El resultado Lucas nos presenta, como conclusión primaria del fenómeno triple que nos acaba de describir, que todos fueron llenos del Espíritu Santo. Este “bautizo” en y con el Espíritu sería el cumplimiento entonces de los anuncios hechos por Jesús en el capítulo 1:5,8.
- Estos discípulos -llenos del Espíritu- ahora comenzaron a hablar en otras lenguas, como nos dice el texto, según el Espíritu les daba para que hablasen.
- En la narración de Hechos se podrá observar que el evento tiene nuevas apariciones aunque de comprensión algo diferente.
- Tenemos entonces aquí, un marco más claro para la explicación de los sucesos dados en Pentecostés.
Hasta el momento es claro que la fiesta, por sus particularidades era especial, y que el fenómeno, comprendido como manifestación divina y la plenitud del Espíritu representan para la iglesia su inicio, su bautizo, y así como Jesús recibió el bautizo del Espíritu para iniciar su ministerio, la iglesia recibe el bautizo para el suyo.
Hechos 2:5-13 “Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios.
Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos” (LBLA). Esta segunda porción presenta a los moradores de Jerusalén, quienes se asombran por el fenómeno y su presente resultado.
- Lucas describe a la población, muestra su asombro, lista las naciones representadas y presenta la percepción de aquellos que pudieron presenciar tan formidable evento.
- Lucas inicia esta porción indicándonos que había en Jerusalén judíos y piadosos de todas partes del mundo que se habían congregado por la fiesta, como una de las bendiciones de Pentecostés.
Sin embargo, podemos notar que el énfasis para Lucas no es la diversidad de la población, sino la forma como se juntan en torno al fenómeno y se resalta en el texto que, a pesar de ser todos galileos, hablan en las lenguas de la dispersión, constituyendo así lo que muchos autores consideran el reverso de la maldición de Babel.
- Es más, que Dios haya decidido llevar a cabo este maravilloso evento a través de galileos, de acuerdo a la mención del pasaje, solo hace más grande su obra dado que en la comprensión cultural judía el galileo era visto con desprecio pues se consideraba de inferior condición y pureza.
- Hablaron en lenguas En esta porción resulta repetitiva la mención a “les oímos hablar en nuestra propia lengua” y por eso se hace necesario detenernos un momento aquí y desarrollar un poco más esta particularidad.
Es sabido que parte de la discusión gira en torno al tipo de fenómeno que estas lenguas representaron; para algunos, el milagro es un milagro de audición, es decir, que los discípulos no hablaron en otras lenguas sino que los asistentes les oyeron en su propia lengua.
Ahora bien, partiendo de la consideración de que el milagro en Pentecostés es primordialmente del habla, se debe mencionar además que las lenguas como señal no responden a un uso arbitrario de Lucas, sino a la comprensión de que el bautizo del Espíritu conecta con otras culturas lo cual es entendido como el medio para alcanzar con el testimonio de Cristo el mundo.
Es innegable que el milagro aquí está relacionado con la proclamación de las maravillas del Señor, pero ¿cómo se deben entender las lenguas en este pasaje? Tenemos aquí autores de ambos extremos de la discusión; para algunos las lenguas en Hechos 2 deben entenderse como lenguas mayormente angelicales, al igual que en 1 Corintios 12-14.30.
Siguiendo a Stott, podemos decir que hay diferencia entre las lenguas presentadas aquí y las de 1 Corintios 12-14, en cuanto a la dirección de su mensaje, en cuanto al tipo de lenguas que se hablaron y en cuanto a su propósito. Frente a este punto se puede mencionar a Pablo, que reconoce en los corintios las lenguas como un don genuino que viene del Espíritu pero a su vez lamenta la importancia no adecuada que algunos de los miembros de la iglesia le dan a la práctica de éste (1Co 12:10, 28-30; 14:2-19).
Además, algunos autores de corte pentecostal -como Gordon Fee- hacen diferencia entre las lenguas de Pentecostés y las descritas en Corinto, dado que estas últimas se mencionan como una analogía y lo análogo habitualmente no es idéntico a lo que está identificando.
- En ese sentido la sugerencia es seguir a Pablo que en 1 Corintios 13:1 nos presenta como clave de comprensión de las lenguas la mención “lenguaje de los ángeles”, dado que parte de la discusión acerca de las lenguas gira en torno al tipo de lenguas que estas son.
- En palabras de Fitzmyer: ‘Hablar en lenguas’ es un don de Espíritu en 1 Corintios 12:10, 28, 30; 14:2, 4-9.
Para muchos intérpretes el significado del don aquí es glossolalia, entendida como ‘palabra exaltada’. Para otros, sin embargo, es xenología, ‘hablar en lenguas extranjeras’ Como quiera que sea, sólo Lucas hace de él un don milagroso para hablar ‘en otras lenguas’, es decir, otras lenguas humanas, no ‘las lenguas de los ángeles’ (1 Co 13:1).
- Cuando se menciona el fenómeno de nuevo en Hch 10:45-46; 19:6, no se usa el adjetivo heterai.
- Eso puede, entonces, ser glossolalia, pero no es el caso aquí.
- En Hechos 2 los v.6 y 11 se hace mención de dialektos y hai hemeretai glossai, lo que claramente indica las diferentes lenguas humanas, aclarado luego en la lista de las naciones (2:9 – 11).
Esto resulta entonces en sorpresa para los que presenciaron tan magnífico evento. Sin embargo, se reconoce que los éxtasis tienden a ser parecidos, razón por la cual Pablo -quién tenía el don de la glosolalia- advirtió a los corintios que un no cristiano que entrara a sus reuniones viendo este fenómeno los consideraría locos (1Co 14:23) situación similar a la que vivieron los discípulos en Pentecostés, quienes fueron considerados como borrachos.
A forma de conclusión de este punto, podemos evidenciar aquí que las lenguas mencionadas representan un milagro del habla, que se trataba de dialectos o idiomas que los discípulos no conocían y que hablaron por don divino. Pentecostés vs Babel Se hace importante en la interpretación del pasaje ir más allá de las lenguas como fin en sí mismo y pensar en el principio que subyace detrás de su uso.
Aún en este punto la primera discusión es si el medio es más importante que el mensaje. Siguiendo a Bruce pensamos en que el mensaje y el medio están unidos, pero el mensaje representa una redención histórica para la humanidad y es la del Babel redimido.
- Ver esta relación no representa una novedad exegética, dado que ya en la historia de la interpretación es una opción bastante difundida.
- En esta porción, sin lugar a dudas, se quiere mostrar la relación de Babel con Pentecostés dado que en este último se anula la confusión del primero y los hombres vuelven a tener unidad en la posibilidad de escuchar la voz de Dios en su lengua y no solo esas fuertes alusiones sino el evento presentado como la obra del Espíritu que hace a Dios accesible a toda carne.
Aun así, esta relación resulta compleja en la tradición interpretativa, pero la invitación lucana puede ser clara al señalar que mientras en Babel la soberbia de la gente les llevó a intentar subir al cielo, en Pentecostés el cielo descendió a la tierra.
- Y el mensaje que se desprende de esta comprensión resulta en la posibilidad de unidad para la nueva humanidad que ya no son interrumpidas por las barreras que dividían a la raza humana como producto del castigo divino.
- En esta nueva humanidad -producto de un nuevo acercamiento- ya no está presente la dispersión y la desunión que fueron producto de la confusión de lenguas, sino que se recupera la capacidad de comprensión de la obra del Espíritu en diversas lenguas, a través de la lengua del Espíritu que reestablece la unidad de la creación.
Babel es así superado por Pentecostés, y lo que separaba al pueblo que no podía por el idioma escuchar la voz de Dios, ahora les da una invitación abierta a escuchar las maravillas del Señor. En conclusión, es más importante aquí la supremacía de Pentecostés sobre Babel que el simple hecho de hablar en lenguas.
Si bien las lenguas son el maravilloso medio “La ‘señal’ consistía en que la plenitud del Espíritu daba a conocer ‘las grandezas de Dios’, saltando por encima de la barrera de la diversidad de idiomas –símbolo éste de la humanidad dividida por el pecado– por medio de un milagro en franca oposición a la confusión de ‘Babel'”.
Las naciones representadas Ya se ha mencionado que Lucas no intenta hacer una lista exhaustiva de las naciones presentes en Jerusalén durante la fiesta tanto como mostrar la universalidad del evento en descripción. Aquí entonces, se puede adicionar que la intención –acorde a la línea de narración del libro de Hechos– representa en primera instancia el mensaje a los judíos antes que a los gentiles.
Sin embargo, las ubicaciones mencionadas representan una inversión en la que se puede decir que así como Génesis sigue su listado de naciones en torno a la dispersión de los idiomas en Babel, de igual forma Lucas hace su resumen de naciones mostrando también multiplicidad de lenguas. Sin embargo, las naciones mencionadas en ambos relatos tienen un propósito diferente; mientras en Génesis se mencionan para el juicio divino, en Hechos se mencionan alrededor de la adoración común a Dios (2:11).
La mención de naciones en el evento de Pentecostés y el poder para compartir el mensaje son memorables, pues representan –siguiendo a Fitzmyer– una ocasión única que tienen los discípulos, como testigos del Cristo resucitado, de confrontar con el mensaje de Dios a Israel y al mundo.
Esta confrontación es –a la luz de Hechos– más importante que el solo recibimiento del bautismo en el Espíritu. Son entonces las naciones mencionadas un formato de universalidad que hablan del poder redentor divino. Es importante hacer aquí una pausa en el texto antes de la transición a la problemática inicial de si es pentecostal el Pentecostés.
Hasta el momento se ha intentado establecer la importancia de la fiesta, lo extraordinario del fenómeno con el que el Espíritu Santo descendió y “bautizó” la iglesia para el inicio de su ministerio. También se evidenció como estos hombres “llenos del Espíritu Santo” pudieron testificar a todas las naciones representadas de la tierra en una clara redención del castigo de Babel sobre la humanidad.
Al comprender estos elementos como fundamentales en la interpretación del texto y que llevan la interpretación del mismo a centrarse en el mensaje y no en la forma, debemos preguntarnos qué tan pentecostal resulta ser el Pentecostés. Al hacerlo aquí se reconoce que se ha querido trabajar la pregunta más que desde una posición doctrinal, desde una comprensión hermenéutica tradicional.
El bautizo del Espíritu Santo Si bien, ya se ha expresado que el texto en Hechos 2:1-13 no menciona la expresión “bautizo en el Espíritu” sino “llenura en el Espíritu”, doctrinalmente sí hay una discusión frente a la comprensión del bautizo partiendo de Hechos y su interpretación de exclusividad en la manifestación única en el hablar en lenguas.
Es menester aclarar que la expresión “Estar llenos con el Espíritu Santo” es frecuente en los escritos lucanos (Lc 1:15, 41, 67; Hch 4:8,31; 9:17; 13:9), y habitualmente está relacionado con el don de Dios del mensaje profético. Lucas toma esta expresión de la LXX (Pr 14:4; Eclo 48:12), y dado que es una expresión común en Lucas, se toma entonces ésta como punto de partida para la comprensión del bautizo como primer momento y la llenura como una necesidad constante en la vida del creyente.
El evento de Pentecostés es fundamental para el cristianismo en general pero en la interpretación pentecostal nos encontramos con el imperativo de considerar en Hechos algo más. La interpretación pentecostal y posiblemente del movimiento de santidad wesleyano, que fue su antecesor, buscan para la iglesia una experiencia subjetiva de Cristo y la encuentran en la vida personal del creyente y en la adoración comunitaria a través de la obra del Espíritu Santo.
Aunque sea esta la perspectiva común, la perspectiva de Pentecostés como el avivamiento individual y eclesial en el cual el hablar en lenguas es la prueba de que el creyente ha recibido al Espíritu Santo y sus dones, hace que esa interpretación se constituya como uno de los elementos diferenciadores entre los grupos pentecostales y los demás grupos evangélicos.
Esto quiere decir que, entre los grupos clásicamente considerados pentecostales, el bautismo en el Espíritu se entiende como estrechamente relacionado (sino como igual), a la manifestación del don de lenguas, considerando así que la evidencia primaria de dicho bautismo es la glossolalia y de allí se pasa a la práctica de los demás dones espirituales.
Esta iniciación se da como elemento posterior a la conversión y comúnmente a este primer hablar en otras lenguas se le llama bautizo del Espíritu y es a su vez considerado la segunda bendición. Esta creencia ampliamente distribuida dentro de las iglesias pentecostales también está formalizada en algunas declaraciones de fe eclesiales como la de las Asambleas de Dios: “El bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo es evidente con la señal física inicial de hablar en otras lenguas como el Espíritu los dirija (Hch 2:4).
El hablar en lenguas en este caso es esencialmente lo mismo que el don de lenguas (1Co 12:4-10, 28), pero es diferente en propósito y uso”. Son diversos los autores que ahondan la comprensión pentecostal de la misma. Solo adicionaremos a la posición tradicional, lo que Baumert, citado por Bosqued, menciona en cuanto a este pasaje: la historia de la interpretación del concepto señala que desde los tiempos de Orígenes el ‘bautismo del Espíritu’ se entendió únicamente como una descripción del envío del Espíritu.
Según él, el sentido de experiencia única y particular, con las connotaciones de evento inicial profundamente existencial, y de naturaleza excepcional, tal y como lo conciben los pentecostales, es algo relativamente reciente. Fruto del auge de esta interpretación novedosa, algunos autores han comenzado a defender con intensidad creciente la opinión tradicional respecto al bautismo de Espíritu Santo.
Entre los más destacados se encuentra James Dunn con su obra clásica The Baptism in the Holy spirit, En ella sostiene que, en términos bíblicos, el bautismo del Espíritu Santo es equivalente a la conversión-iniciación. Para él y otros autores evangélicos, el bautismo del Espíritu Santo es algo intrínseco al ser cristiano.
Es decir, no es una segunda bendición que puede ocurrir o no, ni un nivel espiritual superior, sino que es equivalente al don del Espíritu, dado automáticamente a todos los creyentes. Surge entonces la pregunta sobre si se puede mantener todavía la idea de que el hablar en lenguas es la única manifestación válida para hablar del bautizo del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Frente a este interrogante, la respuesta evangélica supone el mejor acercamiento al mencionar que el Nuevo Testamento no presenta el don de lenguas como un elemento normativo para el bautismo del Espíritu. La evidencia escritural no resulta categórica para justificar esta posición como exclusiva en el Nuevo Testamento.
Al igual que Dye, creo que es difícil sostener esta afirmación del bautismo como única señal, especialmente partiendo desde la perspectiva de que el Pentecostés busca mostrar la globalidad de la iglesia y que las lenguas son señal de universalidad y no de separación entre creyentes. En ese sentido, Pentecostés no es pentecostal, o por lo menos no en forma exclusiva.
Pentecostés es una invitación a manifestar la gloria de Dios, no sólo quedándonos con sus carismas, sino llevando la proclamación a toda nación. Este pasaje nos invita a revisar nuestra tradición y pensar más en la iglesia como medio para la redención de la humanidad dividida en Babel, más que en las lenguas como un medio diseñado para generar divisiones al interior del pueblo de Dios.
¿Cuándo sucedió la fiesta de Pentecostés?
El Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la Pascua, poniendo término al periodo pascual.
¿Qué hicieron los apóstoles después del día de Pentecostés?
Introducción – Los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo en el día de Pentecostés y fueron bendecidos con el don de lenguas al predicar el Evangelio. Pedro proclamó que Jesús es “Señor y Cristo” ( Hechos 2:36 ) e invitó al pueblo a arrepentirse, bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo. Unas 3.000 personas se convirtieron y se bautizaron ese día y siguieron fieles en la Iglesia.
¿Qué pasa cuando recibimos el Espíritu Santo?
Pasajes adicionales de las Escrituras –
1 Corintios 3:16–17 ; D. y C.130:22–23 (el Espíritu Santo mora con los fieles). Hechos 19:1–7 (el don del Espíritu Santo se otorgó en la antigüedad). Moroni 8:25–26 (cómo recibir al Espíritu Santo). Moroni 10:5 (el Espíritu Santo es un testigo de la verdad). Mosíah 5:2 (el Espíritu Santo cambia el corazón de la gente). Alma 5:54 (el Espíritu Santo santifica).
¿Cómo puedo saber que Dios me está hablando?
¿Cómo se reconoce la revelación? – No hay una manera única de describir la revelación. Dios nos habla a cada uno de manera que podamos entender (véase Doctrina y Convenios 1:24 ). Las personas a veces experimentan sueños y visiones, pero más a menudo, Dios nos habla por medio de sentimientos apacibles del Espíritu Santo, como calidez, paz o gozo.
¿Qué provoca la presencia de Dios?
La presencia de dios renueva – fortalece –da nuevas fuerzas, cuando estés cansado, cuan- do te sientes débil, recuerda que nos da nuevas fuerza como las del búfalo.
¿Que sucedio el día de Pentecostés Hechos 2 1 13?
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar, y de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados. Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos.
¿Qué quiere decir la palabra Pentecostal?
Artículos Pentecostalismo, teología y cosmovisión Enrique Rodríguez Balam UACSHUM, CH, UNAM. Fecha de recepción: 24 de agosto de 2005. Fecha de dictamen: 9 de septiembre de 2005. Resumen El ensayo ofrece algunos planteamientos básicos para explicar el fenómeno del pentecostalismo, su desarrollo y difusión en Latinoamérica.
- Se abordan las formas que adopta esta vertiente del protestantismo en los distintos contextos en los que se implanta.
- El artículo hace hincapié en la revisión de las bases teológicas que sustentan las doctrinas de las denominaciones pentecostales, con la finalidad de explicar la manera en la que este tipo de confesiones son amoldadas y refuncionalizadas por los actores dentro de diferentes entornos sociales y culturales.
Palabras clave: Teología, doctrina, pentecostalismo, religión y religiosidad. Abstract This article presents some basic arguments enabling an explanation of the development and dissemination of Pentecostalism in Latin America. It approaches the particular manifestations of this branch of Protestantism in the different contexts in which it establishes itself.
- This paper focuses specifically on the theological basis of Pentecostal doctrines in order to explain the ways in which social actors of different social and cultural contexts actively reshape and rework these confessions.
- Ey words: Theology, doctrine, pentecostalism, religion and religiosity.
- La intención central de este artículo es hacer una exposición general respecto a algunas de las doctrinas pentecostales, partiendo de la reflexión teológica que las sustenta.
Como segundo objetivo, busca explicar cuáles son los fundamentos dentro de las creencias pentecostales heredadas del protestantismo histórico, a fin de poder entrever las fisuras que permiten que las doctrinas de los grupos evangélicos sean aceptadas, refuncionalizadas y, finalmente, incorporadas a la realidad local de diversos contextos culturales.
Con el objeto de lograr lo anterior, se debe dejar en claro que tanto el catolicismo como las corrientes evangélicas (protestantismo histórico y pentecostalismo) y las distintas formas de expresar lo religioso (religiosidad), se estructuran de manera tal que cada uno de estos niveles -generadores de sentido- funciona dentro de la vida cotidiana como un medio para expresar conocimientos pasados y presentes a través de su práctica e interpretación.
Forman parte del abanico de posibilidades con el que cuentan los individuos para poner en funcionamiento su religiosidad cotidiana. En ese sentido, se pondrá énfasis en los paralelismos, ya en el nivel doctrinal, ya en el de las prácticas o expresiones religiosas, en tanto que son susceptibles de observarse como parte fundamental de un “lenguaje ritual” que se nos presenta como un medio de comunicación capaz de transmitir y mantener códigos culturales dentro de un contexto religioso, pero cargado al mismo tiempo de significados sociales.
No se trata de presentar una exégesis a la manera de la teología de la liberación sobre la inculturación de la teología cristiana por parte de los conversos, sino de un esfuerzo por entender cuáles son los mecanismos que permiten el diálogo entre una tradición pentecostal que se concreta en el ritual y el discurso de conversión, junto con la tradición y práctica religiosa (catolicismo folky “la costumbre”), afincada en el apego a sus expresiones religiosas externas (rezos, peregrinaciones, fiestas tradicionales, creencias) y objetos rituales (iconografía religiosa, uso de escapularios, agua bendita, etc).
En consecuencia, en este texto se tratará de exponer brevemente la doctrina pentecostal así como sus raíces teológicas históricas, con el fin de establecer ejes de lectura sobre la cosmovisión de los pentecostales, enmarcados dentro de la realidad latinoamericana.
Se trata también de ubicar puntos de comparación para así poder entrever la manera en la que las doctrinas pentecostales son cambiadas o transformadas desde la realidad de las creencias de los pueblos autóctonos que les dan cabida. Como se ha señalado en reiteradas ocasiones, es preciso apuntar que el éxito de las denominaciones pentecostales se ha visualizado desde diversos referentes (económico, ambiental, difusión cultural, refugio de masas, etc,).
De manera particular, variadas teorías han hecho hincapié en la capacidad que muestran dichas confesiones religiosas para adaptarse a las realidades locales. En este trabajo se quiere poner énfasis en la importancia de observar al pentecostalismo como una religiosidad ritualizada y sacramentalizada en los términos y concepciones más generales de estas doctrinas (me refiero aquí a la capacidad de valerse de objetos rituales y manifestaciones religiosas externas para hacer tangible y sensible la presencia de lo divino).
En ese sentido, me adelanto a afirmar que más que una “flexibilidad” por parte de las denominaciones pentecostales para adaptarse a las realidades locales, lo que se nos presenta es la manera en la que los individuos “hacen” flexibles las doctrinas del pentecostalismo, no solamente amoldándolas a su realidad sino esbozando argumentos que consolidan, sustentan y brindan respuestas a sus interrogantes teológicas y prácticas dentro del marco de su vida cotidiana.
Nos distanciamos así de la fórmula que se maneja en la actualidad para entender la religión, partiendo de la distinción entre lo que se supone que ésta “es” y lo que “hace”; y nos centramos en mostrar lo que los individuos “hacen” con la religión para poder así definirla como producto de la creación multiforme y variopinta de la inventiva de los actores sociales.
Bajo esta perspectiva es posible sugerir que la religión (en su contexto vernáculo particularmente), se convierte así en un medio a través del cual se mantienen patrones, esquemas y estructuras simbólicas heredadas de una religiosidad que posibilita la convivencia con las doctrinas adquiridas tras el cambio de adscripción religiosa.
En este punto conviene aclarar que no se debe pensar que tales mecanismos adaptativos sean un fenómeno nuevo. El reacomodo de patrones religiosos traídos del exterior dentro de las concepciones autóctonas ha tenido continuidad, como forma de resistencia cultural, desde la primera evangelización.
En ese sentido es posible afirmar que las denominaciones pentecostales basan parte de su éxito en hacer concreto aquello que las iglesias históricas habían obligado a mantener oculto y que se guardaba debajo de sus doctrinas religiosas: hacer posible el retorno a lo tangible, rescatar la posibilidad de “tocar el manto de Jesús”.1 No es que las iglesias históricas hayan negado la existencia de este tipo de expresiones de lo sagrado, pero en cierto modo éstas se mantuvieron ocultas hasta la llegada de las congregaciones pentecostales, las cuales exaltaron el papel del Espíritu Santo a través de sus manifestaciones “externas” y “visibles”.
A fin de comprender mejor cuáles son los hilos con los que se teje y argumenta la estructura doctrinal del pentecostalismo, es necesario hacer una breve revisión de algunas de las doctrinas básicas de sus iglesias. Como se tratará de explicar en este artículo, el eje sobre el que se construyen las doctrinas del pentecostalismo, nace de una fragmentación de sentidos del corpus doctrinal heredado tanto del protestantismo histórico como del catolicismo.2 Los fundamentos teológicos del pentecostalismo El pentecostalismo es una vertiente del cristianismo que surge en los Estados Unidos a principios del siglo XIX como una especie de avivamiento (revival) religioso.
Se le ha caracterizado, cuando no definido, a partir de una de sus doctrinas principales: la glosolalia o don de hablar en lenguas. Una buena parte de los estudios críticos sobre el pentecostalismo (ya sean sociológicos o teológicos) han puesto su énfasis en señalarlo como una práctica religiosa basada en esta doctrina, dejando de lado tanto al corpus doctrinal que lo conforma como a las tradiciones religiosas de las que surge.
Como se ha mencionado líneas arriba, es un error frecuente pensar que la glosolalia (capacidad de hablar en lenguas angélicas), 3 es doctrina exclusiva de las congregaciones de tipo pentecostal. La capacidad para hablar en lenguas como regalo divino o sello de Dios se encuentra tanto en los santos católicos como en los protestantes históricos, ya que debe entenderse como una experiencia religiosa que concede al hombre la posibilidad de tener contacto directo con lo divino a través de este medio.4 Pero a pesar de compartir la característica del hablar en lenguas, estas tradiciones religiosas se encuentran alejadas del pentecostalismo (Dayton, 1991: 3).5 De acuerdo con lo planteado por Dayton, centrarse única y exclusivamente en la doctrina de la glosolalia impide o dificulta una exégesis sistemática del movimiento: En segundo lugar, concentrarse de esta manera en la glosolalia por parte de intérpretes del pentecostalismo impide una adecuada comprensión al interpretar las pretensiones ahistóricas de quienes sostienen que el pentecostalismo surgió de la nada alrededor del año 1900, en una pequeña escuela bíblica en Topeka, Kansas, bajo el liderazgo del evangelista del Movimiento de la Santidad (“Holiness Movement”), Charles F.
- Pharman; o bien que surgió doce años más tarde en la misión entre los negros de la calle Azusa en Los Ángeles, según la credibilidad que se confiera a una u otra afirmación (Dayton, op. cit.: 4).
- En otras palabras, la convergencia en una sola práctica religiosa o doctrina compartida no puede ni aglutinar a todas las confesiones que la practican ni tampoco puede ser capaz de explicar los fundamentos teológicos y doctrinales que sirven de base al pentecostalismo.
Conviene apuntar que el fenómeno de la glosolalia es importante, no tanto por lo que es en sí, sino porque se inscribe en el círculo de manifestaciones que caracterizan las más auténticas expresiones de la religiosidad. En efecto, la glosolalia desenfatiza el elemento racional intelectual, subraya el elemento “miraculoso” que distingue lo divino de lo natural-humano, desarrolla la noción de “posesión” por lo numinoso, es una forma de éxtasis que lleva a un incremento del sentido de trascendencia, e introduce una nueva dimensión en la concepción y función del lenguaje.
Plantea la idea de la necesidad de interpretación, nivela a los individuos al valorar más alto las “lenguas angélicas” que el discurso racional de los eruditos y es un fenómeno que sólo se produce cuando se crea comunidad, cuando se dignifica la función profética -manifestación religiosa no-institucionalizable- frente a la oficialidad de la realeza y el sacerdocio, funciones que exigen iniciación y consagración.6 El problema para entender la preponderancia que ha tenido la doctrina de los dones del Espíritu Santo quizás radique en el énfasis que históricamente se le ha dado a las tres personas de la Trinidad como doctrina fundamental dentro de la lógica sobre la que se construye la reflexión teológica cristiana.7 Si nos remitimos a la historia del origen y conformación teológico doctrinal del pentecostalismo encontraremos sus raíces en la Iglesia metodista (protestante de origen histórico) que floreció en los Estados Unidos.
Resulta necesario mencionar que existen diferencias y matices culturales en cuanto a las manifestaciones o expresiones religiosas (tanto del pentecostalismo latinoamericano como el anglosajón), así como el que pueda darse en otro contexto geográfico.
Para el caso que nos toca podemos decir que, en términos generales, las investigaciones sobre el pentecostalismo latinoamericano han señalado que existen dos características fundamentales para comprender a este tipo de denominaciones religiosas: por un lado el rescate del valor personal e individual por encima de lo estructural o colectivo, 8 y por el otro, el que se le otorga a la experiencia espiritual por encima de la articulación teológica.
Una vez que hemos ubicado sus particularidades, podremos comenzar por señalar que el centro de la estructura doctrinal del pentecostalismo se construye a partir de sus cuatro bases o pilares teológicos: “Jesucristo como salvador, bautizador con el Espíritu Santo, sanador y Rey que vendrá otra vez”.
En algunos casos el orden de la fórmula se puede alterar pero no pierde por ello su trascendencia y eficacia dentro de la estructura doctrinal: “Jesucristo salva, sana, reina y viene”.9 En cada contexto sociocultural se pueden observar los matices o adaptaciones que han sufrido estos puntos básicos, pero la discusión, construcción teológica y doctrinal han partido de estas bases para construir sus reglas de fe.
A pesar de haberse probado la validez de este patrón como elemento que origina, y sobre el cual se construye la teología de las iglesias pentecostales, también se debe decir que este tipo de doctrinas se encuentran presentes en otras tradiciones cristianas, anteriores y posteriores al surgimiento del pentecostalismo.10 Como el mismo Dayton menciona: Debemos admitir de inmediato que todos los elementos del patrón de los cuatro puntos aparecen por separado o en diversas combinaciones en otras tradiciones cristianas.
- Aun el patrón completo de los cuatro puntos está de alguna manera anticipado, por ejemplo, en el “evangelio de los cuatro puntos” de A.B.
- Simpson, fundador de la Alianza Cristiana y Misionera de fines del siglo XIX, quien hablaba de Cristo como el “Salvador.
- Santificador, Sanador, y Rey esperado”.
- Pero el surgimiento de este patrón es, de hecho, el último paso en el complejo proceso de desarrollo que culmina en el pentecostalismo (Dayton, op.
cit.: 9), Como se desprende de la lectura de esta cita, no es posible afirmar que la creencia en Jesucristo como salvador, santificador, sanador y rey no se encuentre en otras tradiciones religiosas o en brotes confesionales más tempranos, aunque en el caso del pentecostalismo estos cuatro puntos irán dando forma a su estructura doctrinal.
Si bien es conocido el énfasis que las denominaciones protestantes históricas ponen en conservar una hermenéutica bíblica a través de la lectura del apóstol san Pablo, los movimientos pentecostales lo han hecho tomando como referencia principal de interpretación el evangelio según san Lucas, especialmente por la manera en la que narra el Libro de los Hechos.11 Sin embargo, Dayton hace una acotación interesante al modelo de análisis hermenéutico pentecostal en el que nos dice: “Pero cambiar los textos paulinos a los de Lucas es cambiar de un género literario a otro, de un material didáctico a un material narrativo.
Los textos narrativos son difíciles de interpretar teológicamente” (op. cit.: 10-11). Según esta interpretación, el relato del Libro de los Hechos es sin duda una narración que debe ser tomada de manera literal, es decir, que los milagros que suceden a consecuencia de haber recibido al Espíritu Santo por parte de la Iglesia primitiva, deberán repetirse en todos los tiempos de la historia por los que ha atravesado la Iglesia de Cristo como medio privilegiado de purificación (ibid.).
- En ese sentido, el pentecostalismo se ubica dentro de una tradición de “hermenéutica subjetivista” (ibid.).
- El giro histórico del pietismo 12 hacia la hermenéutica subjetiva se debió en parte al énfasis puesto en trasladar el drama de la experiencia humana (su historia dentro de un perfil escatológico cristiano) en lo que vendrían a interpretarse posteriormente como las “dispensaciones” de la humanidad.13 De manera general podemos decir que éstas son tres fundamentalmente: la dispensación del pecado, la de la ley y la de la gracia.14 Se supone que tanto la creación como la caída y la redención debe vivirse de manera individual en cada creyente (ibid.).
Otras tradiciones religiosas ya habían utilizado las Escrituras para explicar elementos del Antiguo Testamento y aplicarlas como modelos retóricos o recursos literario metafóricos a fin de hacer claros los misterios teológicos de la salvación personal.
Sin embargo, como se ha mencionado en párrafos anteriores, la manera peculiar de leer el Nuevo Testamento y las manifestaciones del Espíritu Santo entre los discípulos será una de las principales características de estos grupos religiosos. Al respecto nos dice Dayton: Este análisis capta la afirmación central del pentecostalismo, e indica por qué lleva el nombre que tiene.
La forma peculiar que tiene el movimiento de leer las Escrituras lo lleva a la conclusión de que, al igual que en la Iglesia primitiva, el creyente moderno se convierte en un discípulo del Señor Jesús y recibe la plenitud del bautismo del Espíritu Santo en acontecimientos o “experiencias separadas” (ibid.) De manera general se puede afirmar que la creencia en los dones del Espíritu Santo en tanto doctrina del cristianismo no es privativa de los movimientos pentecostales y que históricamente han tenido mayor presencia unos por encima de los otros.
De acuerdo con la tradición de las denominaciones pentecostales el énfasis de los dones del Espíritu Santo descansa solamente en tres de ellos: la glosolalia, la sanidad divina y la profecía. Sobre este punto existe una variedad de interpretaciones. Tomando en cuenta las referencias bíblicas, los dones del Espíritu Santo pueden ser más que los tres mencionados anteriormente.
Algunos pasajes de la Biblia mencionan los siguientes: la hospitalidad, el discernimiento de espíritus, la intercesión de los santos y el martirio (Rom, 12: 6; I a Cor, 12: 3; Ef, 4: 7-13, Stg, 1: 27). El hincapié puesto por los grupos pentecostales en sólo tres de ellos responde a que su interpretación se hace desde la lectura de pasajes como el de Marcos 16: 15, 15 dejando de lado otros versículos bíblicos que hacen referencia a la diversidad de dones del Espíritu ya señalada.16 En general se puede afirmar con relativa certeza que gran parte de los estudiosos del pentecostalismo no dudan en señalar los orígenes del metodismo como parte necesaria para comprender también el nacimiento de la doctrina pentecostal.
- Sobre este punto Martin acota: In almost all these ways Pentecostalism is an extension of Methodism and of the Evangelical Revivals (or Awakenings) accompanying Anglo American modernization.
- However, it inclines more to the American than to the British way because British Methodism ran into an upper ceiling of established religion which blunted it, whereas in the USA Methodism was merely self-limiting in ways to be indicated later.
Methodism can be seen, in terms of the suggested sequence of downward mobilizations, and of the groups to which it appealed, as in everyway intermediate. It traveled in the ambit of a mobile society, a global movement prior to globalization, above all on the American frontier but also on the British frontier in Africa, Asia, and the Pacific Islands (Martin, 2002: 7).
- Lo anterior se debe en buena medida al hincapié puesto en los cuatro puntos del patrón de doctrina pentecostal que ya se ha visto en líneas anteriores y que también se generó en el seno de movimientos relacionados con la doctrina del metodismo.
- A pesar de ello existen diversas posturas respecto a esta afirmación.
Algunos autores consideran preciso remontar los orígenes del pentecostalismo y su doctrina a sus raíces católicas o anglo católicas, donde se habla de una confirmación del Espíritu y la salvación del hombre (Dayton, op. cit.: 18). Resulta interesante comparar en este punto la doctrina católica referente a su estructura sacramental y la manera como las denominaciones pentecostales retoman el sentido que se ha dado históricamente al papel de los sacramentos, en tanto regla institucionalizada que busca ordenar la relación del hombre con lo divino a través de estos medios físicos o tangibles.
- Considero importante entonces revisar de manera general algunos de los significados teológicos que parten de una reflexión intelectual, pero que al mismo tiempo se reconfiguran en el nivel de la práctica religiosa.
- La importancia de un acercamiento de este tipo radica en que nos ayuda a comprender la manera en la que se amoldan históricamente las creencias y doctrinas institucionalizadas, al mismo tiempo que deja al descubierto la manera en la que determinadas particularidades doctrinales heredadas de un sistema religioso, aun cuando se las niegue, resurgen vestidas de diversos ropajes para mantener elementos rituales simbólicos que se encuentran no sólo en las distintas vertientes del cristianismo sino también en las tradiciones religiosas no occidentales.
La Iglesia católica tiene siete sacramentos: bautismo, confirmación, confesión (hoy reconciliación), comunión (eucaristía), matrimonio, orden sacerdotal y extremaunción (hoy unción de los enfermos). Tras el cisma de la Iglesia en el siglo XVI, el protestantismo estructuró su argumento anticatólico basándose en la idea fundamental de privar de algunos de los atributos (respecto al cobro indiscriminado de indulgencias) que tenían los sacerdotes, obispos y especialmente el papa.
- Es en ese sentido que muchas de las doctrinas del protestantismo adquieren una dimensión particular a partir de la cual podemos comprender las causas sociales del más grande de los cismas de la Iglesia católica.
- En primer lugar se puede observar que el protestantismo histórico acaba principalmente por eliminar aquellos sacramentos que otorgaban algún poder a los sacerdotes en tanto agentes reguladores coercitivos) de la fe religiosa.
Esto justificará la idea protestante de que el hombre tiene la capacidad de acercarse a Dios sin la intervención de un guía espiritual humano o líder religioso y sin ninguna ayuda exterior (objetos rituales). Es decir, la idea de que los seres humanos se relacionan de manera directa con Dios, se fundamenta en el ‘descubrimiento” bíblico de Lutero: “El justo, por la fe vivirá” (Rom 1: 17).
A este texto se le añadieron otros pasajes bíblicos, de clara inspiración paulina, que pusieron sobre la mesa de la discusión entre teólogos, cuestiones relativas al papel de la gracia 17 en tanto medio privilegiado y único para obtener la salvación del alma mediante el perdón de los pecados: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no es de vosotros, pues es don de Dios” (Ef 2: 8).18 Bajo estos referentes escritúrales sobre el contundente papel de la gracia como única vía para acceder a la salvación y otros dones divinos, así como la incapacidad de los seres humanos para fungir como guías espirituales, se dejaba la relación con Dios relegada a la voluntad individual de cada persona.
En ese sentido, podemos entender el hecho de que se hayan quitado del corpus sacramental protestante la confesión, la comunión (entendida desde la práctica protestante como sacramento por medio de la consubstanciación, frente a la transubstanciación católica) 19 y el orden sacerdotal, manteniendo durante algún tiempo aquellos en los que no resultaba imprescindible la dirección de un guía espiritual (bautismo, matrimonio y los santos óleos).20 Lo anterior demuestra cómo se desprende el protestantismo de la estructura sacramental católica, pero al mismo tiempo, la manera en la que se perfila la teología reformista como guía de esta nueva vertiente cristiana hacia una religiosidad basada en el individualismo y en el rechazo de elementos simbólico rituales tangibles que “entorpecieran” la relación de Dios con los individuos.
- Así pues, el protestantismo comenzó a distanciarse de la práctica de una religiosidad basada en los sentidos, para dar prioridad a la experiencia interior de cada sujeto, la cual rechaza todo vínculo con aquello que se considera “externo” a la relación espiritual individualizada.
- Mención aparte merecen también el rechazo de toda muestra de exaltación devocional externa (si es que eso resulta posible) o la ornamentación excesiva en los templos, la veneración de reliquias y objetos sacros.
En la Iglesia católica, los sacramentos son importantes para regular la relación de los hombres con la divinidad en tanto que son los medios tangibles que Dios ha dejado a fin de que su gracia (regalo divino) se manifieste y se haga presente a la humanidad.
- Es en ese sentido que se debe entender la palabra sacramento: sacr y mentum, es decir, el medio a través del cual algo o alguien se hace sagrado.
- Ejemplo contundente de la afirmación anterior será la eucaristía a través de la cual Dios se convierte en otra materia, es decir, su cuerpo se torna en verdadera comida y su sangre en verdadera bebida (Jn 6: 55).21 Bajo esta perspectiva uno puede observar la manera en la que el catolicismo logra sintetizar elementos simbólicos universales, lo que permite su readecuación (aggiornamento), sin provocar el resquebrajamiento de sus fundamentos teológicos.
Al mismo tiempo, es capaz de producir un reordenamiento contextual de las distintas tradiciones religiosas y culturales, incluso aquellas alejadas de las bases de la ideología judeocristiana. Es precisamente la síntesis de los elementos simbólicos universales lo que la hace poseedora de un lenguaje religioso traducible a diversas culturas, y que va más allá de los amarres del dogma.22 Como es sabido en el caso de las confesiones de origen pentecostal el punto central de los cultos se asienta en aquel ofrecido a la tercera persona de la Trinidad, de ahí que algunos teólogos no duden en catalogar al pentecostalismo como una religiosidad basada en una teología “espiritucéntrica”, oponiéndose a otras confesiones que se denominan así mismas “cristocéntricas” por el énfasis que recibe dentro de su alabanza la segunda persona de la Trinidad.
Pero es un fundamento doctrinal que mantiene como base teológica para su puesta en práctica la figura de la Trinidad a partir de la cual se estructura todo su sentido y argumentación bíblica. En ese sentido Guillermo Cook afirma: “Before moving on to more sociological dimensions of Pentecostals’ ecumenism, it is important to emphasize that the Church’s pneumatic (Spirit-centered) theology is centered on a firm belief in the unity of all true believers in Jesús Christ through the action of the Spirit of Jesus” (Cook, 1997: 80).
Como se ha mencionado, el Pentecostalismo hace hincapié en las manifestaciones externas de la acción del Espíritu Santo. No hacemos referencia en este punto a toda la gama de manifestaciones espirituales, ya que entonces no sería ésta una creencia propia del pentecostalismo, sino el fin último de toda religión: la trascendencia del espíritu por encima de las cosas materiales.
En el caso específico de las congregaciones con orientación pentecostal, el peso de las manifestaciones del Espíritu Santo no puede comprenderse sin tomar como punto de partida los andamios sobre los que se construye dicho culto. De ese modo, la doctrina de la Trinidad viene a consolidar y construir, lo que desde el pentecostalismo se entiende como “los dones del Espíritu Santo”.
Es en ese sentido que puede ser considerado como una religiosidad sacramentalizada, en tanto que guarda en sus ejes doctrinales elementos simbólicos que se muestran a manera de intentos por reproducir los efectos de los sacramentos originados en la reflexión teológica católica.
Como se ha mencionado en párrafos anteriores, el pentecostalismo rescata algo dejado bastante de lado por el protestantismo histórico: el apego a las manifestaciones tangibles de la presencia de Dios. Es una manera de comprender las estrategias divinas para otorgar su gracia a los hombres. En muchos sentidos explota la exaltación en sus cultos; la emotividad que conduce al llanto, la catarsis física y espiritual, la búsqueda de la presencia de Dios a través del don de hablar en lenguas angélicas, el deseo de “sentir” a Dios a través de sus dones.
Bajo esta perspectiva se puede decir que el pentecostalismo también es una religiosidad basada en los sentidos, la cual apela a la expresión externa e interna del sentimiento religioso en una adoración y alabanza cargada de “sensualidad”. En uno de sus trabajos Manuela Cantón señala: “El pentecostalismo gitano es, además “muy carnal” (su sensualidad inquieta) (Cantón, 1999: 174).
Lo anterior podría compararse en varios sentidos con la práctica pentecostal que observamos en contextos indígenas. No sólo por sus manifestaciones exteriores, sino por su significado esencialmente humano, 23 la experiencia pentecostal, así como la mística católica, se aproxima a las prácticas de muchas religiones.
Es un reconocimiento al valor mediador de la materia y el cuerpo humano. En ese sentido, tanto el pentecostalismo como el catolicismo (ortodoxo y el folk), la costumbre y las denominaciones protestantes históricas que han pasado por una apropiación de los diversos contextos culturales en los que llegan a tener impacto, se convierten en una expresión única y conjunta, manteniendo el fondo de sus contenidos simbólicos sustanciales, pero diversificándose en sus formas exteriores, en la manera de “contar” y “cantar” sus historias de salvación.
El pentecostalismo latinoamericano: ¿adaptación o creación religiosa? La diversidad de expresiones religiosas (tales como el protestantismo histórico, el pentecostalismo, las prácticas religiosas autóctonas e incluso el catolicismo) nacidas en Latinoamérica a mediados del siglo XX, son producto de una religiosidad que se gesta en el seno de contradicciones y desajustes sociales de variada índole (Guzmán Bökler, 1986: 76).
En muchos sentidos, los reajustes van acompañados de profundos cambios y transformaciones originados en sueños de independencia que se diluyen en la realidad del desigual mundo latinoamericano. Los movimientos religiosos que se generan en el continente tan sólo servirán para dejar al descubierto los anhelos de libertad de las masas populares, mostrando la diversidad cultural que conforma ese gran mosaico y crisol de culturas; arraigado en un pretérito marcado por sus etnias de origen, la marginación y desigualdad de clases, rasgos inequívocos de la realidad social latinoamericana.
- De ahí la necesidad de entender cada contexto históricamente.
- Como lo menciona David Martin, “Each context needs to be understood historically in terms of a field of alliances.
- After all, Latin America is itself a recently coined concept from the nineteenth century which still expresses a hegemonic social and religious idea” (David, op.
cit.: 131). En el seno de esta realidad se van a originar formas de reflexión producidas en medio de tensiones y contradicciones sociales; modos de pensar lo religioso, que de manera original trataron de conjuntar las promesas de salvación eterna propuestas por el cristianismo con el sufrimiento de los oprimidos sociales.
- Bajo la reflexión teológica que trataba de explicar el sufrimiento humano y los intentos por acabar con la injusticia social, nacieron creaciones de pensamiento religioso originales dentro del contexto latinoamericano.
- Muestras de ello se observan desde la perspectiva católica (Teología de la Liberación y el Movimiento de Renovación Carismática), los movimientos pentecostales con un perfil milenarista (que también sirvieron de aliento para confortar a los oprimidos), hasta la popularización de prácticas religiosas autóctonas, tales como el llamado catolicismo folk, 24 y las de origen africano (el candomblé, la santería, etc.), todas ellas caminando paralelamente con el cristianismo católico y evangélico (aunque no siempre visto con buenos ojos por estas dos vertientes cristianas), mediante diversos mecanismos.
Dentro de tales límites surgieron prácticas religiosas que pasaron a formar parte de lo que, con razón o sin ella, se ha denominado la “religiosidad popular” latinoamericana. Precisamente dentro de estos márgenes surge y se proyecta de manera singular el pentecostalismo, en medio de tensiones y desfases sociorreligiosos (en referencia a las ortodoxias que le dieron origen) pero manteniendo como característica principal su inserción en la conciencia de las masas populares y los sectores oprimidos.
Como lo menciona Edward Clearly, el pentecostalismo latinoamericano cuestiona vertientes cristianas como el catolicismo y el protestantismo histórico así como las formas de religiosidad autóctona (Clearly, 1998: 1). Sale de los límites de la práctica religiosa generada en los sectores urbanos para inscribirse como uno de los bastiones religiosos más importantes de la realidad indígena.
En países como Guatemala, el impacto del pentecostalismo en las comunidades indígenas más apartadas no ha tenido igual. Se ha convertido en la segunda opción más importante después del catolicismo. Sin embargo, no sólo esta vertiente ha tenido resultados favorables (aumento de conversiones), sino también el catolicismo (expresado en un incremento de organizaciones religiosas) y la religiosidad indígena (incremento, entre otras cosas, de diversas organizaciones con la finalidad de “rescatar” las tradiciones de los antepasados).
- Todo ello como consecuencia también, y según algunos autores, del sufrimiento que trajo consigo la violencia de la guerra (Wilson, 1997: 139).
- El catolicismo y los movimientos pentecostalistas aparecieron como confesiones religiosas que se mostraban en apariencia capaces de contener las esperanzas de los nuevos conversos dentro de su corpus doctrinal y de dar respuesta inmediata a sus problemas cotidianos.
En ese sentido, el protestantismo latinoamericano y particularmente el pentecostalismo, ha sido un movimiento religioso que, de acuerdo con algunos autores, se manifiesta como un fenómeno fragmentado, flexible y adaptativo, por lo que resulta complicado observar en qué medida pueda ser capaz de provocar cambio social.25 Esa misma “flexibilidad”, capacidad adaptativa y rápida fragmentación, podría sugerir también el supuesto origen “sectario” de este tipo de congregaciones religiosas.26 Contrario a ello, algunos autores apuestan que lejos de caer dentro de una práctica sectaria, los grupos pentecostales tienden a ser ecuménicos (Cook, 1997: 92-93).
Es preciso insistir sobre este punto: la “apertura” de los movimientos pentecostales, en América Latina como en otras partes, depende de la presencia o ausencia de algunos elementos culturales. Por ejemplo, en sociedades dañadas por el consumismo, el pentecostalismo y los grupos carismáticos católicos suelen ser moralistas e integristas y constituyen una forma de evasión de la realidad.
En grupos que sufren privaciones colectivas y pobreza, o también de opresión, el pentecostalismo se experimenta como liberador. Según se lee en varios trabajos sobre el tema, las causas del éxito de las iglesias pentecostalistas han sido tan diversas como los contextos y las culturas que les han dado cabida.
En algunos casos, las denominaciones pentecostales han servido como refugio de las masas (D’Epinay, 1968), en otras han fungido como herramienta para debilitar el poder del catolicismo. También ha sido caracterizado como una religiosidad que se encuentra más cercana al chamanismo practicado entre las etnias indígenas al exaltar la danza, la glosolalia y profecía, elementos que, según algunas teorías, han servido de pivote para “garantizar” su éxito entre dichos sectores de la sociedad.
Desde los focos centrales del cristianismo occidental, se tiende a desvirtuar las figuras de religiosidad popular como no inspiradas por un cristianismo puro (como si tal cosa existiera) sino como una contaminación cultural con prácticas religiosas, y éstas se entienden como contrapuestas a la fe.
Hasta en la tradición de Dietrich Bonhoefer aparece el motto: “fe sí, religión no”. Sea como fuere y a pesar de la falta de coincidencia de las explicaciones esbozadas para dar respuesta a las interrogantes sobre el éxito de las iglesias pentecostales, es un hecho que su expansión se ha dado (si bien no en las mismas proporciones) más allá de las fronteras de Latinoamérica, pues ésta es quizás una de las vertientes evangélicas que más difusión ha tenido en todo el mundo.
En las últimas décadas el pentecostalismo se ha difundido por diferentes países, incluso en aquellos donde la historia y las raíces del catolicismo han tenido una presencia que podría considerarse inamovible. Tal sería el caso de Italia, donde el pentecostalismo ha desarrollado características similares en cuanto a su crecimiento, expansión, dinámica, pero sobre todo, en cuanto a su celoso proselitismo.
En ese sentido no resulta vano recordar que no fue sino hasta años recientes cuando los misioneros americanos comenzaron su labor evangelizadora en otras partes del mundo, hasta llegar a convertir a las denominaciones pentecostal es en una confesión cristiana de gran relevancia internacional.27 A pesar de sus conexiones con el cristianismo y sus redes internacionales, el pentecostalismo creado en Italia se ha mantenido con características particulares dentro del contexto de su propio país 28 (ibid.).
Es precisamente la difusión a nivel mundial lo que le ha dado al pentecostalismo su importancia como objeto de estudio socioreligioso. Sin embargo, al mismo tiempo se han creado estereotipos que han dado pie a interpretaciones (y caracterizaciones) diversas sobre los factores del éxito de dichas confesiones en diversos contextos del orbe.
- Como bien lo mencionan Stewart Gambino y Wilson, uno de los estereotipos más difundidos en las publicaciones populares es que el pentecostalismo es un movimiento religioso nuevo.
- Si bien es cierto que se puede notar un incremento de este tipo de confesiones religiosas -de forma más perceptible en la década de los ochenta-, también lo es el hecho de que desde fines del siglo XIX y principios del XX comenzó a darse en Latinoamérica una difusión de las iglesias evangélicas pentecostales, casi de manera simultánea.
Although it is true that growth rates rose sharply in the post-World War II period, the roots of a number of national Pentecostals churches reach back to the early twentieth century- particularly in Brazil (1910), Chile (1910), Argentina (1910), Perú (1911), Nicaragua (1912), México (1914), Guatemala (1916), and Puerto Rico (1916) (Gambino y Wilson, 1997: 228-229).
Algunas de las iglesias latinoamericanas fueron establecidas de acuerdo con los estándares y formas religiosas estadounidenses, pero la gran mayoría de los grupos evangélicos se ha diseminado y expandido (en sus diversas variantes confesionales) de manera independiente “adoptando” y “adaptando” características de una religiosidad pentecostal originada dentro del contexto de cada país en el que nace y se desarrolla.
De acuerdo con Stewart Gambino y Wilson, el nacimiento del pentecostalismo nacional latinoamericano es importante por dos razones: la primera se funda en el hecho de que las experiencias de expansionismo y conversión del pentecostalismo se dieron simultáneamente.
Por otra parte, ha crecido prácticamente sin la influencia de las denominaciones estadounidenses, lo que muestra a este movimiento religioso como un producto de creación propia y no como resultado de imposiciones externas.29 Si tomamos el ejemplo (presentado por Stewart Gambino y Wilson) del pentecostalismo chileno y brasileño, podremos tener una idea más clara de cómo se han ido creando estos movimientos religiosos de manera particular y de acuerdo al contexto del país donde surgen.
Es posible encontrar diferencias de forma (a nivel litúrgico) pero también doctrinales (a nivel teológico), lo cual explica los diversos orígenes de este tipo de movimientos y sus influencias (Stewart Gambino y Wilson, op. cit.: 228-229). Es importante señalar que el pentecostalismo que se observa en Latinoamérica, mantiene aspectos doctrinales tomados de los modelos europeos.
- Sin embargo, se ha dejado de lado el camino europeo para crear un híbrido entre el modelo estadounidense (tradición doctrinal) y el entorno social latinoamericano, teniendo al pentecostalismo como el principal vehículo de movilización de las masas (Martin, op.
- Cit.: 49-50).
- De acuerdo con lo apuntado por David Martin, la diferencia con la senda europea puede explicarse debido a que, en el contexto latinoamericano, se comparte un gran campo de miseria, sumado a las inconsistencias y trastornos en aspectos educativos y políticos en donde los grupos de elite en estos países se han mantenido mediante un sistema de clientelismo corrupto (ibid.).
Este tipo de interpretaciones dejan de lado el hecho de que, incluso en países europeos (como es el caso de Europa del Este) existen condiciones similares a las del entorno latinoamericano. Así pues, uno de los estereotipos más comunes es que la estructura de miseria sobre la cual interactúan las denominaciones pentecostales, se refleja también en la poca o casi nula preparación teológica formal por parte de los pastores, quienes casi siempre provienen de clases o estratos sociales marginados y sin educación superior.
Es debido a esto que se puede explicar la falta de instrucción teológica de los ministros evangélicos, pues se tiende a dejar que la fuerza del liderazgo de los evangélicos pentecostales descanse en la experiencia de recibir el Espíritu Santo, la emotividad y la exaltación colectiva (a través del canto y la danza), antes que en cualquier tipo de disertación teológica.
Según lo afirman algunos estudios, éste es uno de los elementos que caracterizan a dichos movimientos religiosos, aspecto que, se supone, los hace más atractivos para los no creyentes.30 Asimismo, es común creer que el pentecostalismo es un movimiento religioso alejado del protestantismo histórico, tanto en su práctica litúrgica como en sus planteamientos doctrinales.
- Si bien existen divergencias innegables, también es cierto que en ocasiones no se toman en cuenta las profundas bases doctrinales que se heredan del protestantismo histórico e incluso del catolicismo.
- Varios estudios sobre este tema, como ya señalé, reconocen la influencia del metodismo como fundamento de las raíces teológicas del pentecostalismo.
Sin embargo, dichos trabajos se apresuran a acotar que las diferencias y puntos de encuentro deben ser entendidos en términos de práctica litúrgica y no dentro de la reflexión teológica solamente. But Pentecostals are profoundly Protestant. Some Pentecostals exaggerate their uniqueness, and some institutional histories read almost like accounts of virgin births.
- Pentecostalism is deeply rooted in the holiness and Revival traditions and in the minds of some scholars cannot be understood without knowledge of these traditions.
- David Martins case for the importance of Methodism’s carrying on its mission in Latin America through Pentecostal expressions may be overstated but calls attention to history’s guiding hand (Clearly, 1997: 5).
No obstante, y como se ha visto en párrafos anteriores, el pentecostalismo ha tomado matices propios del contexto latinoamericano, hecho que no valida dejar de lado una propuesta teológica. Según Edward Clearly, el éxito teológico más grande del pentecostalismo ha sido el de lograr la libertad de expresión, mismo que ha tomado su punto de partida en una “libertad de expresión litúrgica” (op.
- Cit.: 7).31 Si bien la caracterización del pentecostalismo respecto a su “libertad de expresión litúrgica” parece exacta, no lo es del mismo modo la del protestantismo clásico.
- El autoritarismo del calvinismo, la valoración del bendecido por la riqueza, el dogmatismo en la definición de la fe, el olvido de la humanidad de Cristo son aspectos de tradiciones protestantes, que no son pentecostales.
Otra de las características que se atribuyen al crecimiento de los movimientos evangélicos en Latinoamérica es el de su constante fragmentación, lo que ha hecho que su definición (en tanto movimiento religioso) desde los enfoques sociológicos, antropológicos e históricos sea complicada.
- Tal dificultad se debe en buena medida a que la fragmentación de lo religioso forma parte de largos procesos confrontados con la historia de los países latinoamericanos.
- Así, otros más consideran al pentecostalismo como la expresión auténtica de un ethos latinoamericano, lo que supondría que tales confesiones han logrado arraigarse hasta formar parte de la idiosincrasia de cada uno de los pueblos de América Latina (Edward, op.
cit. : 1011). Si aceptamos este planteamiento, podríamos afirmar entonces que los métodos de proselitismo -entendidos como la utilización de mecanismos institucionalizados con el fin de atraer nuevos conversos- ya habrían perdido su función principal dentro de los grandes procesos de cambio religioso: convertir a los católicos.
Nada más alejado de la realidad, pues aun en aquellos países en los que las iglesias pentecostales han tenido mayor éxito, el conjunto de todas las denominaciones evangélicas (incluyendo por supuesto las denominaciones históricas), sigue siendo minoría frente a la Iglesia católica.32 Otro de los estereotipos más generalizados respecto al pentecostalismo es el que tiende a catalogarlos como grupos religiosos atrapados entre una visión del mundo pragmática y una religiosidad basada en la experiencia (entendida como experiencia o manifestación externa de lo religioso).
En ocasiones se suele incurrir en desatinos, cuando no en contradicciones, al intentar ubicar estos fenómenos bajo una etiqueta que se espera sea adecuada dentro de los parámetros y categorías de una ideología que por lo general se cree está respaldada, doctrinal y teológicamente, por “la denominación” religiosa.33 Así, algunos estudios han tratado de explicar el papel que ha jugado el protestantismo en tanto herramienta contradiscursiva que se ejerce frente al Estado, las élites dominantes y la alta jerarquía del clero católico.
- En otros casos se argumenta que, precisamente por ser una religiosidad que basa sus creencias en la profecía y una visión milenarista, los creyentes manifiestan una gran preocupación por tratar de instaurar un reino futuro que termine por romper las ataduras y la opresión de los pueblos.
- Este mismo argumento ha sido utilizado en ocasiones para explicar precisamente lo contrario: que los pentecostales e incluso los protestantes históricos, no buscan tener un papel protagónico dentro de las decisiones políticas y que por lo tanto no mantienen una ideología que determine su postura dentro de estos contextos (Clearly, op.
cit.: 13).34 Como se ha expuesto, han sido la religión y la política los ejes que han guiado la mayoría de los trabajos que tratan de explicar el avance del protestantismo e iglesias pentecostales. Estudios recientes postulan que han sido el estatismo y autoritarismo políticos lo que ha definido el rumbo de los países latinoamericanos, términos en los cuales también se han delimitado las reglas del juego dentro del campo religioso.35 Así pues, la política ha sido vista como factor que ha servido de catapulta para posibilitar el ingreso y expansión de los grupos protestantes y pentecostales.
Caso singular dentro de las transformaciones religiosas en los países latinoamericanos es el de Guatemala, país donde los vínculos que la religión ha tenido con los dirigentes de Estado han sido indispensables para comprender los cambios en sus estructuras sociales. Con la apertura de los gobiernos a otras formas de expresión religiosa se ha tratado de explicar (de manera optimista), que lo que observamos es el resultado de un cambio de rumbo hacia la democratización de los países latinoamericanos.36 De ahí que varios trabajos que analizan la expansión de las iglesias evangélicas se encuentren ceñidos a la dicotomía política-religión, dejando de lado la diversidad de fenómenos que involucra el estudio del cambio religioso en el contexto latinoamericano.37 A pesar de lo expuesto anteriormente, decir que el pentecostalismo y sus vaivenes entre el “pragmatismo” y el “anonadamiento” frente a las cuestiones políticas se debe a que es una religiosidad basada en la experiencia, supone también que las denominaciones cristianas (tanto protestantes históricos como católicos), se encuentran imposibilitados para tener una experiencia religiosa de este tipo.
Es precisamente éste otro de los estereotipos en los que generalmente se incurre cuando se intentan definir las fronteras de la práctica religiosa pentecostal. Si bien sus servicios religiosos (en la mayoría de los casos) se caracterizan por el canto, la danza y la efusividad en sus cultos, no se puede generalizar este comportamiento litúrgico a toda congregación.38 Por lo general, cuando se habla de “experiencia”, se refiere al pentecostalismo como si fuese el único grupo religioso capaz de proporcionar emoción o experiencia.
Lo mismo sucede con los grupos de católicos renovados o en algunas otras expresiones religiosas. Pareciera ser que el asunto de los dones del Espíritu Santo, como el hablar en lenguas o la sanidad, son características únicas y exclusivas del pentecostalismo el cual los provee de una experiencia de la cual solamente participan estos grupos, negándole en cierta forma al catolicismo y al protestantismo histórico la posibilidad de tener una “experiencia religiosa”.
Como si no se pudiese experimentar emoción, por mencionar un ejemplo, a través de la contemplación. Aun cuando la creencia en los dones del Espíritu Santo no sea referencia doctrinal obligada, bautistas, presbiterianos, metodistas y católicos afirman “sentir” a Dios en su corazón en tanto experiencia última y tangible o evidencia de la existencia divina.
Bajo estas perspectivas se han producido reflexiones variadas dentro del campo de análisis teológico que han dado pie a diversas posturas y controversias sobre el tema. En ese sentido Clearly afirma: In Latin America Pentecostalism shares its emphasis in experience with other theologies and religions.
Liberation theology is marked by an emphasis on praxis (knowledge derived from doing), especially as elaborated by major figures such as Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo and Clodovis Boff. Gutiérrez, the father of liberation theology, believes that a spirituality appropriate to Latin America is being created to replace the “spirituality of evasion” that has long characterized Latin Americans, and “every great spirituality begins with the attainment of a certain level of experience”.
- Traditional popular Catholicism and indigenous religion are based on experience as well (op.
- Cit.: 16).
- De ahí que se crea que el pentecostalismo se mueve entre las aguas del perfeccionismo y el pragmatismo religioso, posturas que han tratado de ubicarse dentro de lo que se considera también un modelo de actuar respecto a la política y una crítica a la sociedad mediante la puesta en juego de la moral evangélica como norma a seguir, a través de la cual los conversos pretenden transformar su realidad y la de los demás mediante la instauración del reino de Dios en la tierra.39 Partiendo de lo anterior conviene preguntarse si el pentecostalismo es en verdad inherentemente apolítico y si su falta de interés en estas cuestiones tiene sus raíces en normas morales o en fundamentos teológicos.
Como acertadamente se cuestiona Dodson, quizás se trate de un comportamiento o modelo de conducta con alto nivel de reglamentación moral impuesta en las congregaciones, sin tomar en consideración la comprensión teológica (op. cit.: 28). En resumen, y como se ha mostrado en este artículo, investigaciones de largo alcance y estudios de caso muestran algunos de los estereotipos que se han creado en torno a las características de las denominaciones protestantes y pentecostales.
En cada caso y dependiendo del contexto donde se ha desarrollado, el pentecostalismo ha sido visto como factor de cambio social y transformador de identidades colectivas e individuales. A pesar del gran avance que han significado las investigaciones sobre las causas de la difusión del pentecostalismo en Latinoamérica, las respuestas sobre los motivos de las conversiones masivas siguen dejando lagunas y cuestionamientos sin resolver.
Las interrogantes apuntan a mostrar que la mayor influencia en las transformaciones sufridas dentro del seno de las comunidades indígenas ha sido el resultado de causas externas. Hoy en día, ha quedado más o menos claro que el catolicismo, el protestantismo histórico y particularmente el pentecostalismo, han adaptado los contenidos doctrinales de las denominaciones traídas del exterior, para convertirlas en un producto propio que se ha construido y regenerado a partir de causas tanto exógenas como endógenas.
Al mismo tiempo, han tenido que pasar por una traducción dentro de los diversos contextos locales tomando los ejes culturales propios de sus etnias para arraigar el pentecostalismo en su seno como una religiosidad desarrollada y creada desde sus entrañas.40 Las causas del éxito pentecostal en Latinoamérica que han descrito diversos autores (tales como sus valores morales, sus nuevas creencias, la emotividad en sus cultos o su “tono popular”), no terminan por explicar la complejidad de factores que intervienen en el cambio religioso.
Más allá de resaltar las diferencias que pueden hacer atractivos a los nuevos movimientos, considero que son las similitudes y familiaridad de la fe pentecostal con la cultura propia, lo que ha convertido a estos grupos en uno de los principales motivos de transformación religiosa para los sectores más desprotegidos.
Como se ha tratado de mostrar en este artículo, las causas del surgimiento del pentecostalismo junto con otras expresiones religiosas no pueden ser analizadas sin tomar en cuenta el contexto social en el que se producen. Pretender analizar los fundamentos teológicos del pentecostalismo sin tomar en cuenta el lugar que ocupa dentro las transformaciones religiosas en Latinoamérica nos puede conducir a un lastimoso olvido de la historia y de lo que el tiempo puede hacer con la pretendida inmutabilidad del dogma.
Asimismo, todo intento por caracterizar el pentecostalismo desdeñando el estudio de sus bases teológicas, sin duda habrá de conducirnos a generalizaciones ineficaces. Bibliografía Biblia Reina Valera, 1980 Miami, Editorial Vida. Böckler Guzmán, Carlos, 1986 Donde enmudecen las conciencias.
- Crepúsculo y aurora en Guatemala, México: SEP-CIESAS.
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Clearly, Edward L., 1997 “Pentecostals, Prominence, and Politics”, en Power, Politics, And Pentecostals in Latin America, E.L. Clearly y H.W. Stewart-Gambino (eds.), pp.1-24, USA: West View Press. Cook, Guillermo, 1997 “Interchurch Relations: Exclusión, Ecumenism, and the Poor”, en Power, Politics And Pentecostals in Latin America, E.L.
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Lalive D’ Epinay, Christian, 1968 El refugio de las masas. Estudio sociológico del protestantismo chileno, Santiago de Chile: Editorial del Pacífico. Martin, David, 2002 Pentecostalism: The world they parish, USA: Blackwell Publishers. Pike, Royston. Pike, Royston, 1960 Diccionario de religiones, México: FCE.
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Clearly y H.W. Stewart-Gambino (eds.), pp.139-162, USA: West View Press. Notas 1 Aquí hago referencia al pasaje bíblico en el que se narra la manera en la que una mujer que padecía de flujo sanguinolento, queda sana al tocar el manto de Jesús (Mt.9: 20-22).
Este pasaje ha sido utilizado para explicar la capacidad de los medios tangibles para transmitir la “gracia” de Dios.2 El adjetivo histórico aplicado a ciertas iglesias, nace de los movimientos de avivamiento, que ven en la historia un producto humano inútil, ineficaz y espurio, que le roba el puesto a la gracia y a la iniciativa divinas.
Pero las iglesias que recibieron el mote lo apreciaron como positivo, considerando que es precisamente en la historia que al madurar los tiempos se manifiesta concretamente la divinidad. Hay una historia de la salvación (comunicación personal de José Ramón Villalón, teólogo y profesor de la Universidad de Puerto Rico).3 Se entiende por lenguas angélicas a la capacidad de articular sonidos que “se supone”, son producidos por milagro del Espíritu Santo, mismas que transmiten el mensaje de Dios y que solamente pueden ser comprendidas mediante la interpretación de algún creyente que tenga el don de interpretar y de profetizar.
Así, las lenguas angélicas, nos remiten por su naturaleza a un lenguaje divino.4 Pareciera ser que cuando se reflexiona sobre este tipo de creencias se deja de lado el conocimiento del corpus doctrinario de la Iglesia Católica, que en tanto institución mayor del cristianismo también guarda en el seno de sus creencias, la manifestación del Espíritu Santo como una posibilidad de expresar lo divino a los hombres.
En otras palabras, no se debe ignorar el hecho de que la Iglesia Católica ha contemplado dentro de sus doctrinas la posibilidad de que un ser humano pueda hablar en lenguas, sanar enfermos, tener visiones o poseer cualquiera de los dones del Espíritu Santo que tanto se han atribuido a los movimientos pentecostales.
De hecho, en distintas épocas de la historia el panteón católico con sus santos han tenido manifestaciones diversas que prueban la existencia de los dones del Espíritu Santo tal y como se lo plantea el pentecostalismo. Lo cual nos sirve para entender el éxito que han tenido en las últimas décadas los movimientos de Renovación Carismática entre los católicos, quienes se asemejan a los grupos pentecostales en sus prácticas religiosas (canto, danza, glosolalia etc.) precisamente porque dichas doctrinas no les son ajenas.5 El surgimiento de dicha doctrina ya lo podemos observar en Norte América, particularmente entre los grupos denominados “shakers” y los mormones del siglo XIX.6 Comunicación personal con José Ramón Villalón.7 Aun cuando casi todas las iglesias cristianas (con la excepción, por ejemplo de los “Unitarians” que aún subsisten en las capas altas de la sociedad de Nueva Inglaterra) hayan conservado el dogma de la Trinidad tal y como lo dicta el catolicismo, sí podemos observar el hecho de que algunas iglesias dentro del cristianismo tienden a privilegiar, en determinados momentos históricos, una de las personas de la Trinidad.
No hay que olvidar ni el cristomonismo que las iglesias ortodoxas griegas han achacado a la Iglesia Católica estudiado por el gran teólogo de Ives Congar, ni el cristocentrismo de algunas protestantes históricas. Habría que referirse en este punto también a los anabaptistas, particularmente a los revolucionarios de Thomas Müntzer, como estudiados especialmente por Ernst Bloch.8 En este caso se hace referencia a lo denominacional, lo que equivale a una minusvaloración de lo eclesial, que puede ser típico de la espiritualidad de los reformadores, pero menos verdadero de los pentecostales, los cuales hacen sus cultos mayormente en comunidad y tienen gran sentido de vida comunitaria.9 Ésta fórmula ha sido considerada por movimientos posteriores, como el fundamento de las creencias del así llamado Evangelio Completo o “Full Gospel”.10 Los mediadores del Antiguo Testamento en los tiempos fuertes (Abraham, Moisés, David) reúnen en su persona las características de realeza, pontificado y profecía, que se distribuyen en personajes diferentes al constituirse los Reinos y mas tarde vuelven a integrarse en la persona de Cristo, concebido como Rey, Pontífice y profeta.11 Particularidades de la doctrina lucana sobre el Espíritu son: la distribución del acontecimiento pascual en tiempos secuenciales liturgizados según las fiestas judías (Resurrección, Asunción, Pentecostés); anticipación del don del Espíritu al rito del bautismo (por ej: Hechos 10, 44-48); alternancia de la prioridad del Espíritu en la constitución de Cristo (Bautismo, Lue 4, 18) y la prioridad de Cristo frente al derramamiento del Espíritu.
- En Juan, al contrario, el Espíritu sale de Cristo, y nunca al revés, y Pentecostés sucede el mismo día que Pascua.
- En Pablo hay casi una identidad entre Cristo glorificado y el Espíritu (2 Cor 3, 18) (comunicación personal con José Ramón Villalón).12 El pietismo surge de un nombre dado a un grupo de luteranos alemanes.
Según el diccionario de las religiones “Puede decirse que este movimiento fue una reacción contra la rigidez del protestantismo, ya que concedía un papel mayor al sentimiento religioso y a la piedad personal. A pesar de que en su última etapa el pietismo vino a identificarse con la mera devoción, el movimiento debía influir profundamente en los Hermanos moravos y en los primitivos metodistas (Diccionario de las religiones, 1960: 372).13 De acuerdo con la definición del Diccionario de las religiones, la dispensación es el nombre que el cristiano da a una cierta etapa de la relación de Dios para con los hombres así como a la manera de stablecer esa relación.
Así, se habla de la dispensación de la ley (mosaica), de la gracia, etc. (ibid. : 156).14 A su vez, algunas tradiciones religiosas subdividen las tres grandes dispensaciones de la siguiente manera: inocencia, consciencia, gobierno humano, promesa, ley, gracia y reino (este último se refiere a la segunda venida de Cristo o la instauración de su reino).15 El pasaje dice: “Y les dijo: -Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño: sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.16 Tan sólo en la versión Reina Valera existen cerca de 56 referencias sobre el tema de los dones del Espíritu Santo.17 Este tema ha sido objeto de grandes debates teológicos.
A pesar de ello, el consenso más o menos generalizado es el que define la Gracia como “la ayuda sobrenatural por medio de la cual Dios ilumina el espíritu y capacita a la voluntad para ejecutar lo que quiere la Voluntad divina. La gracia es pues, lo que permite al hombre salvarse” (Diccionario de religiones, 1960: 202).
Sobre este mismo punto han surgido grandes discrepancias teológicas, pues resulta ambigua la manera de armonizar el papel de la gracia (Voluntad divina) con la voluntad humana (libre albedrío).18 A fin de no sacar de su contexto el versículo que sirve de pilar para explicar la preeminencia de la gracia, el siguiente texto bíblico apuntala el argumento anterior al señalar “no por obras para que nadie se gloríe” (Ef2: 9).19 Desde la doctrina Católica, la transubstanciación se refiere a que existe un cambio de materia mediante el cual, el pan y el vino se convierten en la carne y sangre de Cristo, mientras que la consubstanciación significa que la sangre y el cuerpo de Cristo están “verdaderamente” presentes, de manera consubstancial (dos substancias) en el pan y el vino mas “no lo son” de manera literal.20 Susceptibles de aplicarse mediante categoría de recurso in extremis.21 Para la doctrina católica, los sacramentos son esos signos o medios tangibles que Dios ha dejado a los creyentes para que el hombre pueda ver, tocar y sentir la gracia de Dios; es el medio por el que lo divino se materializa y por el que el ser humano “comulga” con lo divino en muchos sentidos.
- Así, sacramentum es la traducción latina del griego mysterion.
- Pablo explica mysterion como aquello que estaba oculto y ahora ha sido revelado en Cristo.
- Me parece característico de lo que quiere decir sacramento que lo material se revela, por la Palabra, portador del Espíritu: el agua, la unción, el pan y el vino, la unión de los cuerpos, la persona del otro.
Hay por lo tanto una mediación para alcanzar lo divino, empezando por Cristo Hombre. San Agustín dice: accedit verbum ad elementum, et fit sacramentum: “se junta la Palabra a la materia y se realiza el sacramento” 22 El pentecostalismo y las confesiones protestantes heredan en cierta medida buena parte de las estructuras doctrinales del catolicismo, tales como la creencia en Dios, que es uno y trino al mismo tiempo (Trinidad).
- Para la Iglesia católica, la doctrina de la Trinidad se explica, a grandes rasgos, de la siguiente manera: Dios se encarna en su Hijo por medio del Espíritu Santo de tal manera que se convierten y comparten los tres una misma esencia.
- Los tres reciben la misma adoración y las tres manifestaciones de este Dios uno y trino debe tener la misma honra y gloria.
El Padre representa la incomunicabilidad radical del Ser divino (el Padre no es objeto de una misión divina, sólo el Hijo y el Espíritu son enviados. El Hijo representa la semejanza entre el que envía y el enviado: el mundo reproduce la imagen de aquél por quien Dios hizo los siglos (Hb 1).
El Espíritu representa la transformación de lo mundanal en divinal.23 Es importante subrayar la relevancia del éxtasis, incluyendo el sentido de la posesión por la divinidad.24 Especialmente en países como México, Guatemala y algunas regiones sudamericanas con fuerte presencia indígena.25 A este respecto señala Cantón Delgado: “El pentecostalismo latinoamericano, y especialmente el de filiación pentecostal, es un movimiento socio religioso diverso, fragmentado, flexible y adaptado.
Por ello es a veces tan delicado tratar de averiguar si este movimiento provoca cambio, si nace y se desarrolla a partir de situaciones de cambio, si canaliza y aprovecha crisis debidas al cambio o a favorecedores del mismo, si cambia él mismo a lo largo del proceso de expansión v reclutamiento de adeptos pertenecientes a tradiciones culturales diversas, o todo a la vez” (Cantón, 1999: 160).26 Distinción que actualmente es causa de discusión en varios círculos académicos por la carga peyorativa que conlleva el término.27 Lo anterior llama la atención, sobre todo si tomamos en cuenta que no fueron misioneros estadounidenses los que se encargaron de llevar las doctrinas pentecostales a este país (como ha sucedido en casi todas las empresas misioneras pentecostales y protestantes), sino que fueron los italianos migrantes quienes, después de haberse convertido en Estados Unidos durante los revivals de principios del siglo XX, se encargaron de difundir su nueva fe.
- Al respecto Cucchiari nos dice: “Pentecostalism is reported to have arrived on Italian soil in 1908 as part of its rapid, global diffusion from the United States shortly after the turn of the century.
- Unlike other exported forms of American Christianity, early Pentecostalism was broadcast to virtually every corner of the globe not by professional missionaries but by returning migrant workers who had been converted in U.S urban-industrial centers” (Cucchiari, 1998: 418).28 Como se verá más adelante, algo similar ha ocurrido en Guatemala, en donde tanto el catolicismo como las vertientes protestantes (históricos y pentecostales) han adquirido una expresión autóctona.29 Por lo que se pueden observar diferencias entre el pentecostalismo latinoamericano y el que se ha difundido en el resto del mundo.30 Sobre este punto Stewart Gambino y Wilson nos dicen: “One of the supposed attractions of Pentecostalism, specially for the poor and uneducated, is greater access to the authority of the Holy Spirit.
Pentecostal churches are organized around the experience of the Holy Spirit, which is open to anyone. Many observers have concluded that because Pentecostal pastors usually lack seminary training and authority is conferred by the Holy Spirit rather than by scholarly bodies that define theological orthodoxy, Pentecostals lack firm theological foundations.
- But the image of Pentecostal services as simple “emotional happenings” is inaccurate.
- Some descriptions, such as Ireland’s of Brazilian Pentecostals, emphasize just how routine and unexciting a Pentecostal church service can be, since permitting congregational participation in a public meeting is possible only because of considerable structure, stylization, and, ultimately, control.
However enthusiastic the Pentecostals worship may be at peak intervals, spontaneity is kept within acceptable bounds” (op. cit.: 241).31 A pesar de lo anterior conviene apuntar que tal postulado debe tomarse con reservas. Existe una libertad de expresión en la liturgia pentecostal, pero mantiene ciertos limites claramente identificados por los miembros de las congregaciones, sobre todo en lo que se refiere a cuestiones doctrinales.
Un miembro que exprese abiertamente su simpatía con las doctrinas católicas, tan sólo por mencionar un ejemplo, podría causar reacciones de descontento entre los fieles y pastores.32 Sobre este tema algunos pastores protestantes de corte liberal en Yucatán afirman que el protestantismo y los movimientos pentecostales perderán fuerza el día que se conviertan en la primera opción religiosa por encima del catolicismo, debido precisamente a que lo que impulsa el crecimiento de este tipo de confesiones es el proselitismo.
Según apuntan, en aquellos países como Estados Unidos, donde los protestantes han tenido fuerte arraigo en la cultura, se han convertido en una religiosidad muerta, que no se basa ya en la obsesión por convertir a los no creyentes (comunicación persona del pbro.
Alfonso Rodríguez).33 En realidad, la práctica cotidiana de la religión y de los rituales son puestas en acción por los individuos de diversas formas, de tal manera que su aprehensión dentro de rígidos esquemas conceptuales, se convierte en una pretensión de gabinete que no hace más que probar su ineficacia.34 De hecho, es común también que algunos apuesten por ver a los conversos al pentecostalismo dotados de un carácter activo dentro de la sociedad, con una postura política cargada de su ideología pentecostal, los cuales, según se espera, se encuentran convencidos de su papel transformador de conciencias por lo que pretenden tomar parte en las decisiones y rumbos que tomen sus países, soñando así con “convertir” a sus dirigentes políticos.
En el lado opuesto, se encuentran aquellos para los que el pentecostalismo es el que los hace actuar de manera pasiva, mostrando apatía respecto a las cuestiones políticas de interés nacional.35 Como lo menciona Dodson: “Present day Latin America presents an intriguing panorama to the student of religión and politics.
- In the first place, the region’s most venerable polítical structures are undergoing profound change.
- Latin America has long been noted for it’s pronounced statism and political authoritarism.
- However, all across the region a transition to democratic goverment is cuttently under way.
- This transition is manifested in contested elections, a proliferation of political parties and general pattern of military withdrawal from the political arena.
It is also marked by a growing trend over toward the privatization of many state functions. It is true that many scholars view these developments with skepticism and have raised serious questions about the depth and durability of the current wave of democratization.
Nevertheless, despite this undercurrent of caution, there seems to be a consensus that for the time being political authority in Latin America derives more from the ballot than from the bullet (1997: 25).36 Todo ello sin tomar en cuenta que dicha democratización (si es que en realidad se encamina hacia ello), se expresa también en diferentes niveles ideológicos y no solamente como reflejo del “éxito” de las confesiones pentecostales en ciertos sectores de la sociedad.37 Aunque algunos autores se muestren escépticos en aceptar que la religión y la política puedan interactuar mutuamente y de manera benéfica.
Como lo señala Dodson: “At the same time, other writers are skeptical that religion and politics can interact in a mutually benefical way. They see in die predominantly Pentecostal character of Latin American Protestantism today an apolitical, otherwordly religion that is, on it’s own terms, entirely apathetic toward politics.
According to this point of view, although Pentecostal religion may facilitate authoritarian politics through passivity at by lending itself to the manipulations of the “Christian rigth”. it does not foster democratic values or encourage the sense of civic commitment that is necessary to democratic politics” (op.
cit.: 26).38 La diversidad de iglesias pentecostales, así como las variadas formas de devoción son tales que existen iglesias pentecostales en las que rara vez se lleva a cabo una sanidad, o al menos sus miembros no dan testimonio de ello.39 Sobre ello Clearly nos dice de manera clara.
“Latin America Pentecostals move between poles of perfectionism and pragmatism. Practitioners are called to a high degree of sacrifice: 10 percent of income, no alcohol or tobacco, marital fidelity. Even more, Pentecostals are called apart from the world. For men this can mean giving up weekends with soccer and beer, no small sacrifice in lower- and middle class life.
But religious experience leads them to pragmatism- to valuing survival in nations opening toward democracy. The political and religious environment has opened, offering Pentecostals new opportunities. Catholics and other non Pentecostals watch as Pentecostals impressively fill a new niche in Latin America” (op.
cit.: 18).40 En una parte de su trabajo Wilson describe la complejidad que encierra las causas del éxito pentecostal en Guatemala al afirmar que: “The question remains why Guatemalans in such large numbers became evangelical and, at that, adhetents not of the better-recognized and socially respected Protestant denominations and missions but of their own improvised, grass-roots, morally rigid associations based on Pentecostal emphases.
The usual answers about foreign seduction, massive financial investment, panic, and overpowering evangelical programs are precluded by the demonstration that these evangelical were not foreign operations, that their growth was closely related to the misery and anxieties of the popular groups, and that evangelical groups growing most rapidly were closest to traditional oudooks and were required in conversion to undergo the least cultural change.
The answer emerging from the profile of these groups is that, despite the Pentecostal’s view that at conversion they completely dissociate themselves from their former values, companions, anda conduct to begin a new existence, their new beliefs, nevertheless, in many comfortable ways resemble the old.
The fact that their movements grew much more rapidly throughout the country than did those of the other evangelicals suggests at least that their message and values were not incompatible with the values and aspirations of either ladino or indigenous Guatemalans.
On the contrary, their popular styles, tastes, and approaches were replete with the familiar, whether in the primitive democracy and mutual trust that their associations provided or in the folk music and accepted social conventions, such as standards of hospitality and relationships between the sexes, that they perpetuated.
In the vacuum brought about by the absence of a religious consensus, Guatemalans became Pentecostals in substantial numbers not because they had to abandon their outlook on life but because their spiritual lives were rekindled (a common Pentecostal simile) in the context of their new association.
Whatever the other attractions of evangelical conversion, the familiarity of Pentecostal faith, not its foreignness, was a strong attraction for the Guatemalan poor and distressed (Wilson, 1997: 152-153). Información sobre el autor Mexicano. Licenciado en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestro en Antropología Social por el Colegio de Michoacán.
Actualmente realiza el doctorado en Estudios Mesoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es investigador de la Unidad Académica en Ciencias Sociales y Humanidades de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, donde lleva a cabo el proyecto “Entre santos y montañas: Pentecostalismo, cosmovisión y religiosidad” en una comunidad guatemalteca.
- Entre sus campos de interés se encuentran aquellos vinculados a la vida cotidiana y la religiosidad en pueblos mayas contemporáneos.
- Algunos títulos de sus publicaciones son: “Religión y religiosidad popular en Oncán, Yucatán” (1998), “Apuntes etnográficos sobre el concepto de enfermedad entre los pentecostales de una comunidad maya en Yucatán” (2003) y “Acercamientos etnográficos a la cosmovisión de los mayas pentecostales en una comunidad de Yucatán” (2005).
¿Qué pasa cuando recibimos el Espíritu Santo?
Pasajes adicionales de las Escrituras –
1 Corintios 3:16–17 ; D. y C.130:22–23 (el Espíritu Santo mora con los fieles). Hechos 19:1–7 (el don del Espíritu Santo se otorgó en la antigüedad). Moroni 8:25–26 (cómo recibir al Espíritu Santo). Moroni 10:5 (el Espíritu Santo es un testigo de la verdad). Mosíah 5:2 (el Espíritu Santo cambia el corazón de la gente). Alma 5:54 (el Espíritu Santo santifica).
¿Qué ocurrió el día de Pentecostés en la Iglesia Hechos capítulo 2 del 1 al 12?
Cuando Jesús asciende al cielo, de nuevo les manda encerrarse y orar por varios días más hasta que viniera sobre ellos el Espíritu de Dios que se les había prometido.