El enigma olmeca – Hasta la actualidad, los olmecas siguen siendo una civilización misteriosa; ciertamente, ni siquiera sabemos cómo se llamaron a sí mismos, puesto que la palabra olmeca es su nombre en náhuatl que significa “habitantes de la región de hule”.
Debido a la falta de evidencia arqueológica, sus orígenes étnicos, así como la localización y extensión de sus asentamientos siguen sin saberse. No obstante, los olmecas sí codificaron y dejaron registro de sus dioses y prácticas religiosas usando símbolos. El significado preciso de tal registro sigue generando debate, pero al menos la complejidad de dichos símbolos parece sugerir un tipo de organización religiosa relacionada con sus sacerdotes.
Las prácticas religiosas de los olmecas como el sacrificio, rituales en cuevas, peregrinaciones, ofrendas, juego de pelota, estructuras piramidales y una fascinación por los reflejos, fueron también elementos que retomaron las civilizaciones posteriores hasta la conquista española en el siglo XVI.
¿Cuáles son las fiestas y ceremonias de los olmecas?
La danza del lícer revive la cosmovisión y el ritual olmeca para el inicio de las lluvias Fiestas y tradiciones de México El municipio de Santiago de Tuxtla, Veracruz, es testigo de una de las manifestaciones culturales más arraigadas y significativas de la región: la “danza del jaguar”, también conocida como “La danza del lícer”, expresión que da a conocer la relación que los antiguos pobladores de la comunidad establecían entre el jaguar y el maíz.
Este ritual, que se lleva a cabo el 13 de junio, día de San Antonio de Padua; el 24, día de San Juan, y el 29, día de San Pedro y San Pablo, debido a que la tradición señala que son las fechas en las que se inician las lluvias, tiene sus raíces en un ciclo mítico de la tradición religiosa de los popolucas, considerados los últimos olmecas sobrevivientes.
“Cuando uno hace el hoyo en la tierra con un palo recto, es como si el jaguar, que era el dios de la lluvia y el corazón de la tierra, abriera sus fauces; después se tapa el hoyo con el pie y el jaguar cierra sus fauces”, relata Héctor Luis Campos Ortiz, autor del libro “Del jaguar al lícer.
- Ciertos detalles de una tradición”, que este año será publicado.
- Campos aceptó dar un adelanto de su investigación por la proximidad de las festividades de San Juan.
- El origen del término ‘lícer’ se dio cuando en la Conquista los españoles, al llegar a la región de Los Tuxtlas, llamaron lince al jaguar en lugar de tecuani, su denominación en náhuatl, y los indígenas, como no conocían esta palabra, la derivaron por eufonía en “lícer”.
“El lícer es el jaguar que sale a la calle. La cosmogonía olmeca señala que Dios molió el maíz, hizo la masa y con ella creó al hombre y a la mujer. Posteriormente, un jaguar se cruzó con una mujer de maíz y de esa unión surgió la raza olmeca”, describe el historiador.
Esta celebración, que solamente se representa en Santiago de Tuxtla y sus alrededores, cuenta con rasgos que la distinguen de otros rituales similares que se escenifican en más regiones del país. “Al principio los participantes se vestían con trajes amarillos y moteados, pero ahora lo hacen de rojo, azul, amarillo y verde.
Utilizan un mameluco o pijama de cuerpo completo y una capucha que por lo regular tiene dos picos que simulan las orejas del jaguar”. Más de mil danzantes se congregan en las calles para la festividad, quienes braman, golpean el suelo y caminan encorvados como un felino, ya que entre los pobladores perdura la idea de que si no danzan los jaguares o tigres, como también se les conoce, no llueve y se pueden presentar enfermedades, malas cosechas, calamidad y pobreza.
“Yo tuve oportunidad de ser hijo de campesinos, sembramos mucho maíz en la casa; nuestros padres nos llenaban la casa de esta planta”, recuerda Campos Ortiz, pero añade: “Actualmente el fin de la danza ya no es tanto agrícola, sino que es más lúdica, para que los líceres jueguen con los niños y las niñas a atraparlos y con esto se reviva la tradición, ya que los niños representan el maíz que necesita recibir el agua para crecer vigoroso”.
Las danzas para pedir lluvia se realizaron desde tiempos prehispánicos en toda Mesoamérica hasta Brasil. El próximo 29 de junio, se va a realizar en Santiago de Tuxtla un concurso de líceres y tecuanis con dos delegaciones invitadas de Morelos y Puebla.
Se va a hacer un recorrido para que la gente vea nuestra tradición y la de los tecuanis de otros lados, ya que son tradiciones hermanas que tiene el mismo origen. Estamos conociéndonos, descubriéndonos y fortaleciendo la identidad de nuestro pueblo”, concluyó Héctor Luis Campos Ortiz, cuya publicación se presentará durante el mes de diciembre bajo el sello de la Colección del Sotavento, de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas.
La portada del libro corresponde a la pintura de Xavier Solano Arévalo y la foto corresponde a Héctor Fernández Mendoza Información: EOV
¿Qué tradiciones tenian los olmeca?
1566 palabras 7 páginas COSTUMBRES Y TRADICIONES OLMECAS Los hombres usaban tapabarro y capas, colares de cuenca de barro, conchas y piedra verde, orejeras, ajorcas, y brazaletes, y las mujeres una falda ajustada por un cinturón. Portaban una especie de casco, turbante, tocados complicados y máscaras.
- Los turbantes y tocados son majestuosos y eran usados en las ceremonias, festividades e incluso en sacrificios.
- La cerámica fue relativamente pobre, muy sencilla.
- Conocían algunos instrumentos musicales.
- También jugaban al juego de pelota, pero no hay canchas, por lo tanto se piensa que lo jugaban al aire libr RELIGION OLMECA Su religión desarrolló todos los temas importantes encontrados en los cultos posteriores.
Tenían una religión politeísta, gran número ver más * Pitao Cozobi: Maíz tierno. * Coqui Xee: El increado. * Coqui Bezelao: Dios de los muertos. * Pitao Cozana: Dios de los antepasados. * Quetzalcoatl: Dios del Viento. * Xonaxi Quecuya: Dios de los Terremotos.
También tenían ciertas supersticiones, como el “Nahualismo”. Esta consistía en que cada vez que una madre esperaba una cría, el día del nacimiento se ponían cenizas en la choza donde vivía el recién nacido y al siguiente día la huella del animal que se formara sería el “tótem” del niño: aquel animal que lo representa y le da su personalidad.
Otra creencia llamada “Tona” consistía en que los magos oscuros aprovechaban su “tótem” y se convertían en animales para hacer maldades en la noche. VIVIENDA ZAPOTECA Las grandes ciudades que construyeron los pueblos agrícolas de Mesoamérica, crecieron y estuvieron habitadas durante varios siglos.
¿Qué hacian los olmecas en los centros ceremoniales?
Los Tres Zapotes – El centro ceremonial de Tres Zapotes fue el último en desarrollarse. Es el más conocido porque fue el que sobrevivió hasta una época más cercana, pero la civilización olmeca que se desarrolló aquí fue una cultura ya en decadencia, no el esplendor que vivió en los centros ceremoniales anteriores.
- Estos centros ceremoniales tenían función de ciudades, y en ellos se construyeron edificaciones de tierra y adobe, por lo cual han perdurado pocos restos.
- Se construyeron montículos con templos en la parte superior, lo que se podía considerar como un precursor de las pirámides mesoamericanas.
- También construyeron edificaciones en torno a patios centrales, característicos de las civilizaciones posteriores en la zona.
Desde el 900 a.C. existen pruebas de bruscos cambios políticos; como muestra el intento de destrucción de algunas de las cabezas olmecas. Si para la mayoría de los especialistas como Michael D. Coe o Richard Diehl, la cultura olmeca es originaria de la costa del Golfo (ZMO: Zona Metropolitana Olmeca), para la escuela francesa promovida por Christine Niederberger y desarrollada en particular por Caterina Magni, la cultura olmeca aparece como un conjunto multiétnico y plurilingüístico que se extiende sobre la mayor parte de Mesoamérica desde 1200 hasta 500 a.C.
¿Qué actividades realizaban tanto los olmecas?
¿A qué se dedicaban los olmecas? – Según los hallazgos arqueológicos, la cultura olmeca se dedicaba al intercambio comercial, ya que se han encontrado artefactos hechos con piedras semipreciosas, como el jade, la obsidiana y la roca volcánica. Gracias al comercio fue que esta cultura pudo crecer y desarrollar sus centros urbanos,
¿Cuáles son los centros ceremoniales de la cultura olmeca?
http://www.veracruz.gob.mx/wp-content/uploads/2022/09/ORIGEN-Y-DESARROLLO-DE-LOS-ESTADOS-OLMECAS.mp3 * No fue la única civilización del periodo preclásico en Mesoamérica, pero influyó en las demás por el sentido de pertenencia de su población * Destaca Secretario de Turismo importancia de sembrar en infancias y juventudes la oportunidad del conocimiento en la Cumbre Olmeca Coatzacoalcos, Ver., 24 de septiembre de 2022.- Llamados comúnmente centros ceremoniales, los asentamientos de San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes fueron verdaderas ciudades generadoras de producción y poder, por lo que alcanzaron rango de estados con gobiernos autónomos, afirmó Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva, investigadora de la UNAM, en su conferencia Origen y desarrollo de los estados olmecas,
En el marco de la primera Cumbre Olmeca, El esplendor de Mesoamérica, este segundo día de actividades en Coatzacoalcos, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México inició su ponencia aclarando algunos aspectos de la Cultura Madre: no fue un imperio, el nombre les fue impuesto y no hay indicios de la lengua que utilizaron; tampoco concentraron una unidad política sino tres, desarrolladas paralelamente y con un auge sucesivo.
La primera fue San Lorenzo Tenochtitlan, ubicada en el hoy municipio de Texistepec y que tuvo un milenio de historia desde el 1800 a.C., constituyéndose como urbe en el 1000 con sus calzadas, avenidas y servicios públicos, así como puertos de carga y descarga dado su establecimiento entre los ríos Tatagalpa, Calzadas y El Gato, para ser entonces la ciudad más grande de Mesoamérica, capital y sede de concentración sagrada.
Los más de 10 mil habitantes gozaron de suficiencia alimentaria, gracias a la capacidad del gobierno para dividir tareas y organizar tiempos de trabajo y descanso, intercambios comerciales que rebasaron los mil kilómetros a la redonda y la construcción de poblados de al menos cinco tipos en un área de 75 kilómetros; además de poseer una suntuosa producción artística.
Por otro lado, La Venta (Tabasco) figuró del 1100 al 400 y su casco urbano pudo tener unas 200 hectáreas, con un centro religioso muy rico en esculturas y llegando a los 10 mil habitantes pero más dispersos en unos 40 km y 100 sitios como Arroyo Pesquero y Arroyo Zonzo; con mayor variedad de artesanía y cerámica, y dando a los jerarcas un trato funerario especial.
La gran diferencia del lugar es su pirámide de 30 metros de altura y un recinto ceremonial rodeado de 124 columnas basálticas en forma prismática donde fueron halladas 16 figurillas de seres antropomorfos, seis hachas minúsculas y seis mini-estelas, pero también su forma de alimentación que aparte del pescado incluía perro mexicano y venado cola blanca.
Finalmente, Tres Zapotes (Santiago Tuxtla) destaca por el primer descubrimiento de una cabeza colosal en la expedición del arqueólogo Matthew Stirling, al tiempo de ser un espacio de transición política, cuando San Lorenzo ya registraba conflictos. Sus primeros registros datan de antes del 1000 y tuvo una desocupación causada por erupción volcánica en el preclásico, volviendo a ser poblada en el postclásico, con una vida activa de dos milenios.
La investigadora titular del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas, sin embargo, manifestó que el estilo escultural olmeca comenzó a gestarse entre el 1700 y 1500 en un lugar llamado El Manatí (Hidalgotitlán), con sitios aledaños como El Macayal, La Merced y El Paraíso, siendo pueblos que buscaron refugio en islas naturales o intervenidas.
Consideró que a la par de existir derechos y obligaciones en los estados olmecas, hubo las condiciones para que la población tuviera un sentido de pertenencia que influyó en otras civilizaciones del preclásico, ya que el término Cultura Madre fue propuesto en el seno de la Sociedad Mexicana de Antropología en 1942.
¿Qué hacian los olmecas en su vida cotidiana?
Economía olmeca – La Venta fue un centro utilizado para fines ceremoniales. Las principales actividades económicas de la civilización olmeca fueron la agricultura, la caza, la pesca y el comercio, La producción agrícola se centraba en el maíz, los frijoles y otras hortalizas, como la mandioca.
- Esta producción se realizaba alrededor de las pequeñas aldeas donde vivía la mayoría de la población olmeca.
- Además, construyeron grandes centros urbanos (como San Lorenzo y La Venta) que utilizaron con fines ceremoniales y en los que la élite desarrollaba sus actividades.
- Las construcciones y los monumentos olmecas demuestran el avanzado nivel de complejidad y sofisticación de su civilización.
Según evidencias arqueológicas, se han encontrado artefactos olmecas (hechos con roca volcánica y con piedras semipreciosas, como el jade y la obsidiana), en toda la región mesoamericana, lo que indicaría la existencia de una amplia red comercial,
¿Qué es lo más representativo de la cultura olmeca?
Museo de Antropología de Xalapa Olmeca Curador: Dr. Roberto Lunagómez Reyes. La sala Olmeca del MAX muestra la colección de esculturas olmecas más importante del mundo. Entre las expuestas destacan siete de las 17 cabezas colosales halladas hasta ahora.
Los olmecas, considerada la primera civilización del continente americano dada su antigüedad de más de 3,000 años, presenta un notable desarrollo cultural, como lo evidencian la complejidad de sus asentamientos, la talla y fino acabado de esculturas monumentales, y otros logros como el intercambio comercial a grandes distancias.
La Olmeca, hoy llamada “cultura madre”, se estableció en lo que actualmente es el sur del estado de Veracruz y noroeste de Tabasco, y tuvo sus grandes capitales en San Lorenzo Tenochtitlán y Tres Zapotes, en Veracruz, y en La Venta, en Tabasco. Contó además con asentamientos menores como Laguna de los Cerros, El Manatí y Estero Rabón.
Su origen remonta al periodo Preclásico o Formativo, alrededor de 1,500 a.C., y su época de máximo esplendor fue entre los años 1,000 a 400 a.C. Su desintegración cultural ocurrió hacia 100 d.C., considerada la época Epi-Olmeca, etapa donde se desarrollaron en la región del Istmo de Tehuantepec, las primeras manifestaciones de escritura y cuenta calendárica en Mesoamérica, quizá heredadas por la civilización desfalleciente.
Existen testimonios de intercambio de bienes y productos como el jade, la cerámica decorada, la obsidiana, el chapopote y la sal, entre muchos más, desde Colima hasta Costa Rica. Debido a lo temprano y complejo de su desarrollo cultural, los olmecas están considerados entre las grandes civilizaciones antiguas universales como Egipto, Mesopotamia, Grecia, China e India, civilizaciones que dieron origen a las actuales naciones alrededor del mundo.
¿Cuál era la religión de los olmecas?
Características de la religión olmeca – Lo primero que debemos entender de la religión olmeca es que no conocemos suficientes datos para tener una visión demasiado amplia de ella. Los olmecas hasta hace poco eran una sociedad de la que no teníamos muchos conocimiento, y no ha sido hasta las últimas décadas que se ha empezado a encontrar mayor número de restos de ellos.
- Por todo esto solo tenemos una ideas generales de la religión, siendo muchas de ellas hipótesis hechas por los historiadores de la zona.
- Se debe tener en cuenta que la mayoría de características olmecas han sido analizadas mediante la comparación de arquitecturas y esculturas semejantes a otras culturas mesoamericanas.
Algunas de estas características de la religión olmeca son las siguientes:
La religión era politeísta, creyendo en la existencia de una gran cantidad de dioses. Las fuentes en este aspecto son limitadas, y aunque conocemos a varios dioses olmecas se supone que debieron existir mucho más, siendo los más importantes de los que tenemos conocimiento.Los dioses representaban elementos comunes en la cultura olmeca, siendo encarnaciones de las cosas más importantes para los olmecas. Algunos ejemplos son la agricultura, los animales o los elementos.La figura más importante de su cultura era el jaguar, siendo un animal mítico por aquella época.Existen muchas representaciones de seres mitad personas y mitad animales, pensándose que los dioses y los reyes eran capaces de realizar estas grandes hazañas.Los reyes estaban muy unidos a la religión, se pensaba que podían realizar acciones sobrenaturales y que habían sido elegidos por los mismísimos dioses.Existían los chamanes, los cuales eran figuras importantes figuras en la sociedad. Se piensa que en determinados pueblos los chamanes eran incluso quienes se encargaban del gobierno.Existen creencias de que se hacían sacrificios humanos a los dioses, pero se cree que eran mucho menores que en culturas mesoamericanas posteriores como los aztecas.Las montañas eran zonas muy espirituales, ya que se pensaba que eran la zona de unión del cielo, tierra y el infierno.Los olmecas pensaban que todo en este mundo era un ser vivo, no solo las personas y animales sino también los ríos y árboles.
Imagen: Cultura Olmeca
¿Cuáles eran las creencias religiosas de los olmecas?
Los Olmecas tenían una religión politeísta, gran número de sus dioses eran relacionados con la agricultura y otros elementos como el sol, el agua, los volcanes, etc.
¿Cuáles son los centros ceremoniales?
El recinto ceremonial de México Tenochtitlan El corazón religioso de la capital mexica representó, sin lugar a duda, el lugar que más atención capturó en los recién llegados y suscitó en ellos sentimientos encontrados, tales como curiosidad, admiración, miedo, enojo o indignación.
- En este espacio vieron por primera vez la mole imponente del Templo Mayor y los cráneos de las víctimas empalados en los tzompantli.
- Días después de su entrada a Tenochtitlan, el soberano Motecuhzoma permitió a Cortés subir hasta la cumbre del Templo Mayor, donde el conquistador pudo mirar con sus propios ojos el panorama representado por la ciudad insular y el espacio de culto más significativo de los mexicas, la casa de Huitzilopochtli.
En la historia de los estudios mesoamericanos, un centro ceremonial se define como un sitio donde viven los jefes, los sacerdotes y los civiles, así como sus dependientes directos. La mayoría de la población residía en las afueras en pequeños poblados subordinados a este centro, cuyos habitantes lo visitaban solamente en los días festivos o para realizar los trabajos impuestos por la élite (Ashmore y Willey 1981).
En el caso mexica, a lo largo de sus peregrinaciones, la toma de posesión de los territorios por donde transitaban consistía en la creación, más o menos duradera, de asentamientos, los cuales constaban de un centro ceremonial que debían incluir el santuario de Huitzilopochtli, una cancha para el juego de pelota y un tzompantli.
Con respecto al recinto de Tenochtitlan, los cronistas del siglo XVI no llegaron a un acuerdo sobre la cantidad de estructuras religiosas presentes en este espacio. Hernán Cortés (1970) cuenta alrededor de cuarenta “torres” (palabra empleada a menudo por los expedicionarios para describir el conjunto pirámide-templo de las ciudades prehispánicas).
- Lo describe como un espacio tan grande que un pueblo de quinientas personas habría podido residir ahí sin ningún problema.
- Según Oviedo se trataba más bien de sesenta estructuras, mientras que Toribio de Benavente “Motolinía” (1971) y Diego Durán (1984) hablan de un patio cuadrado, rodeado por muros almenados, donde se ubicaban entre ocho y quince estructuras piramidales, orientadas hacia los cuatro rumbos cósmicos.
Para concluir, Bernardino de Sahagún (1969, tomo 1), al recolectar la información proporcionada por sus colaboradores nahuas, señala la existencia de setenta y ocho estructuras. ¿Cómo podemos conciliar datos tan divergentes? Una primera respuesta se encuentra en la manera de enumerar las construcciones.
Sabemos que el templo de un dios estaba rodeado por edificios relacionado con el mismo culto, como la residencia de los sacerdotes, a veces con una piscina para las abluciones rituales, un tzompantli, un cuauhxicalli y una cancha para el juego de pelota. Por ello, existían probablemente distintos conjuntos de estructuras, dentro del recinto, dedicados a divinidades diferentes.
Mientras que Sahagún da cuenta los edificios de todos los conjuntos que se encontraban en el recinto, ya sean templos-pirámides, cuauhxicalli, tzompantli, altares, albercas, etcétera ; Durán enumera exclusivamente los conjuntos, esto es, las cercas donde se encontraban todos los edificios relacionados con el culto de un dios.
La segunda respuesta a nuestra pregunta se encuentra en los datos procedentes de dos proyectos arqueológicos de importancia capital en la Ciudad de México que nos ayudan a entender la información contradictoria de las fuentes escritas: el Proyecto Templo Mayor (1978) y el Programa de Arqueología Urbana (1991).
Gracias a los avances de estas investigaciones, sabemos que el centro ceremonial de Tenochtitlan estaba recubierto por un piso de losas de piedra y abarcaba el á rea hoy en día delimitada por calle Moneda, al sur; Correo Mayor y El Carmen, al este; San Ildefonso y González Obregón, al norte; y República de Brasil y Monte de Piedad, al oeste.
- Este perímetro estaba delimitado por un muro que separaba el centro ceremonial del resto de la ciudad.
- El acceso era posible a través de tres entradas ubicadas al norte, al oeste y al sur, así como gracias a unas escaleras que interrumpían la cerca.
- Las puertas fungían también como arsenales de armas y permitían la comunicación directa entre el centro ceremonial y las tres grandes calzadas que conectaban la isla con la tierra firme: la de Tepeyac, al norte; la de Tlacopan, al oeste y la de Iztapalapa, al sur.
La salida hacia el este llevaba al embarcadero de Tetamazolco y de paso a las islas de Tepetzintli, Tepepolli y el remolino del Pantitlan, en el lago de Texcoco. Entre las construcciones más significativas estaba, por supuesto, el Templo Mayor, con su orientación este-oeste y sus santuarios dedicados a Huitzilopochtli y Tl á loc, al este del centro ceremonial.
- En el costado norte del Templo Mayor se encontraba la Casa de las Águilas o Tlacatecco, un espacio ritual de estilo neo-tolteca donde – entre otras ceremonias – se encerraba el futuro soberano para realizar penitencias antes de ser elegido tlatoani (López Luján 2006).
- Alrededor se localizaban también los Templos rojos probablemente dedicados al dios Xochipilli, y las residencias de los sacerdotes, tal como demuestra el hallazgo de un calmecac en calle Donceles (el acceso se realiza a través del Centro Cultural de España, ubicado en la misma calle).
Donde hoy está ubicado el Antiguo Palacio del Ex-Arzobispado, se encontraba el templo de Tezcatlipoca, al sur del Templo Mayor. En frente de este último edificio se localizaba el templo circular de Ehécatl-Quetzalcóatl, y la cancha del juego de pelota, cuyos descubrimientos se han realizado a espaldas de la Catedral Metropolitana (calle República de Guatemala).
- Otra estructura de importancia primordial ubicada en el mismo predio era el Huey Tzompantli, el gran muro de cráneos donde los mexicas empalaban en hilera las cabezas de sus víctimas.
- En el centro ceremonial se ponían en escena, periódicamente, ceremonias públicas muy sugerentes del ciclo festivo mexica, como danzas, procesiones, sacrificios, carreras, erección de árboles q ue tenían, a menudo, la finalidad de re-actualizar acontecimientos míticos determinados.
Como se verá más adelante, los expedicionarios desempeñaron un papel significativo en algunas de estas ceremonias, alterando, con su presencia, el desarrollo de las mismas. Para saber más:
Ashmore Wendy y Gordon R. Willey, 1981, “A Historical Introduction to the Study of Lowland Settlement Patterns”, en W. Ashmore (ed.), Lowland Settlement Patterns, A School of American Research Book, Albuquerque, University of New Mexico Press, pp.3-18. Cortés, Hernán, 1970, Cartas de relación, México, Porrúa. Durán, Diego, 1984, Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, 2 vols, México, Porrúa. López Luján, Leonardo, 2006, La Casa de las Águilas : un ejemplo de la arquitectura religiosa de Tenochtitlan, 2 vol., México, Harvard University, FCE, INAH. Matos Moctezuma, Eduardo, 1999, “Sahagún y el recinto ceremonial de Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, vol.6, n.36, pp.22-31. Motolinía Benavente, Toribio (de), 1971, Memoriales o libro de las cosas de la Nueva España y de los naturales de ella, E. O’Gorman (ed), México, UNAM. Sahagún, Bernardino (de), 1969, Historia general de las cosas de Nueva España, 4 vols, México, Porrúa.
Para citar: Elena Mazzetto, El recinto ceremonial de México Tenochtitlan, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1844/1838. Visto el 12/04/2023 : El recinto ceremonial de México Tenochtitlan
¿Cuáles son los dioses de la cultura olmeca?
Principales dioses en Mesoamérica
Deidad/Cultura | Nahua | Mixteca |
---|---|---|
Deidad del Sol | Tonatiuh | Taandoco, Ñuhu Nchikanchii |
Deidad de la lluvia y el trueno | Tláloc | Ñuhu Savi o Dzahui |
Serpiente emplumada | Quetzalcoátl | Coo Dzahui |
Deidad del fuego | Huehuetéotl | Ñuhu Nchikanchii |
¿Qué construyeron los olmecas para sus ceremonias 2p?
La pirámide con su base cuadrangular o redondeada, construida en arcilla, representa el centro ceremonial.
¿Cuál es el idioma de los olmecas?
Se conoce que hablaba una lengua de la protofamilia zoque-mixe. Los Olmecas no dejaron alguna testimonio donde se pueda deducir su lengua, se le ha llamado protomayahuasteca, que después se dividió en dialectos o lenguas,: maya y huasteca.
¿Qué dos ciudades usaban los olmecas para sus ceremonias?
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Los olmecas | |
Los olmecas fueron los primeros en construir centros ceremoniales como La Venta, en Tabasco; Tres Zapotes y San Lorenzo, en Veracruz. La región de la selva húmeda era muy favorable para la agricultura; las lluvias abundantes y las crecientes de ríos fertilizaban la tierra.
- Los ríos al desbordarse, fertilizaban sus riberas con limo, por lo que las siembras daban excelentes cosechas.
- Además, el mar les ofrecía peces y mariscos, y si esto fuera poco, las selvas aledañas una caza variada.
- En ese lugar abundaban: monos, tlacuaches, jabalíes, iguanas, faisanes, guajolotes, venados, jaguares y muchos animales más.
Los olmecas consideraban al jaguar una criatura sagrada y lo relacionaban con el mundo oscuro, frío, nocturno y húmedo de la tierra. Asimismo, lo asociaban con las cuevas y el ejercicio del poder. El jaguar era la principal figura religiosa, lo veneraban porque para ellos representaba los misterios y peligros de la selva, así como la fuerza para vencer los obstáculos de vivir en ella. Los olmecas, o “habitantes del país del hule”, formaron la primera gran cultura mesoamericana y alcanzaron un gran desarrollo; llevaban y traían diferentes mercancías para intercambiar, entre ellas el hule de Tabasco y Veracruz. A partir del comercio y las expediciones, muchos avances de los olmecas se extendieron por toda Mesoamérica, en lugares apartados como Guerrero, el Valle de México, Oaxaca y la zona maya.
Al pasar por otras comunidades, enseñaban lo que ellos sabían, por lo que se le reconoce como “Cultura Madre”, pues las demás basaron parte de su desarrollo en ella. Gracias a los ríos de su área geográfica los olmecas desplazaron sus productos con facilidad. Las enormes piedras que utilizaron para sus esculturas y edificios eran deslizadas sobre balsas por medio de las corrientes.
Los olmecas desarrollaron una relación comercial muy estrecha con el valle de Oaxaca, la cual fortaleció a las elites y facilitó el desarrollo de Monte Albán. Los olmecas fueron agricultores, comerciantes, artistas y grandes constructores. Trabajaron el barro y la piedra. Tallaban desde pequeñas figuras de jade hasta enormes cabezas de piedra, de más de dos metros de altura, esculpidas en rocas que traían de muy lejos.
El ajuar doméstico incluía vasijas de cerámica, metates de piedra, petates, canastos y telas para vestir, elaboradas con hilos de algodón o de fibras ásperas como las de la lechuguilla o la yuca. La población vivía en aldeas en torno al centro ceremonial dentro del cual residían los sacerdotes y gobernantes con sus familias.
Los monumentos olmecas son impresionantes. Los olmecas crearon los principios de un urbanismo ceremonial, iniciaron el desarrollo del calendario con los conocimientos astronómicos que lo fundamentan y establecieron una escritura figurativa. Se piensa que ellos iniciaron los conocimientos de la numeración, del calendario y de la escritura, como se observa en varios de sus monumentos y esculturas.
- La sociedad estaba compuesta por distintos grupos; mientras unos cultivaban, otros gobernaban u organizaban ritos para el culto a los dioses.
- Las necesidades de aquella sociedad estratificada hicieron necesario que algunos administraran la producción, impulsaran el comercio y dirigieran las obras monumentales.
Los individuos que dirigían los servicios religiosos conjugaban asimismo el poder político pues poseían conocimientos esenciales sobre el calendario y el momento preciso de la siembra. Entre los años 500 y 400 a.C., los olmecas tuvieron dificultades y del año 300 a.C.
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¿Cuáles eran las creencias religiosas de los olmecas?
Religión y deidades de la cultura olmeca – La religión olmeca no ha sido completamente descifrada. Todo apunta a que la cultura olmeca era profundamente religiosa. Era teocrática, politeísta, con deidades fundamentalmente agrícolas, que representaban a los astros, los volcanes y otros aspectos del cosmos.
- Tenían animales sagrados, como el jaguar, al que rindieron culto abundantemente.
- También adoraban sapos, caimanes y toda una vasta mitología de seres con cabeza de uno y cuerpo de otro.
- Se estima que fue una religión dinástica, o sea, que vinculaba a sus gobernantes directamente con los dioses, como si fueran sus herederos.
Pero era una religión compleja que aún no ha sido del todo descifrada.
¿Qué ofrendaban los olmecas?
Lugares INAH Los olmecas de La Venta ofrendaban más de tres mil objetos de jade en el recinto ceremonial, la mayoría entre 800 y 600 a.C. Conformado por conjuntos de cinceles y hachas votivas, figurillas antropomorfas y zoomorfas, cuentas, pendientes, orejeras, discos y perforadores, al igual que vasijas y canoas miniaturas de jade.
- Algunas eran parte del ajuar mortuorio de tumbas y cistas asociadas, en ciertos casos, con espejos de magnetita, vasijas de cerámica, obsidiana y objetos labrados en cristal de roca.
- Las Ofrendas Masivas, en las que se enterraban hasta mil toneladas de bloques de serpentina, son únicas en el mundo prehispánico.
Las más elaboradas eran aquellas con un mosaico de un diseño abstracto y están fechadas hacia el 900 a.C. Su significado preciso ha estado sujeto a múltiples interpretaciones, pero la más coherente propone que fueron ofrendas a la Madre Tierra. Objetos portátiles olmecas de piedra verde se encuentran esparcidos en gran parte de la antigua América Media.
- Al parecer, su valor sagrado no sólo fue reconocido por los habitantes de La Venta, sino también por sus vecinos de otras regiones.
- Estos ejemplares han sido hallados en ofrendas de sitios mayas y mexicas, más de un milenio después de su fabricación, y son el más claro testimonio del valor que las culturas prehispánicas le dieron al jade olmeca.
: Lugares INAH
¿Qué es el altar de los olmecas?
“¿Cómo se pasa de los cuerpos, objetos de nuestra experiencia, a las ideas y a los sig- nos, sostén e instrumento de nuestro conoci- miento?” Pierre Quellet.1 En este trabajo se trata de buscar nuevos ámbitos de reflexión sobre el mundo prehispánico y sus significaciones.
- Para ello tomamos como base metodológica la semiótica de la Escuela de París que, sobre la figuratividad y la semiótica plástica, ha venido realizando trabajos desde los años setenta.
- Respondemos así a una de las preocupaciones del propio Greimas, cabeza de esta escuela semiótica, al “buscar la conformación de nuevos dominios de interrogación del mundo”, 2 aplicando sus ideas a un campo nuevo como es la arqueología y, en especial, la arqueología mesoamericana.3 En este caso, para la interpretación del objeto analizado, añadiremos las tradiciones de grupos etnográficos de la Costa del Golfo tomando el modelo de Michele Coquet en su análisis semiótico de un objeto etnográfico africano (consulte la nota 3), en el cual la carga semántica de cada una de las figuras fue referida a la explicación según la información autóctona.
Posición que coincide con lo que en arqueología se llama la analogía etnográfica para la interpretación de los objetos arqueológicos.4 Uno de los postulados de Greimas para trabajar la semiótica figurativa y semiótica plástica es aceptar, como un primer paso, que los objetos plásticos deben considerarse como objetos significantes.
Sin embargo, afirma que “El problema no radica en proclamar que el significante plástico, en el cual acabamos de reconocer algunos principios de organización, significa, sino en buscar comprender como significa y lo que significa. ” 5 La semiótica de la Escuela de París define al signo como una unidad del plano de la manifestación, constituida por la función semiótica, es decir, por la relación de presuposición recíproca que se establece entre magnitudes del plano de la expresión y del plano del contenido durante el acto de lenguaje.
Sin embargo, el análisis de los signos es una etapa que debe cubrirse, pero rebasándose para hacer la descripción de las redes de articulación de las formas. Así, la construcción de un objeto semiótico consistirá en determinar las combinaciones de unidades mínimas que son las figuras plásticas para llegar a las configuraciones (unidades más complejas) reconociendo el postulado general que todo lenguaje es una jerarquía.
Las configuraciones visuales fueron una manera de aprehender y conceptualizar al mundo; de éste se escogieron algunas cualidades que se trataron de identificar en figuras plásticas que se representaron en esas configuraciones. No se trata de una imitación de la naturaleza sino de una construcción interpretativa que transforma el mundo natural en imágenes cuyo significado correspondería a una lectura social.
Cada cultura propone una “visión del mundo” que plantea condiciones variables tanto para el reconocimiento de los objetos como para la identificación de las figuras visuales como “representando” los objetos del mundo, conformándose a menudo con vagos esquematismos, pero exigiendo, algunas veces, una reproducción minuciosa de los detalles “verídicos”.6 Cada cultura impone una determinada lectura, de naturaleza semántica, de aquellas figuras visuales que ha convertido en signos.
Es lo que Greimas llamó “rejilla de lectura”, la cual convierte al mundo en inteligible y manipulable. Greimas reconoce que esta rejilla de lectura es de naturaleza social y está sometida al relativismo cultural, es variable en el tiempo y en el espacio. En el presente trabajo aplicaremos la “rejilla de lectura”, que corresponde a las culturas mesoamericanas y a las tradiciones relacionadas con la cosmovisión de los grupos etnográficos de la Costa del Golfo.
En este caso analizaremos como objeto semiótico a una escultura monumental olmeca procedente de La Venta, Tabasco, llamada Altar número 4 que mide 1.60 m. de altura, por 3.19 m. de ancho y 1.90 m. de espesor.7 Esta escultura es un enorme bloque de piedra en el que se esculpieron tres de sus lados: paredes laterales y frente; en este último se encuentra la mayor parte del trabajo, especialmente el realizado al vaciar parte de la piedra para crear el importante nicho central del cual emerge un personaje sentado.
- En el nicho se encuentra el punto vital de la obra y, por tal razón, el bajorrelieve se transforma en altorrelieve.
- El bloque de piedra se dividió en dos secciones desiguales en tamaño; la superior, que representa una tercera parte del volumen total de bloque, formada por una franja que sobresale del resto del cuerpo.
Esta división en dos secciones, una que sobresale o recubre a la de abajo, y la inferior con la oquedad al frente, son las primeras imposiciones significativas del hombre olmeca sobre este material del mundo natural que es la piedra. Existen otras esculturas de este tipo en La Venta, Tabasco y San Lorenzo, Veracruz, con dimensiones distintas; sin embargo, siempre presentan los dos elementos constantes: el bloque de piedra, generalmente rectangular aunque en algunos casos llega a ser casi cuadrado, que presenta la franja superior, el cuerpo remitido y el nicho con el personaje saliente. Los altares olmecas son objetos construidos con una forma excepcional que no tiene ninguna otra cultura mesoamericana; se ubican cronológicamente en la época del Preclásico medio- alrededor de los años 1000 a 600 a.n.e., que fue el momento del apogeo de la cultura olmeca- y formaron parte de la rica expresión simbólica que, sobre la piedra dejó esta primera civilización mesoamericana.
El nombre de “altar” se le dio desde la descripción que hacen Blom y Lafarge en su paso por el área de La Venta, Tabasco, durante su expedición de 1925.8 Estos investigadores pensaron que estas esculturas debieron servir para depositar ofrendas a los dioses; sin embargo, no existen datos para poder afirmarlo.
En los últimos años, algunos arqueólogos han propuesto que tal vez tuvieron una función de “tronos” para los gobernantes. Mi opinión no coincide con las anteriores, ya que estas esculturas no tienen que poseer, necesariamente, un uso práctico; es suficiente el que fueran la expresión materializada de conceptos mítico-religiosos del mundo olmeca, expresados en un lenguaje plástico, y obras que forman parte de los elementos presentes en los centros ceremoniales y relacionados con la ontología prehispánica.
Construcción y análisis del plano de la expresión La escultura será considerada como una “unidad de significación” al hacer su clausura y considerarla un marco-formato a partir del cual se hará el análisis semiótico de la misma, es decir, se leerá como un texto visual considerado como un insignificante segmentable en unidades discretas legibles.
Esta segmentación hecha con motivo de determinada lectura del objeto visual, no excluye otras posibles segmentaciones.9 En un material de extrema dureza se formó un objeto tridimensional, cuya voluminosidad es una de sus primeras características que debe tomarse en cuenta, ya que presenta elementos específicos para realzar el volumen, particularmente aquellos que enfatizan el contraste de luz/oscuridad.
La escultura, por su volumetría, es percibida por el observador desde la distancia pero, para captar el trabajo de un fino bajorrelieve que existe dentro de la misma, se requiere de cierta cercanía, estratégicamente calculada, para su percepción completa. Por lo tanto, el artista, al realizarla, debió tomar en cuenta la cercanía y/o distancia del observador, para permitirle su aprehensión desde distintos puntos de vista, ya que después de haberla captado como un volumen, que sobresalía de todo lo que la rodeaba, se pasaba, en una segunda ojeada, a otro punto de vista, que le permitía percibir las delgadas y finas líneas del bajorrelieve.
Esta relación entre la combinación del cubo (visión del volumen a mayor distancia) y el plano (visión de los relieves a menor distancia), corresponde a un problema analizado en otros estudios sobre la escultura. Distintos autores 10 consideran que el origen de la escultura, principalmente dentro de la cultura occidental, se inició como un bajorrelieve (un plano) del cual se fue desprendiendo la figura hasta llegar al bulto.
Sin embargo, en el caso de la escultura prehispánica considero que es posible pensar en otro sentido, ya que en Mesoamérica, en especial entre los olmecas (primeros grandes escultores) la escultura de bulto de gran tamaño parece surgir de la transformación de un material sagrado amorfo- cuyo volumen es una de sus características esenciales- en formas distintas a las que se les transfería el valor simbólico de ese material.
En Mesoamérica, la piedra tenía una significación mucho mayor que la de ser un simple vehículo para representar algo; era un material cargado de una connotación especial por su origen: procedía de una relación íntima con la tierra misma, brotaba de su interior y, por eso se le adjudicaba un carácter sagrado, aún antes de dar forma con ella a cualquier tipo de objeto, el cual adquiría esa misma relación con lo sagrado.
Es decir, que el volumen de la piedra, una de sus cualidades fundamentales, es conservado en la realización de la escultura en bulto. Más bien debe pensarse que con la piedra se construyó la escultura por estar cargado, el material mismo, de una energía particular; así parece corroborarlo el hecho que dentro de ciertas tradiciones prehispánicas y aun de las de los grupos etnográficos actuales se les menciona como dios o como ancestro.11 En búsqueda del significado a través del significante Iniciamos la búsqueda del significado por la delimitación del objeto considerándolo como un “todo de significación” 12 y aislándolo de lo que no forma parte de él.
El bloque rectangular de basalto fue desprendido de la roca madre, desbastado, esculpido y pulido para lograr la forma deseada, la cual, los olmecas, crearon y delimitaron por medio de líneas rectas horizontales y verticales que lo cortan y separan claramente del resto del entorno.
La piedra fue trabajada como un área englobante, (bloque pétreo) dentro de la cual se desarrolla todo el juego de las relaciones de los elementos ahí presentes definido, por el escultor, mediante sus rígidas aristas como una construcción humana sobre una materia del mundo natural que carece de esa forma; ésta debió contrastar con el entorno compuesto por un paisaje de rico follaje, contraponiéndose así la obra construida por el hombre con sus líneas rectas, a la naturaleza en donde no existen esas delimitaciones.
Siguiendo las ideas de Lévi-Strauss, en ésta se presenta la oposición entre cultura y naturaleza, estableciendo la primera un orden sobre la segunda mediante la combinación de figuras rectilíneas sobre un entorno de figuras curvilíneas. En este primer paso para la aprehensión del sentido se reconocen topológicamente dos segmentos: 1) la franja superior que es más larga que el resto del bloque, y 2) la parte inferior de mayor altura que la anterior pero remitida, con cuatro lados de diferente tamaño, dos más largos (frente y posterior) y dos laterales, los cuales forman la profundidad del bloque.
En el frente se encuentra la mayor parte de los elementos de la composición y, entre ellos, el área ahuecada al centro que, entre otras funciones, sirve para provocar el sentido de profundidad dentro del objeto y producir una sección de oscuridad que producen las categorías plásticas: oscuridad- profundidad frente a superficie – luminosidad.
Se establece una oposición entre la línea horizontal que forma la frontera exterior superior de la ancha franja que sugiere el arriba y la línea inferior pegada al suelo que forma la frontera exterior inferior del bloque. La ancha franja que sobresale parece haber sido formada para significar un área que encubre en su totalidad la parte inferior cuya altura es mucho mayor que la franja que la cubre.
En tanto que por el lado opuesto (la inferior) se construyó una sencilla línea horizontal, reforzada en el frente y parte de las paredes laterales por una cuerda gruesa y curva, que no opone ningún obstáculo con la tierra sobre la que se encuentra colocada, sino estable un lazo de unión con ella. La relación con el ámbito inferior del subsuelo se intensifica al establecerse, al frente del bloque, una unión por medio del conducto formado por la oquedad (nicho) al centro del rectángulo, todo ello fortalece la relación con la región de abajo que esa línea representa.
La escultura está trabajada con elementos en bajorrelieve y en altorrelieve; el primero está realizado por una línea de poca profundidad que se encuentra tanto en la parte superior como en la inferior, en tanto que el altorrelieve se concentró exclusivamente en la parte inferior–central del bloque, profundizándose en la excavación de la roca en el área del nicho y en la representación antropomorfa casi de bulto que sale de él.
El artista olmeca concentró el peso de la obra en la parte inferior- central del objeto al establecer en ella los elementos más intensos y corpóreos, tanto en sentido negativo como positivo. En el primer sentido (negativo) es el nicho que representa una ausencia de cuerpo que se transforma en profundidad produciendo, por ello mismo, un área de oscuridad total que lo convierte en un punto de atracción visual; en el segundo caso (positivo), es la presencia del volumen en el cuerpo del hombre surgiendo del nicho con su torso inclinado hacia adelante casi desprendido del bloque; estableciéndose en la misma área el hueco y el bulto, el sentido hacia adentro y hacia fuera, interior /exterior, entrada/salida.
Sin embargo, los olmecas no desprendieron a la figura humana de la tierra, ya que se conserva toda la parte inferior de su cuerpo asociada a ésta. El escultor prehispánico dramatizó la composición al concentrar las formas más pesadas en la parte inferior del altar y ubicar las más ligeras en la parte superior.
- El eje central La importancia del eje central que dirige el objeto en dos partes iguales, sugiere la división del mundo: orientación norte-sur o este-oeste, que están asociadas a un punto central.
- Así vemos que el mayor énfasis, la mayor tensión, se puso en el área central del bloque, en donde se ubican ahí los dos elementos de mayor fuerza: el nicho (sección oscura) y el cuerpo del hombre, (sección de luz).
El eje puede establecerse por medio de una línea central vertical, descendiéndola desde el punto donde se juntan los agujeros de la nariz del jaguar, bajando por el centro de la cruz de San Andrés que se encuentra entre los colmillos del animal y, desde ahí, hasta el gorro y la parte central del personaje.
- Ambos lados de ese eje se colocaron todos los demás elementos en dos secciones simétricas.
- Dentro de esa área central se ubicó la mayor parte de los elementos más significativos, comenzando por la sección superior la nariz y la boca del jaguar, el personaje, el nicho mismo realizado con sus marcos curvos dobles y, sobre todo, los cuatro elementos ondulados que parecen brotar de ese punto central, creando un movimiento, hacia fuera y hacia arriba, que sirve para descargar un poco la tensión que representa el nicho mismo; pero, al mismo tiempo, lo corrobora como fuerza centrífuga, enriqueciendo la relación entre el arriba y el abajo y la idea de que en esa parte inferior del cubo existe un dinamismo del que carece la superior.
Para proporcionar plásticamente la idea de ese dinamismo, el artista colocó, en oposición a las líneas rectas que forman las fronteras exteriores del objeto mismo, la mayoría de las líneas curvas: en las circunferencias de los orificios de la nariz, la línea curva levantada del labio del animal, sus dos pequeños colmillos, la forma misma del nicho con sus marcos dobles, uno de ellos formado por la repetición de líneas onduladas, motivo semejante al del cordón que corre a todo lo largo de la parte inferior del bloque, así como en el gorro, collar, pectoral, hombros, rodillas que sobresalen en las extremidades inferiores flexionadas y los dedos de las manos dobladas sobre sí mismo. En las paredes laterales, de las cuales se conserva íntegra solamente una, se esculpió una figura humana sentada o arrodillada, alejada espacialmente de la figura central pero conectada a ella por una cuerda que corre sobre la tierra a lo largo del frente y paredes laterales.
Estos seres están unidos al personaje, pero se pensa que estarían en un espacio distinto al primero, ya que no se les colocó dentro del frente del altar, sin embargo, se tallaron dirigidos hacia él, mirándolo y señalándolo como sugiere el brazo colocado a la mitad del pecho, con la mano entreabierta y uno de los dedos que apunta hacia el personaje del nicho.
Análisis y construcción del plano del contenido La construcción de objetos visuales se basa en convenciones sociales y culturales que, a lo largo del desarrollo mesoamericano fueron surgiendo en las representaciones plásticas como expresión de conceptos religiosos.
Lo que se relaciona con el concepto que Greimas presenta como la “rejilla de lectura” para convertir el mundo en significante, identifica las figuras como objetos y las clasifica. Esta rejilla sirve de código de reconocimiento y funciona como una proyección del significado del mundo sobre las obras contempladas por los espectadores.13 Estos conceptos fueron el principio organizador de la figuratividad que se reflejó en imágenes, primero en escultura de barro de dimensiones pequeñas y, posteriormente, entre los olmecas, en una escultura monumental de piedra como el basalto, así como en una de tamaño pequeño de piedra verde.
En la escultura monumental olmeca podemos captar el origen de la importancia del inframundo, concebido como un rico y complejo ámbito habitado por diferentes figuras con diversas características y jerarquías cuyos significados y asociaciones fueron base de la religión olmeca.
- Considero que muchos elementos arqueológicos así lo prueban y uno de ellos son los altares de piedra que se han encontrado en algunos de los principales sitios olmecas como La Venta, Tabasco, San Lorenzo y Potrero Nuevo Veracruz.
- Además de los elementos arqueológicos, la representación de ese inframundo puede ser reconstruida basándonos en la analogía etnográfica recurriendo, para buscar su explicación al objeto arqueológico, en la concepción de la cosmovisión de los grupos etnográficos del sur de México, especialmente del área de lo que fue la región olmeca.
En esta área han ocurrido, por supuesto, cambios a través de los años, como el movimiento de grupos que la habitaron y, posteriormente emigraron regiones vecinas, donde se encuentran hoy día. Así, los etnólogos afirman que junto a los popolucas que aún habitan el sur de Veracruz, estuvieron, en épocas prehispánicas, grupos de mixes de Oaxaca y zoques de Chiapas y Tabasco, hablaban una lengua proto mixe-zoque.
García de León 14 sustenta tal afirmación al señalar que los grupos nahuas de la región tomaron préstamos de lenguas zoqueanas (popoluca de la Sierra y zoque de Ayapa, Tabasco) para nombrar a sus seres sobrenaturales, los cuales no difieren grandemente de las concepciones religiosas de grupos vecinos.
Dentro de la cosmovisión de los grupos mencionados arriba encontraremos los elementos que nos permitirán recurrir a la explicación del significado de algunos objetos arqueológicos como el Altar 4 de La Venta, Tabasco. Éste muestra dos niveles horizontales claramente diferenciados: el superior es una ancha franja plana que sobresale de la parte inferior que se puede interpretar como la representación de “la tierra” de acuerdo con la concepción que de ella tienen los actuales nahuas del macizo montañoso de los Tuxtlas, corazón de la región olmeca prehispánica, como “cuadrada y plana como una mesa” llamada Ta: hli.15 Las tradiciones dicen que sobre esa tierra plana “como una mesa” se encuentran el mar, los hombres, los animales, las plantas, las rocas, los cerros y los arroyos.16 El inferior se encuentra por abajo de esta parte plana “como una mesa”, es el mundo subterráneo, Ta: logan para los nahuas de la región, 17 lugar de abundancia y felicidad, donde el color verde de la vegetación es el predominante.
Su riqueza permite que existan manantiales de miel, pero también posee aspectos temibles por estar habitado por seres peligrosos como los encantos, chilobos, y chanecos que dominan a todos los animales, estos seres utilizan a los armadillos como sus asientos, a los lagartos como sus lanchas, consideran a los venados como su ganado y a los jabalíes, faisanes, coyotes y tigres como sus animales “domésticos”.18 Sin embargo, en ese mundo, los animales de caza pueden vivir tranquilos, libres y protegidos, 19 todo lo anterior lo convierte en un lugar similar al concepto de lo que se conoció, en las fuentes históricas del siglo XVI, como el Tlalocan.20 Este mundo está dominado por un personaje llamado el Chane, quien vive en el centro del mundo subterráneo, es el dueño de la tierra, los animales y las plantas; se le identifica con el tigre, rey de los animales de la selva, se le hacen ofrendas propiciatorias en los cerros, cuevas, peñascos, zanjas, manantiales y ríos.
Los grupos etnográficos nahuas de los Tuxtlas lo relacionan actualmente con la escultura olmeca de piedra de San Martín Pajapan y, probablemente, una concepción semejante sea la que se expresa en el Altar 4 de La Venta, Tabasco. En ese mundo existe una vida de gran dinamismo con ciudades y caminos por los que se desplazan las poblaciones de chaneques.
Ese desplazamiento se hace también hacia el mundo de la superficie, ya que estos seres emergen a través de los senderos y corredores que existen como las raíces de la ceiba que se arraigan profundamente en el suelo, pero también por las zanjas, cerros, peñas, cuevas, canteras, ojos de agua, manantiales, arroyos y ríos, saltos de agua, cascadas, bosques, ruinas antiguas y sitios donde habitaron antepasados; convirtiendo a todos estos lugares en “sagrados”, ya que por ahí salen los chaneques, del mundo subterráneo para hacer travesuras a los hombres, que en ocasiones adquieren un carácter más serio como el robo del alma o la desaparición de la persona.
Se puede malinterpretar al considerar a estos pequeños chaneques inofensivos por su carácter travieso y chocarero; ya que las tradiciones etnográficas consideran a todos los habitantes del mundo subterráneo como antropófagos, es decir, devoradores de hombres.
A veces se describe a los chaneques menores, al servicio del Chaneco o Chane, como seres pequeños como niños o enanos que van desnudos -semejantes, sin duda, a los que se representaron en el altar olmeca de Potrero Nuevo, Veracruz, y en otros casos, cuando son llamados Junchuch o Cha’to, llevan los pies al revés para engañar a sus víctimas y tienen los genitales tan grandes que se los ponen al hombro para poder caminar.
Los campesinos les temen y para derrotarlos hay que reírse de ellos hasta que caen muertos. El Chane influye también en la fertilidad y el ciclo agrícola, ya que mantienen el control sobre sus “ayudantes” los rayos, los aires y las lluvias que surgen de las cuevas, otro de sus reductos. Este poderoso y multifacético personaje adquiere un carácter importante; Münch 21 considera que originalmente fue una deidad de cazadores –recolectores que dependían de los animales, peces y vegetales, pero que con la aparición de la agricultura se le atribuyó ser dios del agua, por lo que también tiene un carácter agrario y por esa razón gobierna la vida de los campesinos.
De él dependerían el suelo, la agricultura, y por lo tanto, el maíz -ya que es un excepcional fruto de la tierra-, la recolección de plantas medicinales, pero también de la caza, pesca y ganadería, y, por consecuencia, es el dueño de los productos que se hacen con las diferentes materias que provienen de su reino como la alfarería, la cestería y los textiles.
Probablemente las cuerdas en las representaciones prehispánicas de la Costa del Golfo de México, como la que está en la parte inferior del altar olmeca, guardan, por el material con la que estaban hechas, una relación con ese mundo subterráneo. Existe otro atributo del Chane que es más significativo aún; para la analogía etnográfica en relación al altar olmeca y la representación del personaje ubicado en los nichos, éste es el elemento de cohesión social que representa, ya que se le atribuye, como menciona Münch, un carácter de “gobernador” del medio ambiente y de la sociedad de los hombres: el Chane establece las normas fundadas en valores éticos y morales que deben ser observadas por todos los hombres, para mantener ese orden social se sirve de las serpientes quienes muerden a los que se apartan de ellas.
Este rico y complejo mundo que domina el Chane acompañados de los demás seres que lo habitan, en el cual lo característico es el dinamismo y el de venir y no la inamovilidad como podría esperarse de un mundo asociado a la muerte; está última forma una parte importante de esa transformación que impone una permanente acción.
Estos conceptos están expresados en el Altar 4 de La Venta, Tabasco; el artista olmeca utilizó el lenguaje plástico para plasmar conceptos religiosos que parecen coincidir con las tradiciones de los grupos etnográficos del área. En esta obra, el mundo subterráneo está representado por toda una serie de elementos plásticos, que ya hemos mencionado, especialmente por el personaje sentado en el nicho cuya característica más importante es el dinamismo de todo su cuerpo, movimiento del torso inclinado hacia a fuera, en un intento de salir de un mundo oscuro y profundo como es el nicho, intento de erguirse y desprenderse de la tierra para levantarse y vivir entre los hombres, pero sin olvidar de donde provienen y por eso se le otorga interés, el cual está expresado por la presencia de los adornos y vestidos: tocado pectoral, pulseras, braguero, etcétera, típicos de un personaje de alto rango.
A la figura humana del personaje central de los altares olmecas podemos interpretar como la representación del Chane, “gobernante del mundo subterráneo y, que como guardián del orden y de la sociedad de los hombres” podría ser el ejemplo para crear una figura análoga, en la superficie terrenal, como gobernante entre los hombres.
Por último se debe reconocer que el concepto religioso del inframundo multiforme y habitado por un conglomerado de seres que lo conformaban como señalan las tradiciones de los grupos etnográficos de la Costa del Golfo, especialmente del área olmeca, se encuentra representado por el artista prehispánico en los altares olmecas.
Este inframundo, en el cual sus permanentes transformaciones son una de sus principales características, debió ser expresado mediante la línea curva como una expresión de movimiento continuo, estas líneas curvas son las que predominan en la parte central de la composición, como las del cuerpo del personaje, las del nicho; líneas que se tuercen y se entrelazan en los adornos, etcétera.
Todo ello representa la riqueza y complejidad del lenguaje visual de los olmecas, que corresponde a esas mismas cualidades de sus concepciones religiosas. Algunos de estos conceptos pasaron a otras culturas mesoamericanas, posteriores a la olmeca, pero fue, más bien, mediante figuras aisladas, separadas de su rico contexto.
Pero, sobre todo, nunca serían expresadas en el mismo lenguaje plástico dentro del cual los altares son una de sus manifestaciones más logradas. Bibliografía Báez-Jorge, F., “La cosmovisión de los zoques de Chiapas (Reflexiones sobre su pasado y su presente)”, en Antropología e historia de los mixe-zoques y mayas.
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